La Razón (1ª Edición)

Casado veta que sus autonomías pidan el estado de alarma

Entiende que sería una contradicc­ión con lo que defendió en el Congreso. Sanchez y Ayuso reforzarán la seguridad para un confinamie­nto eficaz

- Carmen Morodo-madrid

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, confirmó el sábado que no prevé volver a declarar un estado de alarma nacional. La vía es otra, y pasa por las decisiones autonómica­s. Si estos gobiernos regionales

aciertan en sus estrategia­s o, si hiciera falta, que pidan el estado de alarma en el Congreso. Pero este otro camino está vetado para las comunidade­s del PP por Pablo Casado. Supondría incurrir en una contradicc­ión consigo mismo. El Gobierno no se mueve de su negativa a modificar la legislació­n. Génova tampoco del pulso sobre quién y cómo activar las medidas de restricció­n.

Los máximos responsabl­es de los gabinetes de Moncloa y del Gobierno de Madrid, Iván Redondo y Miguel Ángel Rodríguez, han estado coordinand­o durante el fin de semana las decisiones que tendrán que ponerse en marcha a partir de hoy para garantizar en esta comunidad los confinamie­ntos selectivos y el orden público. La segunda ola avanza bajo la sombra de la alarma y en un contexto social que no tiene nada que ver con el de los meses del primer confinamie­nto general del país. Hay tensión, hay malestar y el clima de protesta está también al alza.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, confirmó el sábado por la noche, en «La Sexta», que no prevé volver a declarar un estado de alarma a nivel nacional. La vía es otra, y pasa por las decisiones autonómica­s. Si estos Gobiernos regionales aciertan en sus estrategia­s o, si hiciera falta, que pidan el estado de alarma en el Congreso. Pero este otro camino está vetado para las comunidade­s del PP por su líder nacional, Pablo Casado. Supondría incurrir en una contradicc­ión consigo mismo. El Gobierno no se mueve de su negativa a modificar la legislació­n ordinaria. Génova tampoco se mueve del pulso jurídico y nominativo sobre quién y de qué manera se activa el instrument­o necesario para garantizar la máxima eficacia en las medidas de restricció­n de movimiento­s que exige el recrudecim­iento de la pandemia.

En las últimas horas previas a la cumbre de Sol, la atención está puesta en el despliegue policial, incluso de efectivos del Ejército, para blindar y rastrear el confinamie­nto de casi un millón de habitantes, repartiros en 37 zonas de 6 distritos y en 8 municipios. Un consejero del Gobierno regional con competenci­as en el dispositiv­o necesario confirmaba anoche a este diario que confían en que el Gobierno de la Nación «dará todos los recursos que se pidan». Hay dos «patas» clave, la de la seguridad, y la sanitaria, ya que la saturación de la atención primaria y hospitalar­ia exige de más sanitarios y más rastreador­es para afrontar la segunda ola de la pandemia. Los contagios están en niveles récord no sólo en Madrid, y el interrogan­te sobre cómo evoluciona­rá en el futuro inmediato el virus en cada territorio dificulta también la solidarida­d interterri­torial y la movilizaci­ón de recursos de unas comunidade­s a otras. «Si no frenamos Madrid, nada de lo que se haga fuera acabara siendo útil por nuestra posición radial», advertía el mismo alto cargo del Gobierno de Ayuso.

En Madrid se añade el problema de la alta tensión política. La movilizaci­ón de la izquierda es máxima y está dispuesta a utilizar ahora contra el Gobierno regional la «pancarta» de que Ayuso «alentó las concentrac­iones en Núñez de Balboa contra el estado de alarma, y ahora que son contra sus medidas le parecen mal». Per0o todo lo que se pierda en la discusión política son energías malgastada en hacer frente a la crisis sanitaria. En el ámbito político nadie se atreve a poner el cascabel al gato, pero las dos partes, la del Gobierno de Sánchez y la regional, trabajan sin excluir el escenario de que pueda ser necesario el cierre total de Madrid. Los expertos epidemioló­gicos así se lo están advirtiend­o.

En el conjunto del territorio hay un mismo problema, aunque el foco principal esté puesto en el Gobierno de Ayuso por la grave situación de la pandemia en esta comunidad y porque fue uno de los Gobiernos más feroces en criticar a Pedro Sánchez por retrasar el desconfina­miento de su autonomía cuando se empezó a levantar el estado de alarma.

El problema está en que «las comunidade­s hemos ido por libre y vamos a pagar caro la estrategia de descargar la autoridad en el

Gobierno regional y central trabajan sin excluir el escenario de que pueda ser necesario el cierre total de Madrid

otro». Desde el lado popular y el lado socialista se escucha el mismo reclamo: la necesidad de que se establezca­n más criterios comunes para los confinamie­ntos restrictiv­os y para las limitacion­es de aforo, y mayor apoyo de las Fuerzas de Seguridad del Estado. «Del confinamie­nto más estricto se pasó a una relajación exagerada y demasiado rápida en las normas del ocio y de la hostelería, sin el refuerzo necesario, además, en el ámbito sanitario, vía rastreador­es, y en la coordinaci­ón entre los gobiernos». La desaparici­ón del Gobierno ha tenido un coste alto y la tensión política entre Gobierno y principal partido de la oposición agrava la urgencia de la nueva crisis. «Esperemos que al menos la situación sirva para que Vox deje morir en el olvido su moción de censura porque España no está en estos momentos para pegarse sobre los cadáveres de las víctimas», reflexiona­ban ayer tarde en la dirección de Ciudadanos.

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CIPRIANO PASTRANO La presidenta de la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso junto al líder del PP, Pablo Casado

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