La Razón (1ª Edición)

El celibato divide a los dos Papas

- ISMAEL MONZÓN‐

Benedicto XVI publica un libro junto al cardenal Robert Sarah defendiend­o que es «esencial» para el sacerdocio, ahora que Francisco tiene que decidir si permite la ordenación de hombres casados en zonas remotas. El Vaticano rebaja la polémica y afirma que la obra es una contribuci­ón «en obediencia filial al Papa»

ElEl último de los capítulos no esunaterce­raficción.selleva hablando durante semanas de la fascinació­n que produce en el cine la convivenci­a entre dos pontífices. De forma simpática y amable en el caso de «Dos Papas», la película de Fernando Meirelles; de modo cáustico y excesivo, como es Paolo Sorrentino, en su serie «The new Pope». Con el público pendiente de la pantalla, los protagonis­tas ahora de un nuevo giro de guión son los verdaderos personajes. A pocas semanas de que Francisco tuviera previsto expresarse sobre la idoneidad de ordenar sacerdotes casados en lugares recónditos donde apenas hay curas, Benedicto XVI ha roto su silencio con la publicació­n de un libro en el que muestra una gran preocupaci­ón por la superviven­cia del celibato en la Iglesia. El Vaticano ha tratado de rebajar tensiones, con un editorial en sus medios oficiales, remarcando que la opinión del Papa emérito se produce en «obediencia filial» a Francisco.

El ensayo, titulado «Desde lo más profundo de nuestros corazones», saldrá publicado a lo largo de esta semana en Francia. Sin embargo, el diario «Le Figaro» anticipó ayer varios párrafos de su contenido. «No puedo callar», se títula uno de los pasajes más sorprenden­tes. Llama la atención por la emergencia que suscita el Papa emérito y porque tras su renuncia en 2013 prometió que no se inmiscuirí­a en el magisterio de Francisco.

La primera fricción es, por tanto, el modo de irrumpir en escena. La segunda, el tema elegido. «Creo que el celibato tiene una gran importanci­a al abandonar un posible reino terrenal y un círculo de vida familiar. El celibato incluso se vuelve realmente esencial para que nuestro enfoque hacia Dios pueda seguir siendo la base de nuestra vida y expresarse concretame­nte», sostiene el libro que debe salir publicado en las próximas horas. En puridad, la cuestión sigue con pulcritud la doctrina católica. Pero se trata de un tema especialme­nte sensible en estos momentos, ya que se espera una exhortació­n apostólica de Francisco recogiendo las conclusion­es del pasado Sínodo de los obispos sobre la Amazonia.

En ellas, los jerarcas de la Iglesia recomendar­on que hombres casados o con familia puedan administra­r ciertos sacramento­s. Se refiere únicamente a esas zonas remotas del Amazonas a las que apenas tienen acceso los curas y donde la Iglesia evangélica cada vez suma más seguidores. No obstante, algunos observador­es ven en ello un primer paso para acabar con el celibato. La Iglesia alemana, que ha abierto un camino sinodal en paralelo al Vaticano, ya ha amagado con tratar este tema. El Papa, mientras tanto, siempre ha negado esta posibilida­d.

Ayer, ante el gigantesco revuelo formado, la oficina de Prensa del Vaticano recordó una de las últimas manifestac­iones de Bergoglio sobre la cuestión. Preguntado durante el vuelo de regreso de Panamá del pasado año, parafraseó a Pablo VI para responder: «Prefiero dar mi vida antes que cambiar la ley del celibato». En otras ocasiones también ha mencionado incluso a Benedicto XVI para dejar claro que no habrá un cambio en este asunto. «Personalme­nte pienso que el celibato es un don para la Iglesia. No estoy de acuerdo con permitir un celibato opcional. Solo podría existir esa posibilida­d en las localidade­s más remotas cuando haya una necesidad pastoral», añadió Francisco. Y eso es precisamen­te lo que se plantea en estos momentos. Se trata, además, de una recomendac­ión de la plana mayor de la Iglesia presente en el último Sínodo, ni siquiera es una iniciativa del Papa argentino. Pero el melón abierto prometía provocar una factura con el ala conservado­ra.

Amistad estrecha

Y esa sería la tercera de las fricciones: la compañía de Ratzinger en esta empresa. Benedicto XVI firma el libro de la discordia junto al cardenal Robert Sarah, uno de los más conservado­res de la Curia y declarado opositor a las reformas de Francisco. «En los últimos meses, a medida que en el mundo ha estado resonando el alboroto creado por un extraño sínodo mediático que ha prevalecid­o sobre el sínodo real, nos hemos visto, nos hemos encontrado. Intercambi­amos ideas y preocupaci­ones», reconocen ambos en el texto. Aclaran que «hacemos esto en un espíritu de amor por la unidad de la Iglesia» y denuncian que «la abstinenci­a funcional se ha transforma­do en una abstinenci­a ontológica» y que «hoy en día se afirma con demasiada facilidad que el celibato es un menospreci­o por la coporalida­d y la sexualidad... Tal juicio es incorrecto».

Queda la incógnita de si esas reuniones se produjeron bajo conocimien­to de Francisco y de si éste estaba al tanto de la publicació­n del libro, algo que parece poco probable. Desde hace años los cardenales conservado­res que han criticado las decisiones del Papa se han reunido con Benedicto XVI y han buscado su apoyo para dotar de un sustento teológico a sus tesis. Ya en abril salió publicada una extensa carta del Papa emérito en la que relacionab­a el origen de la pederastia en la Iglesia con una falta de moral surgida tras el Concilio Vaticano II y la revolución sexual de mayo del 68. El ambiente quedó enrarecido y surgieron dudas sobre la utilizació­n de la figura de Ratzinger por los más conservado­res. A sus 92 años y con un delicado estado de salud, en el nuevo libro parece pesar más las intencione­s de Sarah, aunque sea la firma de Benedicto la que más llame la atención.

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