Gobierno de concentración

CuentanCuentan que ayer, en los jardines de La Moncloa, Pedro Sánchez y su hombre fuerte, el amante del ajedrez Iván Redondo, prepararon una coreografía muy «guay» e hicieron desfilar uno por uno, y una por una, a todos los ministros y a todas las ministras del Gobierno de concentración que han preparado, en una mañana muy fría. Después posaron juntos y juntas para la tradicional «foto de familia». Por más vueltas que doy al asunto no acabo de entender muy bien cómo van a congeniar Iglesias, Montero y la nueva ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, por poner unos ejemplos, con el titular de Seguridad Social, Jose Luis Escrivá, o Nadia Calviño, a los que se supone los guardianes de la ortodoxia, puestos ahí para contentar a los mercados y a Bruselas. Más que un Gobierno de coalición parece un Gobierno de concentración nacional para hacer frente a los difíciles retos que tenemos por delante por la disparidad ideológica de sus miembros. Me parece que este equipo tiene dos principios muy claros. El primero, que todos están de acuerdo en que lo más importante es mantenerse en el poder y a este fin lo van a supeditar todo, por lo que el nuevo Ejecutivo podría durar mucho. El segundo, que estando de acuerdo en el punto primero, luego andan en desacuerdo en todo lo demás, por lo que el Gobierno podría saltar por los aires en cualquier momento, o por lo menos alguno de sus miembros o miembras. La verdad es que no sé con cuál de las dos posibilidades quedarme y cuál es menos mala.