La Razón (1ª Edición)

Una gira de pesadilla

Shved dominó el partido a su antojo y la defensa del equipo blanco no existió

- MARIANO RUIZ DÍEZ

DosDos partidos en Rusia y dos derrotas. Después de la racha de 13 victorias consecutiv­as, el Madrid gripó ante el CSKA Moscú y el Khimki. El batacazo ante el equipo de Kurtinaiti­s tuvo poco que ver con el sufrido ante los campeones de Europa. El factor común más evidente, la ausencia de Rudy. El Khimki es un grupo muy talentoso que si se siente cómodo es capaz de cuajar actuacione­s como la que tuvo ante el Madrid. 102 puntos, 15 triples por encima del 50 por ciento de acierto y el liderato de un jugador capaz de ser diferencia­l en Europa si no enloquece, Alexey Shved. El escolta ruso cuajó su partido más completo de la temporada ante los blancos. Taylor, Causeur, Campazzo... dio igual que Laso rotara a sus defensores. Shved manejó el duelo a su antojo y lo hizo con una solidez pocas veces vista. No necesitó acaparar el balón ni hacer muchos lanzamient­os, su vicio habitual. Decidió que sus compañeros tenían que jugar y los alimentó hasta el empacho. Acabó con 21 puntos, 13 asistencia­s, 5 rebotes y 31 de valoración. Fue letal para los blancos.

En la Euroliga cualquiera es capaz de hacer puntos con facilidad. El Khimki es el mejor ejemplo. Rimas Kurtinaiti­s tiene un ejército de anotadores a su disposició­n. Tipos capaces de anotar desde cualquier lugar de la cancha y jugadores muy atléticos que pueden jugar por encima del aro sin temer a un Tavares apocado. Las dos derrotas del Madrid en Rusia no se pueden justificar en la baja de Rudy pese a la importanci­a del alero en las últimas semanas. El Madrid fue incapaz de sembrar alguna tachuela en el camino del Khimki. 25 puntos en el primer cuarto, 30 en el segundo, otros 25 en el tercero, más de 90 con cinco minutos por jugar. La defensa fue un coladero. Por fuera, por dentro, por todos los lados.

Shved leyó mejor que nadie el partido. Acostumbra­do a consumir ataques sin tregua, el ruso apostó por la seriedad y la concentrac­ión. No abusó del tiro (un desconocid­o 8/10 en tiros de campo) y se empeñó en aprovechar a sus compañeros. Anotó los cuatro primeros triples que intentó, pero lo importante no era eso. En los dos primeros cuartos ya había repartido 8 asistencia­s. El Khimki era una máquina de generar puntos. Los porcentaje­s revelaban que la defensa del Madrid era una broma: 65 por ciento en tiros de dos y 54 en tiros de tres. 55 puntos encajados, casi los mismos que 48 horas antes en todo el partido frente al CSKA.

Para alterar los biorritmos, Laso decidió que tenía que ser Campazzo el «stopper» para Shved. Hubo algún apunte de reacción, aunque fue tímido. Cuando el Khimki se olvidó de los vicios del «Shvedsiste­ma» y su estrella volvió a centrarse, el partido se acabó. Cerró el tercer cuarto con un mate para que la diferencia se mantuviera por encima de los diez puntos y para que se supiera quién mandaba. El acierto en el tiro exterior hizo el resto. El ataque de dignidad del Madrid en los minutos finales evitó que la derrota fuera tan sangrante como llegó a apuntar durante el último cuarto.

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EFE Causeur anotó 17 puntos ante el Khimki, pero sirvieron de poco

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