El Mundo Nacional - Weekend - La Otra Crónica

LA PELEA DE LOS YBARRA DE LA GUERRA DE LAS ESQUELAS AL ARBITRAJE POR 75 MILLONES

Son muchos los elementos del culebrón familiar de los Ybarra, que transcurre en Neguri y no en Caracas aunque una de sus protagonis­tas sea venezolana. Una herencia desigual está en el origen de todo.

- POR EDURNE URRETA

LA DISCRECIÓN FUE UNA DE LAS máximas que Doña Lola siguió durante toda su vida. Por algo la condesa de El Abra era una de las grandes damas de Bilbao: nieta de Evaristo Churruca, conde de Motrico y artífice del puerto exterior de Bilbao, hija del empresario Alfonso Churruca y viuda de otro de los grandes prohombres de la época, Santiago Ybarra.

Formar parte de la aristocrac­ia de Neguri, integrada por una decena de ilustres apellidos relacionad­os entre sí, tiene sus normas y lo de lavar los trapos sucios en casa es una de ellas. Doña Lola lo llevó a rajatabla, pero no así sus hijos, que abrieron la caja de los truenos nada más enterrar a la centenaria matriarca en 2018. Santiago y Emilio Ybarra Churruca se convirtier­on en la comidilla de Neguri con una guerra de esquelas que provocó jugosos cotilleos y destapó la profunda rivalidad y los celos que existían entre ellos. Destapó, también, las desavenenc­ias por la millonaria herencia de Doña Lola, que pasó a mejor vida a los 104 años después de dictar una decena de testamento­s a lo largo de su vida.

Cuatro años después, el conflicto de los Ybarra sigue más vivo que nunca, aunque ahora, muerto ya el ex presidente del BBVA (falleció en 2019 a los 82 años), son sus cuatro hijos quienes están enfrentado­s a su tío Santiago (87), ex presidente de Vocento, y su mujer, Mercedes Baptista Guevara, (70), que no tienen descendenc­ia.

En juego está el reparto de 75 millones de euros de Mezouna, la sociedad a través de la cual la familia es dueña del 11% de Vocento, (editora de ABC y El Correo)y el 7,1% del grupo industrial Tubos Reunidos. Santiago Ybarra y su mujer reclaman la disolución y el reparto equitativo de la sociedad, de la que poseen el 49,99% frente al 50,01% de sus sobrinos, un 0,02% más que les da la mayoría y el poder de decisión.

La guerra familiar ha acabado dirimiéndo­se en un tribunal de arbitraje, el medio que establecen los estatutos de Mezouna para la resolución de conflictos, y ha dictado sentencia. Según ha adelantado El Confidenci­al y han confirmado fuentes cercanas al caso a LOC, el tribunal ha dictado un laudo a favor de los cuatro hijos de Emilio Ybarra –Emilio (58), Ignacio (57) María (54) y Lucía (51)– frente a sus tíos.

Las fuentes consultada­s por LOC han mostrado su sorpresa por la filtración “interesada” del laudo, que quiebra la esencia del arbitraje, ya que se trata de un procedimie­nto de resolución de conflictos estrictame­nte privado, a diferencia de los procedimie­ntos judiciales, que son públicos. El caso, aseguran las mismas fuentes, ha sido “complejo y complicado” por los desencuent­ros familiares y el dinero en juego.

La resolución arbitral, a la que ha tenido acceso El Confidenci­al, ha rechazado las pretension­es de Santiago y su mujer que, probableme­nte, solicitará­n una revisión del laudo en el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, que puede anularlo o ratificarl­o.

Fueron los testamento­s de Dolores Churruca Zubiría, Doña Lola, los que desataron la guerra fratricida. La matriarca se acogió a la libertad de testar que se recoge en los fueros vascos para disponer, en 2010, que todo su patrimonio pasara directamen­te a los cuatro hijos de Emilio y de su mujer, María Aznar Ybarra, ya que Santiago no tenía descendenc­ia.

Dejó de ser un soltero de oro pasados los 50, cuando se casó con la venezolana Mercedes Baptista Guevara, 17 años menor que él. Nunca encajó en el clan familiar y no debió caer muy bien porque a ella se referían en petit comité como Cristal (por el famoso culebrón) o Sargento Caracas.

Los hijos no vinieron y Doña Lola decidió que su patrimonio, incluido el palacete Ybarra-Churruca en Neguri, no iba a pasar a otras manos que no fueran las de los Ybarra de pura cepa, los consanguín­eos. Excluyó de sus últimas voluntades incluso a posibles hijos adoptados. Para Santiago y su mujer fue una bofetada en toda regla y acusaron a Emilio de estar detrás de la jugarreta. Los conflictos fueron a mayores y afloraron públicamen­te tras la muerte de Doña Lola con la publicació­n de dos esquelas diferentes, una por cada hijo y una debajo de la otra, en el Abc. En la de Emilio se nombraba a una ristra de familiares (hijos, nueras, nietos, nietos políticos, biznietos e incluso el personal del servicio). En la de Santiago solo figuraban él y título, conde de El Abra, y su mujer, condesa de El Abra, además de un críptico “familiares y allegados”.

Cada uno de los hermanos, además, anunciaba sendos funerales en memoria de su madre con fechas e iglesias distintas. En Neguri no se habló de otra cosa durante mucho tiempo. Como en los mejores culebrones, el de los Ybarra cuenta con todos los ingredient­es, incluida una poderosa doña y una protagonis­ta venezolana.

La familia nunca aceptó a la mujer de Santiago, a la que llaman ‘Cristal’

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JAVIER ETXEZARRET­A/ EFE Santiago Ybarra y su mujer, Mercedes Baptista, en la inauguraci­ón del Museo Balenciaga, en Guetaria, en 2011. Abajo, Emilio Ybarra.
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