La activista que dijó «no» a Harvard
Aceptar una beca para estudiar en Estados Unidos, nada menos que en la Universidad de Harvard, o quedarse en España para participar en política. A esa decisión se enfrentó Irene Montero (Madrid, 1988) con apenas 26 años. Tras meditarlo mucho y recibir el consejo de que debía aceptar la beca de, entre otros, Juan Carlos Monedero, optó finalmente por no abandonar su país. Sólo unos meses antes, después de las elecciones europeas de 2014, se había incorporado a Podemos. Lo hizo junto a Rafael Mayoral. Ambos procedían de la Plataforma Antidesahucios, en la que Montero dio sus primeros en el activismo. Sus firmes convicciones políticas se habían forjado, sin embargo, mucho antes: con 15 años se afilió a las Juventudes Comunistas. Licenciada en Psicología, máster en Psicología de la Educación, interrumpió también por la política sus estudios de doctorado. Siempre ha reconocido tener la intención de retomar la preparación de su tesis doctoral una vez culmine su etapa en la arena pública. Por el momento, a pocas semanas de cumplir los 32 años, Montero seguirá en política. En lo institucio
nal afrontará el reto de cumplir como ministra de Igualdad sus promesas de igualar a padres y madres en lo que a los permisos por nacimiento se refiere, de reformar el Código Penal para que sólo sí sea considerado sí a la hora de juzgar los delitos sexuales y de promover el feminismo desde las instituciones. Su reto aquí, como le sucederá al resto de ministros morados, será esquivar la frustración que han generado, en las principales ciudades, los denominados gobiernos del cambio. Esto es, estar a la altura de las altas expectativas que han generado entre sus bases. Esta agenda como ministra se verá solapada con la interna de Podemos, con cada vez más voces señalándola como la llamada a dar el relevo a Iglesias al frente del partido. Pocos dudan en su entorno de que, si ella quiera, así será: «Irene tiene todo por delante en Podemos».