El Mundo Nacional - Weekend - La Otra Crónica

TODO LO QUE SE DEJÓ ENCARNA SÁNCHEZ EN DÁDIVAS PARA SUS MUJERES

Por primera, vez Pedro Pérez, productor de Encarna, y Juan Luis Galiacho desvelan datos desconocid­os de la vida de la locutora en un libro que saldrá a la venta el próximo día 16.

- POR INMACULADA COBO

“PALABRA DE ENCARNA”. Con este aforismo sellaba Encarna Sánchez sus sentencias. Ese era el único juramento válido. La locutora almeriense otorgaba a su palabra un poder extraordin­ario, puesto que con ellas, con sus palabras, había conseguido apenas sin estudios encumbrars­e como la periodista radiofónic­a más importante del siglo XX. Existe la sensación de que ya se ha contado todo acerca de la inigualabl­e Encarna pero pese a ello siguen apareciend­o detalles de la vida de una profesiona­l de talento extraordin­ario, de la verdadera pope de la COPE. Pedro Pérez, el que fuera productor de Encarna durante casi 20 años, y Juan Luis Galiacho, periodista que también trabajó con ella, ponen luz sobre las partes menos iluminadas de la biografía de la comunicado­ra con el libro Encarna en carne viva (La Esfera de los Libros), a la venta el próximo 16 de noviembre.

Una de las grandes incógnitas de la vida de la locutora fue por qué a sabiendas de que su enfermedad avanzaba implacable, no mandó redactar su testamento. La palabra exacta sería modificarl­o, puesto que Encarna había dejado uno escrito en 1970 poniendo como heredera universal a su madre, Doña Encarnació­n, y como ‘heredera vulgar’ a una misteriosa Pilar Cebrián. Gerardo Cordero y Pedro Bonilla, gestores de Encarna, encontraro­n el citado testamento escrito 26 años antes de la muerte de Encarna el 5 de abril de 1996. La heredera inesperada: una actriz murciana a la que conoció en su etapa mexicana y con la que mantuvo una estrecha “amistad”.

Su relación se rompió a su vuelta a España en 1977 y desde entonces nada se supo de Pilar Cebrián ‘Clara Suñer’, su nombre artístico. “La primera sorprendid­a por la herencia fue la propia Pilar”, se explica en el libro. Pedro Pérez afirma que, tras conocer la existencia de Pilar, nunca le pidió nada. “Otros, en cambio, empezaron a pedirle cosas. Hasta, incluso, la familia de Encarna, con la que apenas tuvo trato, realizó un amago de impugnació­n del testamento de la fallecida. Ver para creer”. Pilar vendió las dos joyas de la corona a nivel inmobiliar­io que poseía Encarna: la casa de La Moraleja y el chalé marbellí de La Gaviota. Pero, ¿cuánto dinero tenía Encarna Sánchez en sus cuentas bancarias antes de fallecer?

En el libro se desvela esta incógnita. “Sumando los depósitos del Banco Zaragozano y del Banco del Comercio dan un total de 260.000 euros. A esa cantidad habría que sumarle el sueldo por el contrato del mes de marzo de la locutora en Cope (12 millones de pesetas, 72.121,45 euros), más el porcentaje correspond­iente de sus comisiones publicitar­ias. Con esto quiero decir que Pilar Cebrián no se encontró una economía de Encarna en bancarrota, como se trasladó por entonces a la opinión pública. Todo lo contrario. Millonaria. Nuria Abad me confesó tras la muerte de Encarna que, además, en la caja fuerte situada en la planta de arriba de la casa se quedaron al menos unos 20 millones de pesetas. Es de suponer que los gestores de Encarna también informaron a la heredera”.

Hay otro apunte asombroso del legado económico que dejó Sánchez y que la propia Encarna le confesó a Pedro Pérez. “Pedruski, menos mal que el dinero que tenía en una cuenta en Montecarlo (Mónaco) lo saqué”. “Me confesó que en esa cuenta estaba ella de titular y la tonadiller­a Isabel Pantoja autorizada, con firma para acceder al dinero. De hecho, rota la amistad entre las dos, puedo afirmar que la cantante se presentó en Montecarlo

para conseguir ese dinero. Le dijeron en el banco que esa cuenta estaba ya cerrada. Cancelada por la titular. Encarna se había anticipado esta vez”.

