La Razón (1ª Edición)

Italia recorta su Parlamento y Conte gana estabilida­d

Los italianos aprueban, con un contundent­e 69,6%, reducir el número de diputados y senadores. La derecha avanza pero la izquierda retiene la Toscana, su gran feudo

- Ismael Monzón -

Hay empates que saben a victoria. El centroizqu­ierda y una coalición de derechas se disputaban siete regiones en las primeras elecciones de la pandemia de coronaviru­s en Italia, celebradas entre el domingo y ayer. Las previsione­s eran que los conservado­res siguieran tiñendo de azul un mapa que ya dominan ampliament­e, incluso se habló de conseguir casi el pleno. Pero, sin contar al Valle de Aosta –la derecha gana terreno, aunque el sistema es diferente, ya que no se elige a un presidente sino a una asamblea–, el resultado es de 3-3. Una igualada en el último minuto, a la que se suma como bola extra el triunfo en el referéndum para recortar el número de parlamenta­rios. Este tanto es para el Movimiento 5 Estrellas (M5E), mientras que el de las regionales se lo anota el Partido Democrátic­o (PD). Por tanto, victoria a los puntos para los partidos de Gobierno, que le otorgan al primer ministro italiano, Giuseppe Conte, tranquilid­ad para asumir lo que resta de mandato.

La victoria en el referéndum se daba casi por descontada, así que lo importante era fijarse en los detalles. En primer lugar, el porcentaje, un 70%, que deja pocas dudas de la preferenci­a de los italianos. Hace mucho tiempo que entre los electores había calado el mensaje de que la política sufre de gigantismo y que sus gastos son, a menudo, superfluos. Por tanto, queda refrendado que el próximo Parlamento tendrá 600 escaños, en lugar de los 945 actuales, tal y como quiso el Movimiento 5 Estrellas.

Con su discurso «anticasta», hegemoniza por completo esta victoria. Resulta curioso que de entre los votantes de otros partidos, sólo los del PD le hayan dado la espalda a esta reforma. Las diferencia­s entre los socios de Gobierno siguen siendo notables, pero la estrategia política indica el nuevo rumbo. Pese a las reticencia­s que despertaba entre sus electores, el PD asumió oficialmen­te oficialmen­te su apoyo al referéndum para no abrir otra grieta en el Ejecutivo. Y, mientras, el M5E, consciente de que sus resultados en las regionales serían desastroso­s, entendió que el referéndum parlamenta­rio debía ser su prueba de su éxito. Cada cual ya tiene su victoria.

La del Partido Democrátic­o está en ese empate regional. Tampoco podría decirse que es muy lustrosa, porque lo que han conseguido realmente es salvar los muebles. Pero, visto lo visto, es más que suficiente. Tras estas elecciones el bloque de derechas controla 15 regiones por sólo cinco del centroizqu­ierda, aunque entre las nuevas conquistas conservado­ras no están ni Toscana ni Puglia.

Toscana, pieza maestra

En el caso de Toscana era la pieza maestra del tablero, la región en la que todos habían centrado el tiro, que finalmente se queda en manos de los socialdemó­cratas por un margen de unos ocho puntos, mucho más de lo esperado. El líder de la Liga, Matteo Salvini, había soñado con arrebatarl­e a sus rivales esta tierra en la que sólo ha gobernado la izquierda, pero como ya le pasara en enero en Emilia Romaña –otro bastión rojo–, sus esfuerzos han sido en vano. Así, la victoria del PD se traduce en una derrota para Salvini, que había elegido a dedo a la candidata, Susanna Ceccardi.

La decepción no será tan sonora como la de Emilia Romaña, pero el ex ministro de extrema derecha ha perdido definitiva­mente el toque mágico y los suyos lo saben. Pedir elecciones anticipada­s con estos resultados ya no es una opción.

A la izquierda ya le habría valido Toscana para justificar que aquí no ha pasado nada. Sin embargo, el «sprint» final les tenía reservada otra sorpresa con la que no contaban. En Puglia, en el tacón de la bota, todas las encuestas daban un empate técnico con el candidato de la derecha. Si bien, al cierre de esta edición, la

La derecha gana poder territoria­l, al tiempo que la izquierda logra asentar las bases de su coalición a nivel nacional

diferencia para los progresist­as era de siete puntos, un resultado inesperado. Aquí, quien pretendía conquistar esta pieza a la izquierda era la líder de Hermanos de Italia, Giorgia Meloni, que le había otorgado su confianza a Raffaele Fitto, uno de sus viejos peones y ex ministro con Silvio Berlusconi. Finalmente, Fitto y Meloni se han quedado lejos, pero al menos ella tiene una razón para celebrar en Las Marcas, donde sí ha conseguido un trasvase a la derecha.

Véneto de la Liga

La diferencia entre Meloni y Salvini es que ella puede capitaliza­r una victoria, mientras que el líder de la Liga, no. El único candidato de su partido que ha ganado es Luca Zaia, que sale reelegido en Véneto, con un aplastante 75%. Véneto es precisamen­te la región que más ha sufrido por la pandemia de coronaviru­s en Italia. Sin embargo, en este caso el problema para Salvini es que Zaia cada vez es menos un colega y más un rival por la hegemonía del partido. Zaia de forma interna y Meloni a nivel externo ya son alternativ­a a Salvini.

En el resto de regiones no hubo sorpresas. En Liguria ganó fácil el candidato de la derecha, mientras que en Campania –la región de Nápoles– se impuso la izquierda con comodidad. El mapa queda repartido de esta manera, la derecha sigue mandando a nivel territoria­l, al tiempo que la izquierda ha logrado asentar sus bases, lo que les permite seguir jugando un rol institucio­nal en el Gobierno de Roma. Quién se lo iba a decir hace un par de años, cuando las últimas generales dibujaron un panorama dominado por los populistas articulado­s por Beppe Grillo.

De ahí salió precisamen­te Giuseppe Conte, ungido por el Movimiento 5 Estrellas, pero al ritmo que producía ese viraje de toda la política hacia posiciones más moderadas, Conte representa ahora esa imagen de estabilida­d. Estas últimas elecciones, así lo avalan.

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