La Razón (1ª Edición)

Putin prepara su transición para 2024

El paso atrás de Dimitri Medvedev y todo su Gabinte facilita la aplicación de los cambios diseñados por el presidente ruso, que pasan por reforzar el Parlamento y el Consejo de Estado

- Anton Flagov - Moscú

El presidente ruso, Vladimir Putin, dio un sorprenden­te giro de timón ayer al proponer, en su mensaje anual a la nación, profundos cambios en la Constituci­ón que conllevarí­an un reequilibr­io de poder en los máximos niveles políticos del país y marcarían el rumbo de su sucesión, prevista para 2024. Sus enmiendas a la Carta Magna, que deberían ser sometidas al debate público y a una votación final del pueblo en referéndum, aunque también podrían ser promulgada­s por el Parlamento, son tan drásticas que provocaron la dimisión del primer ministro, Dimitri Medvedev, y todo su Gobierno, en la que podría ser la primera ficha caída de un amplio número del dominó ruso.

En primer lugar, Putin aceptó limitar a dos los mandatos presidenci­ales, cuando la actual Carta Magna obliga a dejar el Kremlin transcurri­do ese plazo pero no impide volver posteriorm­ente. Pero lo que «invitó» a Medvedev a poner su cargo a disposició­n del presidente fue la intención de Putin de restar poder a la figura del primer minsitro para que el Parlamento desempeñe un mayor papel en la vida política y en el equilibrio de poderes. Hasta ahora, el presidente designaba al primer ministro y la Duma se limitaba a dar su visto bueno. Después nombraba a sus adjuntos y a todos los ministros. «Propongo cambiar este orden y confiar a la Duma no solo consensuar, sino aprobar la candidatur­a del primer ministro, y después, conforme a la propuesta de éste, dar su aprobación a todos los viceprimer­os ministros y a los ministros federales», dijo. El presidente, por tanto, estaría obligado a aceptar las candidatur­as del Parlamento, aunque mantendría el derecho a destituir al primer ministro y a sus adjuntos. También ostentaría el control directo de las Fuerzas Armadas y las agencias de seguridad. Porque, en opinión de Putin, «Rusia, dado su contexto histórico, cultural y geográfico, no puede desarrolla­rse y existir de manera estable en forma de república parlamenta­ria» y debe seguir siendo una república presidenci­al fuerte.

Entre otros cambios, y en un claro intento de eliminar potenciale­s rivales al Kremlin, Putin abogó por unos requisitos más estrictos para las personas que se postulan a la presidenci­a. Según el mandatario, la persona que presente su candidatur­a para el cargo debe residir en el territorio de Rusia al menos 25 años, en vez de los diez actuales, así como no tener «nacionalid­ad extranjera ni permiso de residencia en otro Estado, no solo en el momento de participar en las elecciones sino nunca antes», en clara referencia a figuras opositoras que se han exiliado en otros países. Además, propuso que otros altos representa­ntes del Estado tampoco tengan nacionalid­ad extranjera, permiso de residencia o cualquier otro documento que les permita residir en otro Estado. En este apartado incluiría no solo a ministros, también a jueces e incluso funcionari­os.

Dos horas después del discurso, el primer ministro, Dimitri Medvedev, presentaba la renuncia del Gobierno en una reunión con Putin. Según Medvedev, las propuestas de Putin cambiarán el equilibrio de los poderes ejecutivo, legislativ­o y judicial del país. «En este contexto, es obvio que nosotros, como Gobierno de Rusia, deberíamos brindar al presidente la oportunida­d de tomar todas las decisiones necesarias, y en estas condicione­s, creo que sería correcto que el Gobierno de la Federación Rusa en su composició­n actual presentase la renuncia», señaló el jefe de Gobierno. Putin le dio las gracias y le propuso el puesto del vicepresid­ente del Consejo de Seguridad, un cargo creado «ad hoc» aún por crear. En este caso Medvedev sería un asesor de Putin, presidente a su vez del propio Consejo. Poco después Putin sometía a la considerac­ión de la Duma la candidatur­a del jefe del servicio tributario, Mijail Mishustin,

para encabezar el nuevo Gobierno.

Los analistas políticos en Moscú disienten sobre qué significar­ían las iniciativa­s de Putin. Unos ven bueno que el presidente «comparta» una parte de sus poderes, lo que pondría de manifiesto su intención de buscar una situación política estable en el país y acallar en parte las protestas en la calle y las demandas de la oposición. Otros creen que el experiment­ado político está tramando un plan para seguir en el poder después de que expire su mandato en 2024. De esta última opinión es el analista Kirill Rogov: «Es un modelo parecido al chino que permitiría a Putin permanecer al mando indefinida­mente al tiempo que fomenta la rivalidad entre posibles sucesores», dijo Rogov en Facebook Alexey Navalny, el líder opositor ruso más destacado, tuiteó asimismo que «el único objetivo de Putin y su régimen es mantenerse a cargo de por vida, confiscand­o sus riquezas para él y sus amigos».

De hecho, el presidente insistió en que para sacar adelante todos estos cambios, el país no necesita una nueva Carta Magna, pues «el potencial de la Constituci­ón de 1993 no se ha agotado». En particular, Putin propuso consagrar la supremacía de este texto sobre el derecho internacio­nal. «Esto significa que los requisitos del derecho internacio­nal y los tratados, así como las decisiones de los organismos internacio­nales, deberían tener validez en el territorio de Rusia solo en la medida en que no impliquen restriccio­nes a los derechos y libertades del hombre y del ciudadano, y no contradiga­n nuestra Constituci­ón», afirmó, lo que liberaría al país y a sus líderes de cualquier compromiso internacio­nal si así lo consideran pertinente. Esta propuesta fue una de las mayores sorpresas, porque para incluir esta enmienda, habría que adoptar una nueva Constituci­ón, ya que la supremacía del derecho internacio­nal está inscrita en la parte del texto actual que no puede ser enmendado.

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EFE

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