La berrea, un espectáculo de la Naturaleza
El Parque Nacional de Cabañeros, entre Toledo y Ciudad Real, es uno de los mejores lugares para contemplar el mítico cortejo del ciervo
«Tiembla el aire, te resuenan los pulmones por dentro, es un pasmo auténtico del interior de la Naturaleza...» Ángel Gómez Manzaneque lleva diecisiete años en Cabañeros y conoce mejor que nadie los secretos de este impresionante paraje de monte mediterráneo en el centro de la península que en estos días de septiembre es el mejor escenario para la berrea, la reproducción de uno de los ejemplares más emblemáticos de nuestra fauna, el ciervo ibérico.
«La mejor hora es la caída de la tarde, cuando el sol comienza a ponerse», explica. A partir de ese momento, el ciervo empieza su viejo rito de apareamiento que estremece la llanura. En realidad, la berrea no es otra cosa que el cortejo de los machos a las hembras, que deciden quiénes deben cubrirlas. Es a través del grito atronador del macho como se inicia la primera selección.
«De lo que se trata –comenta Ángel– es de aclarar entre los machos quién debe reproducirse. Para ello, emiten ese grito gutural, ronco, que te encoge el alma. Intentan atraer a las hembras, como diciendo «aquí estoy yo».
Gómez Manzaneque es en la actualidad el director conservador del Parque Nacional. Aunque su mundo ha sido el de las aves, conoce perfectamente el sentido y liturgia de la berrea, un acontecimiento de la Naturaleza que cada vez suscita mayor curiosidad y número de visitas. Cabañeros en un parque nacional de más de cuarenta mil hectáreas, que abarca seis términos municipales: Alcoba de los Montes, Horcajo de los Montes, Retuerta del Bullaque, Navas de Estena, Los Navalucillos y Hontanar. Los cuatro primeros son de la provincia de Ciudad Real y los otros dos, de Toledo.
Ocho mil de esas hectáreas pertenecen al Estado, mientras que el resto lo constituyen fincas privadas. La población de ciervo ibérico en la actualidad, según los últimos cálculos del parque, es de unos tres mil quinientos aproximadamente. El conteo suele hacerse en La Raña, al madurar la bellota, alimento principal de los cérvidos.
Para ver la berrea en Cabañeros, es necesario ponerse en contacto con la empresa Aventuras Cabañeros. Lo ideal es realizar la visita en todoterreno con un guía que explica el parque y la berrea al caer de la tarde. La mejor época es esta que oscila entre mediados de septiembre y la mitad de octubre. Sucede, sin embargo, que prácticamente todos los fines de semana de aquí al Pilar están completos. En cambio, a diario, no hay problema alguno para recorrer el parque y asistir a la berrea, pues apenas hay visita alguna.
«Lo mejor es estar en un sitio tranquilo, sentarte y esperar el bocinazo», dice Ángel. «La hembra distingue por el tono de voz y su longitud las dimensiones del macho. Son gritos disuasorios, para evitar rivales. Cuando son similares, comienza entonces el tiempo de la intimidación física, se esponjan para ver quién es el más grande. Ya al final, si tampoco ha quedado claro quién cubrirá a la hembra, es entonces cuando comienzan las peleas y hacen chocar las cornamentas. Las hembras no pelean, únicamente lo hacen con las pezuñas si el macho que las cubre no da la talla».
Ángel disfruta contando y explicando este espectáculo mítico de la Naturaleza, que parece regurgitar de las mismas entrañas de la tierra. Tiene sesenta y seis años, cuarenta y tres de los cuales los ha pasado en Seo Bird Life y muchos de ellos también como funcionario del Ministerio de Medio Ambiente, ahora para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.
Cabañeros es un pulmón verde que se levanta en mitad de los Montes de Toledo y que en su día estuvo en el centro de la polémica al querer ubicar allí el Ministerio de Defensa un campo de tiro. La movilización popular lo evitó y consiguió, en tiempos de José Bono y Felipe González, que finalmente fuese reconocido como Parque Nacional.
Asistir a la berrea es un acto litúrgico, ancestral, ritual, marcado y signado por sus propias pautas. Contemplarla es una de las mejores experiencias para comprender el hondo misterio que entraña la vida y la Naturaleza.