La Razón (1ª Edición)

Hispanos de acero

Jesús Rivilla, el preparador "sico, explica cómo se ha puesto a punto la selección para el Europeo: trabajo individual­izado y horas extra en vacaciones. Tras cada partido miden la capacidad de salto para saber la fatiga acumulada

- FRANCISCO MARTÍNEZ MADRID

«En«En deportes individual­es sí, pero en ningún otro equipo he visto el alto grado de responsabi­lidad que hay en éste para el cuidado personal», explica Jesús Rivilla, el preparador físico de los Hispanos, que arrancan hoy la segunda fase del Europeo ante la República Checa (16:00, Teledeport­e). El campeonato empezó oficialmen­te el 9 de enero, pero en realidad lo hizo mucho antes. Rivilla tiene que intentar que los jugadores de Jordi Ribera afronten el momento cumbre de la competició­n lo mejor posible, y que resistan lo que podrían ser hasta nueve partidos en 18 días. Esta vez la peculiarid­ad es que el Europeo ha comenzado una semana antes de lo normal, lo que implica menos tiempo de maniobra. Y había otra dificultad añadida. «Los de Polonia o Hungría, que terminaron su liga el 12-13, o los de España el 14-15, han tenido un alto grado de responsabi­lidad no sólo para descansar, que lo hicieron, sino para realizar un programa de entrenamie­nto autónomo, además con bastante carga y con hasta diez sesiones», desvela Rivilla.

Así, por ejemplo, mientras Julen Aginagalde aprovechab­a para desconecta­r unos días con la familia y «recuperar» la mente, no dejaba de lado el cuerpo. «Me mandaban fotos y vídeos entrenando a pesar de que algunos salieron con la familia fuera en los días libres, pero incluían una, dos y hasta tres horas de entrenamie­nto», asegura el preparador físico español. El objetivo es que todos llegaran a la concentrac­ión de finales de mes en condicione­s de empezar a trabajar duro. El disponer de menos tiempo de previa antes del torneo también supuso tener que «hilar muy fino para acercarte a la dosis máxima y hacer una buena puesta a punto sin arriesgart­e a tener más lesiones». «También se nos ha hecho indispensa­ble meter pequeñas dosis de preparació­n física cada 48 o 72 horas como máximo, hasta llegar al campeonato: por ejemplo, lo hicimos el 29 de diciembre, el 31 cada uno en su casa y el 2 de enero, ya de vuelta. Vamos cargando cada 4872 horas para no sólo mantener la preparació­n, sino si es posible llegar a un máximo», continúa Rivilla, que lleva algo más de tres años con el equipo. «Nos conocemos bien y por eso puedo individual­izar cada plan de trabajo, en los pesos, la velocidad en que deben levantar las cargas, los movimiento­s adaptados a su puesto específico...», insiste. Por ejemplo, no puede ser lo mismo el trabajo de Aitor Ariño, un extremo, que el de Viran Morros, el especialis­ta en defensa que tiene que chocar y empujar a rivales que van más allá de los 100 kilos.

El seguimient­o personal llega hasta el punto de hacer un cuestionar­io cada día para saber su disponibil­idad física, sus dolores o su calidad de sueño. «Este año usamos un dispositiv­o para medir la fatiga acumulada: mediremos el salto post partido porque es un dato bastante fiable. Y seguimos utilizando los que miden la velocidad de ejecución como elemento de control para ver cómo evoluciona la forma física día a día», añade. «Los datos de la primera semana de preparació­n a la segunda variaron para mejor hasta un 15 por ciento en varios jugadores. Es decir, que asimilan el trabajo rápido y pueden recuperar la forma en poco tiempo», finaliza Rivilla. Todo esto en colaboraci­ón con la labor de los médicos y los fisios permite que los jugadores puedan mantenerse bien tantos días.

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La selección española de balonmano hace piña durante un partido del Europeo

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