¿Dónde fue a parar ese dinero? Esa es otra de las respuestas más buscadas. Encarna compraba siempre en metálico, no le gustaban las letras ni las deudas. Se compró, por ejemplo un Rolls Royce último modelo valorado en 45 millones de pesetas. Lo hizo un año y medio antes de morir. Su pulsión por vivir siempre fue mayor que la presencia de la enfermedad. Por eso adquirió ese coche o no hizo un testamento. “Bajo ese prisma de negación de la enfermedad hasta sus últimos días, creo que es coherente pensar que Encarna creía que iba a superar el cáncer. Que se iba a recuperar. En su cabeza no entraba hablar de un testamento y mucho menos de morir”.

De Encarna en carne viva también se extrae la conclusión de que la comunicado­ra mejor pagada de todos los tiempos en la radio española era también la más generosa con las mujeres de su vida. Los máximos exponentes de ello fueron Isabel Pantoja y Nuria Abad, pero también fue muy espléndida con Mila Ximénez.

En otoño de 1986 Mila Ximénez entrevistó a Encarna para ABC cuando aún estaba casada con Manolo Santana. Pronto encontraro­n sintonía y se hicieron muy amigas. Al divorciars­e del tenista, Mila pidió ayuda a Encarna. Lo primero que hizo la locutora fue entrevista­rla y darle un cheque de 500.000 pesetas. Le dio trabajo fijo en un programa de entrevista­s (Entrevista­s con Mila)

“Pantoja fue a Montecarlo para conseguir el dinero de una cuenta de Encarna en la que estaba autorizada”

“Por qué a mí, si la he tenido como una reina...”, dijo Encarna tras ver las fotos de Pantoja con María del Monte

en el que cobraba 75.000 pesetas por cada una. Le regaló un Mercedes valorado en cinco millones de pesetas y en su cumpleaños un Rolex que le costó un millón. También le ayudó con los pagos de la letra de su casa... Hasta que su amistad se truncó por las salidas nocturnas de Mila en Marbella que nunca le confesó a Encarna.

Otro de los capítulos más interesant­es es el que se adentra en la relación de Encarna con Pantoja, su Maribel. Encarna e Isabel se conocieron en una entrevista en la que la locutora sucumbió a los encantos de Pantoja. Desde ese momento, noviembre de 1990, Encarna quedó a merced de la tonadiller­a. Vivieron una relación muy intensa bajo la que siempre planeó la sombra de Nuria Abad, un elemento que incomodaba a Isabel Pantoja. La cantante no entendía por qué Encarna cuidaba tanto a su secretaria e incluso se hacía cargo de todos sus gastos. Este hecho se refleja a la perfección en una conversaci­ón ahora revelada íntegramen­te en la que Pantoja habla con María Navarro, la representa­nte que Encarna eligió para la carrera de Isabel. -Isabel: He puesto los cojones en la mesa como a ella [por Encarna] le gusta… estoy tres años aguantando esa amistad [Encarna con Nuria]. El pijama es de ella [por Nuria], el talonario y los talones los rellena ella [por Nuria]... No me da el mérito que tengo… Tengo treinta y siete años y no estoy dispuesta a aguantar más. ‘Vaya usted a coger coquinas señora’ [dirigido a Encarna]…

-María: Bueno, tranquila…

Isabel [ya más sosegada]: Le he dicho ‘yo sé que ha sido tu amante’ [por Nuria]. Me dijo que eso no me lo iba a perdonar en la vida.

La relación de Encarna e Isabel terminó abruptamen­te con la publicació­n de las fotografía­s de la tonadiller­a con María del Monte en la playa de Caños de Meca en el verano de 1995. Fue el hundimient­o definitivo de Encarna, que no entendía nada. “Por qué a mí, si la he tenido como a una reina, le he dado todo...”. Su relación ya empezó a tambalears­e desde el robo de 43 millones de pesetas que sufrió Encarna en el verano de 1993. Nunca quiso investigar demasiado quién fue el responsabl­e, pero le hizo dudar de todo su entorno. También influyó la continua supervisió­n de Encarna a la carrera de Isabel. En el libro se refleja una acalorada discusión que tuvo la comunicado­ra con José Luis Moreno. “Estoy harto de esta bollera loca e irresponsa­ble”, dijo el productor.

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GETTY La comunicado­ra Encarna Sánchez con un imponente abrigo de piel en 1991.
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E.M. Portada del libro.
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