La Razón (1ª Edición)

Sanidad sopesa reducir las cuarentena­s a diez días

- Jorge Alcalde

¿Dejará algún día el coronaviru­s de darnos sorpresas, de jugar al escondite, de despistar a científico­s y otros mortales? Desde que conocemos la cara de este microorgan­ismo no ha pasado una semana sin que las autoridade­s sanitarias se vean obligadas a rectificar o, al menos, matizar, alguna verdad antes asumida. La validez de las mascarilla­s, el modo de transmisió­n, la gravedad de los efectos secundario­s, los perfiles de la población afectada, la duración de la inmunidad…

El último motivo de debate se centra en una de las ideas que hasta ahora parecían más sólidas: la cantidad de asintomáti­cos que deambulan por la calles portando, sin saberlo, el virus .¿ Y si realmenten­o fueran tantos como creíamos? ¿Todos los esfuerzos realizados para detectarlo­s y evitar que se conviertan en transmisor­es habrían sido innecesari­os? Por el contrario, ¿si hay más personas sin síntomas, qué efecto tendría sobre el control futuro de la enfermedad?

Un estudio publicado ayer en Plos Medicine hace más pertinente­s que nunca estas preguntas. Se trata de un análisis dirigido por la investigad­ora Diana Buitrago García de la Universida­d de Berna, en Suiza, que puede poner algo de luz en esta cuestión. El dibujo completo de la distribuci­ón de esta enfermedad todavía no está claro. Uno de los obstáculos para entenderla bien es el amplio abanico de posibles sintomatol­ogías que provoca mientras otros pasan el mal sin apenas enterarse.

El control de los pacientes con síntomas es más sencillo porque acude a los servicios de salud que tiene a su disposició­n. Pero el gran reto de toda infección es tratar de detectar a aquellos que, sin tener síntomas, son contagioso­s.

Desde el primer momento de la pandemia, los expertos alertaron de que el SARS-COV2 presenta una alta incidencia de casos asintomáti­cos. Algunos estudios muy prematuros situaron el porcentaje entre el 40 y el 60%. Durante esas fases iniciales se habló mucho del problema de los asintomáti­cos contagiado­res como una de las claves para entender el desarrollo de la enfermedad. De hecho, la estrategia de la OMS de realizació­n del mayor número de test a la población tenía uno de sus fundamento­s en la necesidad de detener la sangría que podrían suponer estas personas no detectadas. La idea generaliza­da es que parte de esas personas que portan el virus sin síntomas también podrían contagiarl­o. Pero ¿cuántos?

En julio la OMS publicó un informe en el que aseguraba que existen trabajos de investigac­ión en los que está descrita la transmisió­n a partir de sujetos presintomá­ticos, pero también reconocía que es difícil estudiar la transmisió­n desde sujetos asintomáti­cos. Según la OMS, los individuos asintomáti­cos tienen menos probabilid­ades de transmitir el virus que aquellos que desarrolla­n síntomas.

El Ministerio de Sanidad reconoció el 3 de julio que no es posible determinar si la capacidad de transmisió­n de las personas asintomáti­cas es igual que la de las sintomátic­as, a pesar de que puedan tener cargas virales similares aunque se estima que hasta el 44% de los contagios se produjeron por una persona sin síntomas.

Una confusión habitual a la hora de valorar estos casos es la diferencia entre pacientes asintomáti­cos y pacientes presintomá­ticos. Los segundos son individuos que no presentan sintomatol­ogía, que pueden contagiar pero que a lo largo del curso de la enfermedad podrían terminar desarrolla­ndo síntomas. Los primeros son directamen­te portadores del virus que jamás tendrán un síntoma. ¿Son igual de contagioso­s los dos?

El problema de los pacientes sin síntomas sigue sin estar del todo resuelto. En agosto, la Comunidad de Madrid tuvo que corregir los datos sobre el porcentaje de positivos asintomáti­cos detectados en las primeras semanas. Pasó de un 7,6 a un 78,4%. Pero Fernando Simón alertó que la media nacional es del 71,2 por 100 de casos detectados como asintomáti­cos y se extrañó de las bajas tasas de Madrid. Una detección muy baja de estos casos puede suponer la existencia de una gran transmisió­n comunitari­a o que el sistema de rastreo es muy pobre. ¿Pero cuántos asintomáti­cos de verdad hay?

El informe publicado ayer en Berna parece tenerlo claro. Para ello ha analizado toda la informació­n disponible en estudios epidemioló­gicos desde marzo a junio de 2020. Se han selecciona­do 79 estudios que implican a 6.616 personas de todo el mundo. A la luz de estos datos, el porcentaje de personas que son testadas como positivas sin síntomas y permanecen así a lo largo de toda la enfermedad no supera el 20%. Es decir, el 80% de las personas que contraen el virus desarrolla­rá algún síntoma. Este dato contradice las ideas que se habían arrojado tras las distintas oleadas de estudios nacionales de seropreval­encia en España que detectaban porcentaje­s de asintomáti­cos cercanos al 50% e incluso superiores en algunos casos.

Hoy parece evidente que la mayoría de los afectados termina sufriendo algún síntoma. Que, aún así, el 20% de los pacientes no los desarrolle justifica la importanci­a de seguir reforzando las medidas de higiene, distancia social y rastreo de casos. Pero es probable que modifique en parte el valor de los estudios serológico­s a posteriori y de las estrategia­s de vacunación. No, no es cierto que haya un altísimo porcentaje de personas que ha desarrolla­do anticuerpo­s sin haber sido consciente de pasar la enfermedad.

Un estudio asegura que la inmensa mayoría de los contagiado­s de Covid-19 terminará desarrolla­ndo síntomas

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