ES EL MERCADO, ESTÚPIDO
A estas alturas del siglo XXI, recién iniciado 2020, podemos afirmar sin ningún género de duda que el mercado del arte es más interesante que el arte en sí mismo. Y el motivo que conduce a sostener esto es que, en la actualidad, el componente extravagante y transgresor que siempre han caracterizado a las prácticas artísticas contemporáneas se ha desplazado desde la propuesta estética y discursiva hasta los criterios de cotización y de compra. La imprevisibilidad del mercado ha incorporado otro ejemplo desconcertante: el de Mikal Akar; un niño alemán de 9 años, con seis exposiciones individuales en su haber, y que, en su última muestra en Berlín, está vendiendo pinturas por valor de 8.000 euros. ¿Qué tienen los cuadros de este niño para que hayan alcanzado una cotización tan notable? Quizá, la pregunta que verdaderamente conviene formular no es tanto ésta como la siguiente: ¿qué valores le han adjudicado a sus obras quienes aspiran a especular con ella? Seamos sinceros: los cuadros de Mikal no dejan de ser abstracciones elementales, de carácter gestual y de un cromatismo subido. Ningún adulto que realizara este tipo de pintura pasaría de ser un pintor local. Pero una alianza de galerista y coleccionistas ha querido pagar lo suficiente como para convertir a Mikal en un niño prodigio, el «nuevo Picasso». El valor que poseen sus pinturas no es otro que el estar realizadas por alguien que solo tiene 9 años. No hay nada más. El mercado no busca identificar la calidad –de ser así, los artistas más cotizados del momento presente serían otros muy diferentes a los que venden por millones de euros sus trabajos–; lo que busca el mercado es detectar unas cualidades extraartísticas que puedan funcionar como producto. En el circo de cifras récords, solo faltaba un menor. Después de la banana de Cattelan, explotar el potencial de la «infancia prodigiosa» es uno de los últimos territorios casi vírgenes que le queda a la mercadotecnia artística. Y aquí esta: se llama Mikal Akar, tiene 9 años y vende sus pinturas por 8.000 euros. Casi nada.