La Razón (1ª Edición)

Del miedo a ahogarse a un récord mundial

Ona Carbonell suma una nueva plata, en solo libre, y únicamente la superan Phelps y Lochte

- FRANCISCO MARTÍNEZ

YahíYahí fue Ona Carbonell dispuesta a comerse el mundo, a lograr una nueva medalla en un Mundial (que fue de plata en el solo libre) para sumar en sus siete participac­iones 23 metales, más que ninguna otra mujer en una disciplina de la Federación Internacio­nal de Natación, sólo por detrás de dos hombres, y ¡vaya dos!, Michael Phelps, el mito de los mitos (33 preseas); y su amigo Lochte (27). En la natación sincroniza­da, ahora llamada artística, todo cuenta, desde el principio. Mirada seria de la catalana, abajo al comienzo, al frente después, unos cuantos pasos con decisión, al suelo, los brazos arriba... Y todo eso todavía fuera del agua. Chapuzón y empieza la música: esta vez sí había música, no como en su arriesgado ejercicio del solo técnico, con el discurso de Nelson Mandela. Cantan James Brown y Pavarotti «It’s a man’s world», el secreto mejor guardado por Ona, que no había mostrado el ejercicio hasta este Mundial de Corea. Pero no, no es

un mundo de hombres, como el título de la canción, es también de ellas (como viene decir, a su manera, el fondo de la letra), y Carbonell se mueve al ritmo de las notas: cuando éstas aprietan ella sale del agua con fuerza, medio cuerpo fuera, las dos piernas arriba, patadas por aquí, giros boca abajo, barracudas... Mucha dificultad en la actuación de la española. Ya quedaba menos y todo iba bien, es lo que tiene el control del cuerpo, conocerse a una misma.

«Puedo mejorar el final», había dicho en la preliminar Carbonell. Y lo hizo: acabó con media cara metida en el agua, un brazo doblado y le dio tiempo a sonreír. Mayuko Fujiki, la selecciona­dora española, le dijo que sí cuando se cruzó con ella. Y sí: 94.5667, seis décimas más que en la ronda previa. Se superó. Invencible para todas menos para la rusa Romashina, la reina, que impactó con 97.1333. El bronce se lo quedó finalmente la japonesa Inui, con un ejercicio fantástico que la llevó a los 93.2000 puntos. Se repitió el podio del solo técnico.

La gloria fue para Ona Carbonell, historia de su deporte. Su esfuerzo le ha costado, vencer a sus miedos. Cuando empezaba, siendo apenas una niña de 11 años, siempre la misma duda: «¿Me ahogaré?». Es la angustia que le provocaba tener que estar varios segundos sin respirar bajo el agua, el primer obstáculo a superar, un temor que tarda en irse, pero que ya forma parte del pasado. De esa niña salió esta mujer multicampe­ona que todavía no ha terminado su trabajo en el campeonato de Gwangju, porque le queda la final de dúo libre y la de equipos. «Hasta que acabe, estoy centrada en la competició­n», asegura. Pero es imposible no pensar en lo que está haciendo. «Madre mía, esto me está superando, no sabía nada de estos récords...».

Estoy flipando, cuando me dijeron que iba detrás de Phelps y de Lochte... No sabía de estos récords»

«Debo tener los pies en la tierra, porque queda el dúo libre y equipos, y lo hemos preparado mucho» Ona Carbonell

DEL DISCURSO DE MANDELA, ONA PASÓ A UNA CANCIÓN DE JAMES BROWN Y PAVAROTTI PARA SUMAR OTRO METAL

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EFE La española, durante su ejercicio en la final de solo libre

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