La salida de los ERTE se está frenando
El ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, suele compartir regularmente en su cuenta de Twitter la evolución de las cifras de trabajadores que se encuentran en un ERTE. No en vano, se trata de uno de los más claros indicadores de la salud del mercado laboral español durante esta pandemia: cuántos empleados ven suspendida su relación laboral como consecuencia de la hibernación económica y cuántos, en cambio, lo recuperan merced a la reactivación. En este sentido, en el peor momento del estado de alarma hubo 3,4 millones de empleados sometidos a un ERTE y a mediados de septiembre este cifra ya se había reducido hasta 743.000, esto es, el 78% de los trabajadores afectados ya había regresado a su puesto de trabajo. Sin embargo, la curva de recuperación es desigual: en mayo y junio, aproximadamente 40.000 personas abandonaban los ERTE diariamente; en julio, la cifra se mantuvo más o menos constante, puesto que unos 35.000 empleados continuaban saliendo de los ERTE cada día; la cosa comenzó a torcerse notablemente en agosto, con la generalización de los rebrotes, dado que el ritmo diario de salida cayó a aproximadamente los 9.000 trabajadores; pero es que durante la primera quincena de septiembre ha terminado por embarrancar, en tanto en cuanto menos de 6.000 trabajadores superan diariamente los ERTE. Por sectores, los más damnificados –los que menor índice de reactivación presenten– son los previsibles: agencias de viajes –sólo 24% de sus empleados han salido del ERTE–, radio y televisión (37%), transporte aéreo (44%), servicios de alojamiento (51%) o publicidad (58%). El saldo, por tanto, no es catastrófico pero sí preocupante: cada vez menos personas están saliendo de los ERTE y, por tanto, nos acercamos a consolidar una destrucción camuflada de empleo w–con nóminas socializadas entre los contribuyentes– de entre 500.000-600.000 trabajadores. Y ello suponiendo que la economía no se sumerja en más confinamientos que aboquen otra vez a muchas empresas a nuevos ERTE. No olvidemos que aquellas compañías que todavía tienen abierto un ERTE pueden volver a solicitar que sus plantillas se acojan a la suspensión de sus puestos de trabajo. El resto de compañías de sectores afectados pueden requerir a la autoridad laboral que vuelva a tramitar un ERTE. En suma, que nada nos garantiza que lo que ha bajado hasta el momento no vuelva a subir más adelante. Y, aunque no lo hiciera, el verdadero test de éxito de los ERTE nos vendrá dado en los próximos meses: si el paro aumenta con fuerza en el futuro, entonces los ERTE sólo habrán sido un muy caro alivio transitorio para el desempleo. La clave es controlar la pandemia.
En mayo y junio 40.000 personas salían cada día del ERTE. En septiembre son menos de 6.000 diarias y aún quedan 743.000