El Mundo Nacional - Weekend - La Otra Crónica

“ME HAN SACADO LOS EUROS COMO LOS GREMLINS”.

Cinco años después de la muerte del humorista su sobrina Loli Arjona revela cómo gran parte de su fortuna acabó en las arcas públicas. “La herencia me trae por la calle de la amargura”, asegura.

- POR LUIS FERNANDO ROMO

ENTRE TANTO ESTRÉS, RICTUS DE tristeza y miradas perdidas a la par que ausentes, conviene recordar al venerado novelista francés Víctor Hugo cuando recalcó que “la risa es el sol que ahuyenta el invierno del rostro humano”. Desde que Chiquito de la Calzada –su nombre verdadero era Gregorio Esteban Sánchez Fernández– empezara a trabajar con ocho añitos se encargó de cultivar, recoger y esparcir su gracejo para que las largas noches de frío, hambre y soledad de varias generacion­es se disfrazara­n de hilaridad.

Tenía la misma función social que el cine y las revistas del corazón, hacer evadir de la realidad y que solo se viera la espuma de la vida. Ayer se cumplió un lustro del fallecimie­nto, a los 85 años, de este malagueño universal, con permiso de Antonio Banderas, que tuvo su momentito de gloria en una secuencia como palmero de un cuadro flamenco uno de los capítulos de Vacaciones en el mar rodado en 1985.

Esta es una pequeña anécdota para tan vasta carrera. A aquel artista que apenas levantaba un palmo del suelo le llamaron Chiquito porque es lo que era y el ‘de’ no porque fuera de alta alcurnia, sino nació en calle Calzada de la Trinidad de Málaga.

“Era humilde, no se creía nada y nunca fue consciente de hasta dónde había llegado. No era superficia­l. No engañaba. Lo mismo le daba la mano a un sintecho que al Rey. Siempre con mucha educación”, asegura en exclusiva a LOC su sobrina, Loli Arjona, que aún lleva el sambenito de ser la heredera universal de uno de los humoristas más populares de finales del siglo XX y principios de XXI.

Con un fuerte acento malagueño, Loli mezcla la gracia del sur con el enfado: “La herencia me trae por la calle de la amargura”, apostilla, para después hacer referencia a los supuestos cuatro millones de euros heredados: “¡Pero si la Junta de Andalucía ya se llevó un 70%! Ella es la heredera universal, no yo. Luego Hacienda se llevó otra parte, esta sabe muy bien lo que heredé y luego a pagar las plusvalías al Ayuntamien­to”. No quiere que se vuelva a reabrir la herida del dinero, pero las cosas han de quedar claras: “No dicen ni una verdad con la herencia. ¿Cuatro millones? ¿Cuándo? Todavía los estoy buscando. Me han sacado euros como si fueran los Gremlins. No se puede ir diciendo esa barbaridad porque esos comentario­s duelen y cuando voy al cajero tengo miedo, voy mirando para todos los lados. Sigo viviendo en el mismo bloque. Mi vida no ha cambiado. No me gusta viajar, soy feliz viendo el mar de mi Málaga desde la terraza y salgo a pasear con mi marido y la perrita”.

Sí, según el Registro de la Propiedad estaba la casa de 200 metros cuadrados en pleno paseo marítimo de Antonio Machado valorado en unos 400.000 euros desde cuya terraza podía verse la playa de San Andrés y dos plazas de garaje en el mismo edificio. En el citado registro no se encontró ningún

otro bien inmueporqu­e ble. Loli afirma que su tito, como a él le gustaba que le llamara, “no le gustaba ostentar y huía de los lujos”. Obviamente obsequiaba a su mujer, Josefa García, Pepita, con algún regalito coquetón o alguna “chuchería”, como llamaba Marujita Díaz a las joyas.

AMOR DE PELÍCULA

Lo suyo sí que fue una historia de amor de película. Ambos eran dos pipiolos cuando se casaron en 1950. La muerte de Pepita hace una década fue la única estocada que les separó para siempre tras 62 años de matrimonio. Chiquito aseguró al diario La Opinión de Málaga que conoció a Pepita en Córdoba “mientras trabajaba en el circo chino de Manolita Chen. Cuando vi a esa mujer en primera fila me dije: ‘¡hasta luego Lucas! Esta ya no se me va”. “Mi tía fue su timón, todo lo que decía su mujer iba a misa –recalca– porque era una mujer maravillos­a, cariñosa, sencilla y siempre llevó muy bien la fama de mi tío”.

A Loli le gusta recordarle con ternura y tras cinco años, aún siente algo de dolor. Hay pena. Ciertas cicatrices no terminan de sanar. Cada vez que sale a la calle siempre hay alguien que le habla de él y encima, luego está el semáforo que pusieron al lado de su casa con la voz de Chiquito y sus famosas muletillas “torpedo”, “me voy a cagar en tus muelas”, “condemor”, “pecaor de la pradera”… En su momento, Loli pagó los correspond­ientes impuestos al Ayuntamien­to, pero este no le pidió permiso para poner el semáforo. En este caso, su sobrina, que no desea ser famosa y jamás ha aceptado un cheque por sentarse en un plató, asevera que “mi tío me dejó todos los derechos de imagen y de voz. Soy la heredera universal”, suelta con sorna a la vez que verbaliza sus pensamient­os: “Pues no estoy segura de que haya registrado sus frases más famosas”.

A lo largo de estos años se han dicho muchas mentiras, entre ellas, que Loli cuidó al matrimonio. No fue así. Mientras Pepita vivió veló por su marido, pero cuando este se quedó viudo se apoyó más en su sobrina. “Cuando murió mi tía yo estaba cuidando de mi madre. Luego falleció. Una vez que mi tío enviudó me pidió que nos viéramos más, así que cada mañana desayunába­mos, íbamos a pasear el centro… En el fondo él me ayudó mucho más porque me quedé muy tocada tras la muerte de mi madre”.

Antes de ir a la peluquería, Loli desvela un detalle de Chiquito: “Era un caballero de los de antes. Te ayudaba a ponerte el abrigo y si entrabas en una tienda siempre te abría la puerta. Si estábamos en un restaurant­e te pelaba una gamba, pero no te pienses, que los que estaban cerca también recibían otra”, asegura entre carcajadas.

 ?? EL MUNDIO ??
EL MUNDIO

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain