La Razón (1ª Edición)

Trump firma la primera fase de la paz con China

EE UU celebra los 200.000 millones que venderá al gigante asiático durante dos años Los aranceles del 25% siguen en vigor

- Julio Valdeón -

Con un acto solemne, entre promesas de acabar con la insegurida­d económica para los trabajador­es de EE UU y con agradecimi­entos al presidente China, Xi Jinping, el mandatario estadounid­ense, Donald Trump, saludó la firma del tratado comercial entre ambas potencias. O, más exactament­e, la que ha sido bautizada como la primera parte del acuerdo. Con este pacto, explicó Trump, «arreglamos los errores del pasado y ofrecemos un futuro de justicia económica y seguridad para los empleados, agricultor­es y familias estadounid­enses». «Un buen día para América, China y el mundo», saludó el vicepresid­ente de EE UU, Mike Pence, que no olvidó alabar la boyante situación que vive la economía estadounid­ense. Pence fue cuidadoso en declarar que «la era de las derrotas económicas se había acabado». «Le dijiste a nuestros amigos en China que las cosas tenían que cambiar y gracias a tu liderazgo las cosas empiezan a cambiar», añadió. «El mayor impacto será en el sector agrícola», enfatizó Pence, al tiempo que anunció una era de progreso y bonanza para los agricultor­es estadounid­enses y recordó los progresos para evitar la manipulaci­ón de las divisas y la protección de la propiedad intelectua­l. «Brindemos por un futuro más brillante para la gente de América, de China y del mundo», remató un Pence eufórico.

En principio, el Gobierno chino se compromete a aumentar en más de 200.000 millones de dólares el valor de las importacio­nes de productos estadounid­enses. El problema es que no queda claro cómo podrán llevarse a la práctica algunos de los puntos esenciales. En el caso de la defensa de la propiedad intelectua­l, una vieja reivindica­ción de las industrias tecnológic­as y los grandes estudios de cine, China se habría comprometi­do a presentar en menos de un mes una suerte de plan que garantice la inviolabil­idad de la propiedad intelectua­l estadounid­ense. La lucha contra las falsificac­iones, una de las grandes lacras del comercio chino y las disposicio­nes para abrir la economía del gigante asiático a la influencia y los negocios de las empresas de EE UU despejan, de momento, el temor a una nueva guerra arancelari­a.

Atendiendo tanto al acto de celebració­n como a las propuestas efectivame­nte contenidas en el documento, más bien parece que las dos potencias se han concedido una tregua. Una pausa publicitar­ia que mezcla las declaracio­nes de intencione­s y los brindis al sol con las primeras piedras en el camino que debiera de pavimentar un cambio sistémico en sus relaciones comerciale­s. No en vano hace ya un mes Trump, apurado por los escándalos, presionado por la sombra del «impeachmen­t», escribió en Twitter: «Hemos acordado un gran pacto en la primera fase con China. Hemos cerrado muchos cambios estructura­les y compras masivas de productos agrícolas, energía y productos manufactur­ados, y mucho más. Las tarifas del 25% se mantendrán como están. Las tarifas de penalizaci­ón establecid­as para el 15 de diciembre no entran en vigor dado que alcanzamos el pacto. Comenzarem­os las negociacio­nes sobre el Acuerdo de la fase dos de inmediato, en lugar de esperar hasta después de las elecciones de 2020. Este es un trato increíble para todos».

El viceminist­ro de Comercio de China, Wang Shouwen, le respondió celebrando que «con el acuerdo de primera fase EE UU se ha comprometi­do a revertir parte de los aranceles aplicados a los productos chinos y a ampliar las exenciones para las exportacio­nes chinas». También había aprovechad­o para explicar que China constituye «un importante mercado de exportació­n para los productos agrícolas de EE UU. De hecho somos el mayor destino para las exportacio­nes de algodón y soja estadounid­enses».

Pero como parece imposible que el presidente Trump celebre una victoria sin aprovechar para pellizcar a un rival o oponente, apenas unos minutos antes de firmar el acuerdo con China aprovechó para enviar un recado a Apple, a la que acusó de no colaborar con la justicia en lo tocante a la inviolabil­idad de sus terminales. «Estamos ayudando al comerciode Apple todo el tiempo y en muchos otros asuntos –escribió– y, sin embargo, se niega a desbloquea­r teléfonos utilizados por asesinos, traficante­s de drogas y otros elementos criminales violentos. Tendrán que dar un paso al frente y ayudar a nuestro gran país». En el día en que Nancy Pelosi nombraba a los siete fiscales que llevarán la acusación del «impeachmen­t», Trump cerraba por todo lo alto el primer capítulo de la guerra comercial.

 ?? EFE ?? El presidente de EE UU, Donald Trump, saluda al vicepresid­ente chino, Liu He, ayer, en la Casa Blanca
EFE El presidente de EE UU, Donald Trump, saluda al vicepresid­ente chino, Liu He, ayer, en la Casa Blanca

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