El Mundo Nacional - Weekend - La Otra Crónica

EL GRAVE ACCIDENTE DE ESQUÍ DE MAR FLORES EN ANDORRA: “CREÍ HABERME QUEDADO PARALÍTICA”

- POR PABLO HERRÁIZ

El 20 de febrero de 2021 la modelo iba con una amiga y otra chica en un telesilla en Grandvalir­a. El mal estado del mismo y el viento hizo que éste se rompiera y cayeron desde mucha altura. Como otras ocho personas. Vértebras y otros huesos rotos, edemas, hipotermia... Flores reclama a la estación andorrana por negligenci­a.

CANSADA DE HABER TENIDO SU VIDA expuesta durante años, últimament­e Mar Flores (53) era reacia a hablar con periodista­s. Pero, más harta aún de todo lo que ha vivido este año y medio, ha decidido denunciar públicamen­te un suceso del que fue víctima. Situémonos: febrero de 2021. Mar y sus cuatro hijos emprenden, como cada año, un viaje con un grupo de padres e hijos que se conocen y van a un destino diferente cada vez. Podrían ser unas 30 personas. El año pasado el plan era esquiar en la estación Grandvalir­a de Andorra, y todo iba bien… Hasta que el telesilla sufrió un accidente que pudo haberle costado la vida a Mar, a su amiga María y a otras siete u ocho personas que terminaron cayendo desde muy alto.

Mar recuerda perfectame­nte lo que ocurrió: “Fue el 20 de febrero. Ese día subimos todos juntos a esquiar, pero nosotros íbamos un poco más tarde. Los niños tenían prisa por empezar y yo tenía que terminar de ponerme las botas, así que les dije que fueran ellos en la silla de delante”, explica. “En la siguiente silla nos montamos mi amiga María, una chica de unos 15 años que no venía con nosotros, y yo. Las sillas eran para unas seis personas, pero en esa solo íbamos las tres. Después de subir casi todo el remonte, cuando todavía no habíamos llegado, había una señal de que levantáram­os la barrera y eso hicimos, aunque nos parecía un poco pronto. Justo después, al llegar a una torre, tuve la sensación de que me daban un golpe muy fuerte por detrás, el telesilla se balanceó y las tres sali

mos volando”.

En aquel momento, con los esquíes puestos, un frío cruel y una caída desde cinco metros, Mar no fue la única que pensó que se mataba. Su amiga María Zozaya creyó que no sobrevivir­ía. Después iremos con ella. La chica de 15 años cayó encima de Mar, y segurament­e eso le ayudó mucho a no tener nada grave. En el caso de Mar el susto fue peor: “Tuve mucho miedo. Creí que me había quedado paralítica. La caída debió de pinzarme el nervio de la pierna izquierda y no podía moverla, no sentía nada en ella. La escápula y el brazo derechos también se me durmieron en la caída. En ese momento vi que mis hijos, que ya estaban abajo pero no sabía si me habían visto caer”. La confusión del golpe le hizo perder la noción del tiempo: “Llegaron muy rápido los de emergencia­s, aunque no puedo saber cuánto tardaron. Recuerdo que me quedé helada, me entró una hipotermia muy grande, porque la subida es larga y se pasa mucho frío en el telesilla. Nos llevaron a María y a mí al hospital. Allí, mientras esperaba a que me hicieran las pruebas, escuché que traían a un niño que lloraba, que también se había caído. Más tarde me enteré de que se cayeron otras siete u ocho personas”.

DAÑO ECONÓMICO

Mar estuvo cuatro meses de baja por contusión cervical y aplastamie­nto de dos conductos nerviosos. El tiempo haría manifestar­se a otros síntomas que todavía hoy persisten. Durante su baja, tuvo que cancelar varios contratos de publicidad y dejó de ganar, 100.000 euros, como prueban los documentos que ha facilitado a sus abogados. A día de hoy lleva una fortuna gastada en fisioterap­eutas (debe ir dos o tres veces por semana), suma montones de citas médicas con el traumatólo­go, el neurólogo, etc, tiene dolores en la espalda y un brazo que se le duerme frecuentem­ente. Su amiga María se rompió dos vértebras y pasó tres meses de baja, como ella misma relata: “Recuerdo que ese día hacía viento cuando subíamos en el telesilla, levantamos la barrera y poco después salimos volando. Literalmen­te. Las tres fuimos como

“Vi a Mar caer volando y escucharla gritar despavorid­a”, relata a LOC María, su amiga

un metro hacia arriba y después caímos abajo. No había red ni proteccion­es, aunque estaba muy alto. Yo pensé que moríamos. Vi a Mar caer volando y lo siguiente que recuerdo es escucharla gritar despavorid­a. Yo no podía hablar por el impacto en los pulmones, donde después me salió un edema”. María pasó momentos angustioso­s porque llevaba un casco que le impedía comunicars­e con nadie, aunque quizá le salvara. Los servicios de emergencia la llevaron a un pequeño hospital, donde se le realizó una radiografí­a para descartar que la médula estuviese dañada.

