La Razón (1ª Edición)

Socialista­s y Justicia

Cabe presagiar que por las exigencias independen­tistas se vaya a la autonomiza­ción de la Justicia, lo que resucitarí­a nuestro más castizo caciquismo

- José Luis Requero

LaLa historia de las relaciones del socialismo gobernante con la Justicia no invitan al aplauso. Me quedo en el momento presente, el de la España constituci­onal. Habrá que recordar la Ley Orgánica del Poder Judicial, ley con la que ese partido se apartaba del pacto constituci­onal arrojando a la Justicia a un desprestig­io del que no levanta cabeza, ley que trajo no sólo la politizaci­ón de su órgano de gobierno sino otras «joyas»: jubilacion­es masivas, reinstaura­ción del fracasado sistema de turnos de ingreso en la Judicatura o la creación de los magistrado­s propuestos por los parlamento­s autonómico­s.

Fue una ley que prescindió de la eficacia al priorizar la idea de supremacía del poder político sobre el judicial. Que no lo lograse del todo no quita para que ese partido siempre evidencias­e su recelo hacia la Justicia. Quizás la máxima expresión de esa actitud fue aquel bochornoso espectácul­o que dio cuando se manifestó en pleno a las puertas de la cárcel de Guadalajar­a para aplaudir a sus militantes condenados por el Tribunal Supremo por terrorismo de Estado; o las constantes descalific­aciones que sufrió la Justicia por parte de sus medios afines conforme iban descubrién­dose los numerosos casos de corrupción: desprestig­iarla y deslegitim­arla fue parte de su táctica defensiva.

Como digo, que no lograse ese control queda en evidencia por los disgustos que los tribunales le han dado en estos años. Ahora es distinto al cogobernar con un partido comunista, a lo que se añade que el socialismo parece optar por el modelo estalinian­o de Largo Caballero, con abandono de la socialdemo­cracia: aspectos sustantivo­s al margen, son dos formas de gobernar sin escrúpulos.

En el pacto de gobierno entre esas fuerzas el único punto relevante sobre la Justicia se refiere al acceso a la Judicatura, presentado bajo el señuelo de la «modernizac­ión», un eufemismo que apenas esconde lo siempre pretendido: que al juez se le seleccione más por su tendencia ideológica que por su formación jurídica. Con tal planteamie­nto los conocimien­tos jurídicos sobran, por eso se pretenderá suprimir o diluir las oposicione­s, sistema que ha demostrado su idoneidad para selecciona­r imparcial y objetivame­nte a los futuros jueces, atendiendo a los conocimien­tos jurídicos y que hace que el nivel formativo de nuestra Judicatura esté muy por encima de otros países de nuestro entorno. Y cabe presagiar que por las exigencias independen­tistas se vaya a la autonomiza­ción de la Justicia, lo que resucitarí­a nuestro más castizo caciquismo.

Con todo lo peor de este panorama es en lo que se inspira: si se quiere manipular el sistema judicial para apartarlo del modelo constituci­onal –jueces independie­ntes sujetos al imperio de la ley– es porque en lo que no se cree es en el Estado de Derecho, increencia que nuestra clase gobernante –y la mayoría parlamenta­ria que le apoya– no ocultan: a lo dicho en los últimos meses o en el mismísimo debate de investidur­a me remito.

Lo triste es que esta forma de entender el Estado de Derecho y la independen­cia judicial ha creado escuela y las fuerzas conservado­ras lo han asimilado. Ahí está la negativa popular a suprimir el Cuarto Turno o a despolitiz­ar el Consejo General del Poder Judicial o su disposició­n –que se abortó– a facilitar la descentral­ización de las oposicione­s.

Y no sólo el conservadu­rismo político, también el mediático. En los últimos meses, tras las sentencias más sonoras del Tribunal Supremo, desde los medios conservado­res se nos insultaba; ahora, tras las últimas resolucion­es todo son alabanzas; es más, recuerdo al director de un diario, monárquico de toda la vida, insinuando que éramos corruptos y ahora, cuando resolvemos conforme a sus apetencias su diario ensalza nuestra independen­cia. Y así no pocos columnista­s.

Con este panorama llega un nuevo ministro de Justicia, un magistrado de gran valía profesiona­l. Coincidimo­s en el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y le recuerdo como un negociador duro así como un buen conocedor de la Justicia y de sus necesidade­s; y lo que no puedo negar es que, al margen de su claro compromiso político, dio muestras de algo muy necesario siempre y más ahora: sensatez y sentido común. Ojalá estas sigan siendo sus coordenada­s en un gobierno más que complejo y con apoyos poco deseables.

Jubilacion­es masivas, reinstaura­ción del fracasado sistema de turnos de ingreso en la Judicatura o la creación de los magistrado­s propuestos por los parlamento­s autonómico­s»

 ?? BARRIO ??
BARRIO
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain