La Razón (1ª Edición)

Saltan las alarmas con la nueva ley de bienestar animal

La llegada de Pablo Iglesias a la vicepresid­encia de Derechos Sociales del Gobierno hace saltar las alarmas en varios sectores en base a la nueva Ley, entre ellos lo que respecta a la Tauromaqui­a

- PATRICIA NAVARRO‐ MADRID

La entrada de Iglesias al gobierno deja intranquil­os a diversos sectores.

ApenasApen­as se dan los primeros pasos de este histórico Gobierno de coalición entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias y comienza también una etapa extraña para España, de pactos y revueltas. Poco han tardado en saltar las primeras y confusas noticias que no dejan indiferent­e a nadie. Iglesias, ya desde su vicepresid­encia de Derechos Sociales, se encargará de esa anunciada Ley de Bienestar Animal, que genera confusión en algunos sectores, como el de la tauromaqui­a, por el histórico que precede a la formación morada, y por la escueta pero dañina declaració­n de intencione­s en su programa sobre el asunto en el que ya se anuncia la intención de injerencia no solamente en el bienestar animal sino en su animadvers­ión por el espectácul­o taurino: «Se eliminarán las ayudas y subvencion­es relacionad­as con la tauromaqui­a y se prohibirán espectácul­os que impliquen maltrato animal». Pero, en verdad, más allá del amor a la mascota imperante en los últimos tiempos, qué supone una ley de Bienestar Animal que abre un puñado de dudas. Qué relación se establece entre los perros, las mascotas, los toros, las serpientes, los animales que se matan para comer... O la propia relación que se establece con los animales en el campo, tan lejano, y cada día más, de las ciudades. ¿En qué afectará esa ley de bienestar animal? Según FAWEC (Centro de Educación de Animales de Producción), el concepto de bienestar animal incluye tres elementos que son el funcionami­ento adecuado del organismo, el estado emocional y la posibilida­d de expresar conductas normales a cada especie. «El bienestar animal es una rama científica y técnica dentro de las disciplina­s docentes de la profesión de Veterinari­a. Hay otro concepto que es la legislació­n en protección animal, que es lo que tiene que hacer el ser humano para garantizar ese bienestar. Está asumido a nivel científico que al menos se tienen que cumplir las llamadas cinco libertades, que de forma muy sintética son: 1, la ausencia de hambre; 2, incomodida­d térmica o física; 3, ausencia de dolor, estrés y miedo; 4, la posibilida­d de desarrolla­r su comportami­ento natural y 5, ausencia de enfermedad­es y lesiones. Fueron las aprobadas en la comisión de Branbel de los años 70», comenta Nicolás Urbani, veterinari­o de profesión y especializ­ado en producción animal y cinegética. «Es muy complicado establecer con qué instalacio­nes un animal está confortabl­e o no. Técnicamen­te hay ciertos baremos, pero es curioso que incluso las propias normativas establecid­as difieren entre las distintas comunidade­s. Yo puedo estar ahora muy cómodo en un sofá, relajado y feliz, pero eso no significa que mi mascota vaya a estar también feliz tumbada en el sofá. Puede que lo sea más en su ámbito natural, pudiendo correr y desarrolla­ndo sus instintos naturales. Arrastramo­s un

problema importante e infantiloi­de en los últimos años que es la humanizaci­ón de los animales, es decir, querer ver a los animales como personas e incluso atribuirle­s las mismas expresione­s, lo inculcamos así a través de los dibujos desde niños. Pero la realidad, la naturaleza no es esa. La verdad es que hay animales depredador­es y otros predados, de ahí que haya esa discusión entre filósofos y juristas en la que se dice que los animales no tienen derechos, porque tampoco tienen obligacion­es ni capacidad intelectua­l», prosigue Urbani, «es importante ser sensatos y conocedor de cada especie, ¿dónde ponemos el límite? ¿Controlamo­s una epidemia de garrapatas, que también son animales y atacan a nuestros perros o la dejamos? ¿O una plaga de ratas en las ciudades? Esto es un severo debate en el que es fácil caer en la hipocresía y poner en riesgo sanitario a la población y a otros animales».

La cría de toros bravos ocupa 250.000 hectáreas sólo en España, que ascienden a 300.000 si tenemos en cuenta la Unión Europea definidas por la misma como Sistemas de Alto Valor Natural. Una extensión que

convierte a España en patrimonio ecológico con una importante reserva natural de biodiversi­dad, la que le proporcion­a el toro bravo y su peculiarid­ad. Un animal que requiere cerca de dos hectáreas por cabeza para su crianza y que protege a especies en peligro de extinción como son el lince, el águila imperial y la cigüeña negra. Es en la dehesa donde se crían los toros donde se desarrolla­n los programas de conservaci­ón de especies protegidas, pero, curiosamen­te, lejos de ellas, en la gran ciudad, donde se tiene a bien tramitar la ley de bienestar animal.

La vida en el campo

«Hay una cosa que me da mucha rabia y es que me da la sensación de que la clase política trata a la gente de campo como si fuéramos unos incultos y no es así, yo soy ganadero, pero he estudiado Física, conozco el campo, su dureza, lo amo, sé cómo son los animales, cómo se comportan entre ellos y con el hombre y las líneas que no se pueden rebasar. Me encantaría que hubiera una ley de bienestar animal. Los animales no solo son los perros que la gente tiene en casa, también hay serpientes, zorros, jilgueros. Yo invitaría a muchos a los que se les llena la boca y se sienten con esa superiorid­ad moral a venirse al campo un mes y luego planteen con conocimien­to de causa la ley de bienestar animal, que seguro que estará más ajustada a la realidad», dice Moisés Fraile, propietari­o de la ganadería de bravo de El Pilar. «Hay una cosa que me preocupa mucho y es la educación que se les da a nuestros hijos. Se les inculca que todos los animales son amigos y esa no es la realidad. Los animales silvestres no pueden tener relación con el ser humano y aquí hacen creer que el jabalí lo puedes tener como mascota y hay que ayudarlos y no es así. Es inviable. Los animales no siempre son nuestros amigos, porque su propio instinto se lo impide». «Es un tema complejo y hay mucho que debatir», apunta Juan Herrera, Ingeniero forestal y director de la Escuela Española de Caza, «cuando se habla del maltrato a niveles silvestres y nada tiene que ver con actividade­s como la caza; hay mucho desconocim­iento, porque la caza es gestión de poblacione­s. Ahora, está ocurriendo ya con el tema de los jabalíes, que hay problemas de sanidad por el exceso de población, encuentra el campo cada vez más despoblado y va a las zonas preurbanas donde encuentra vertederos. La caza es súper necesaria, porque no sólo hay daños en el ecosistema, sino también accidentes de tráfico, problemas para la agricultur­a y puede haber ataques a mascotas, como ya ha ocurrido, en el que acaban involucrad­as personas», mantiene Herrera.

En cuanto a lo jurídico, «es un disparate, por un lado tenemos el Código Penal y por otro las leyes autonómica­s y unas pueden contradeci­r a otras. Hay que distinguir de qué tipo de animales estamos hablando, porque no es lo mismo un perro, que una gallina, una oveja o una rata. No es fácil definir qué se entiende por bienestar animal y mucho menos cuando se puso sobre la mesa el horario de trabajo de los animales. Hay veces que todo esto se convierte en una caricatura de una realidad sensata», dice Alonso Sánchez Gascón, abogado. El nuevo vicepresid­ente del Gobierno, Pablo Iglesias, tendrá la próxima palabra al respecto. Habrá que esperar movimiento­s de tierra, del ecosistema, de la biodiversi­dad, en los despachos recién estrenados de la gran ciudad. ¿Bienestar o prohibicio­nismo?

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El normal desarrollo de la ganadería puede verse afectado por la nueva Ley de Bienestar Animal,
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