“Después me llevaron al hospital Nuestra Señora de Meritxell y dejaron la camilla en un pasillo. Acabé llorando porque al cabo de mucho rato nadie me hacía caso y al final vinieron a por mí y vieron que tenía dos vértebras dorsales fracturada­s. En el fondo tuve suerte, porque si la lesión hubiera sido un centímetro más arriba o abajo, habría sido mucho peor. Al ser esas dos vértebras, me recuperé bien, aunque tuve que estar un mes en cama, dos más con corsé y tendré secuelas de por vida”, explica. Las dos amigas habían sobrevivid­o a una caída terrible y la estación de Grandvalir­a parecía involucrar­se en el caso, reconocien­do así tácitament­e cierta responsabi­lidad. Se hicieron cargo de muchos gastos y pusieron a disposició­n tanto de Mar como de María unos conductore­s que las trasladaro­n con sus familias a Madrid, ya que ellas no podían conducir por las lesiones. María, propietari­a (por suerte) de un vehículo muy grande, tuvo que viajar tumbada. Cuando un periódico local y después un programa de TV sacaron una noticia que decía que Mar Flores “se saltó el confinamie­nto” para irse a Andorra, la propia estación envió un comunicado en el que lo negaba.

La responsabi­lidad no se asumió. María ya vio que algo chirriaba en Andorra cuando en el hospital le hablaron del corsé: “Me dijeron que no podía irme del hospital sin llevar corsé. Pero el único corsé disponible lo vendía por 450 euros un señor que iba a venir al hospital al que tenía que pagar en el acto y en metálico. Si no llego a conocer gente allí que vino a pagarlo, no sé cómo habría ido a sacar dinero con dos vértebras rotas”, añade María. Ya en Madrid, Mar y María contrataro­n a un abogado y estuvieron en contacto durante muchos meses con David Hidalgo, CEO de la estación de esquí. Al principio, parecía un mero trámite que Financiera d’Asseguranc­es, la asegurador­a andorrana de la estación, comprobara que un enganche del cable en la torre donde se produjo el accidente estaba doblado (como se ve en las fotos hechas por los acompañant­es del viaje) e indemnizar­a a todas las víctimas que cayeron.

Sin embargo, hacia el 10 de febrero de este año, a 10 días de cumplirse el primer aniversari­o del suceso, la estación y la asegurador­a informaron al abogado de que no indemnizar­ían.

Mar Flores supo después que en Andorra el periodo para reclamar estos accidentes por lo civil prescribe al año: “Si quieres seguir luchando, hay que ir por vía penal o buscar otras fórmulas y contratar abogados de allí, y mucha gente ya no está dispuesta. El CEO de la estación nos dijo que si su seguro no veía responsabi­lidad, él no podía hacer nada, y se desentendi­ó. Sabemos que a otros afectados les están diciendo también que no tienen derecho a nada”, se queja Flores. “Nos sentimos muy desprotegi­dos, por eso me he decidido a contarlo ahora. Si hubiera sido solo cuestión de dinero, nada más llegar a Madrid me habría puesto a dar entrevista­s y a hablar mal de Andorra, pero no es lo que quería. Lo hicimos todo bien, tuvimos un accidente y nadie se hace responsabl­e, ¿qué seguridad jurídica ofrece Andorra?”.

María Zozaya ahonda en esta cuestión: buscaron hasta tres abogados andorranos para reclamar, pero ninguno quiso llevar su caso, todos con pretextos. Una estación de esquí y una asegurador­a locales en un lugar tan pequeño pueden ser enemigos no deseados.

Al final, hace unos meses que Mar Flores ha contratado al prestigios­o bufete de abogados Cremades & Calvo Sotelo para preparar una demanda y presentarl­a en Andorra. La letrada Ana Romero, experta en este tipo de casos, se encarga de preparar ya todos los trámites, según han confirmado desde el despacho de Javier Cremades. “Si por el camino otras víctimas se suman, nosotros estaremos encantados de ir con ellos, o de sumarnos a otros casos que ya estén abiertos”, concluye Mar. “Y si por ser conocida puedo darle visibilida­d a lo que ocurrió y así ayudar a otros, lo intentaré”.

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ÁNGEL NAVARRETE Mar Flores cuenta a LOC el terrible accidente que sufrió hace un año y medio y cuyas consecuenc­ias aún sufre.
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