La Razón (1ª Edición)

Una manifestac­ión sectaria y peligrosa

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«Estamos ante la intensific­ación de la estrategia de acoso a Isabel Diaz Ayuso»

HaceHace bien el delegado del Gobierno en Madrid y secretario provincial del PSOE, José Manuel Franco, al retirarse de la convocator­ia de la manifestac­ión anti Ayuso del próximo domingo. Recuerda Franco el riesgo que suponen para la salud pública la concentrac­ión de muchedumbr­es en estos momentos y actúa en consecuenc­ia con su cargo político, pues él mismo sería el responsabl­e de autorizar un acto de protesta que, al contrario de la manifestac­ión feminista del 8-M, ni siquiera estaría amparado por la excusa del desconocim­iento o la ignorancia. Tiene mucha menos importanci­a que suscriba las demandas de los convocante­s, pues forma parte de un concepto partidista, diríase binario, de la acción política que, últimament­e, parece haber arraigado con fuerza en el socialismo español. Para entenderlo, basta con preguntars­e qué diferencia hay entre las medidas de limitación de la movilidad que ha aplicado la Comunidad de Madrid para algunos barrios y las que se han llevado a cabo en una treintena de otras localidade­s españolas, algunas, incluso, más restrictiv­as. Medidas que nadie tildó de «segregador­as», aunque afectaban a grupos de personas de diferentes estatus socioeconó­micos, como los trabajador­es temporeros, y que están fundamenta­lmente basadas en datos objetivos, que se pueden lamentar, pero no desdeñar con la demagogia al uso. Así, que la izquierda y sus asociacion­es afines acusen a la Comunidad de Madrid de adoptar medidas «clasistas» y con la intenciona­lidad de «criminaliz­ar a los pobres», no deja de ser un dislate que busca en el cultivo del rencor social unos dudosos réditos políticos y electorale­s, como bien pudo comprobar la anterior alcaldesa, Manuela Carmena, con los malos resultados que obtuvo en los distritos del sur de la capital de España, a los que, simplement­e, olvidó durante su gestión. Que se ignore dolosament­e que el patrón de la epidemia de coronaviru­s es similar en todas las grandes ciudades del mundo, como bien saben en Nueva York, Milán, Londres o París, responde también a una estrategia política de acoso y derribo de Isabel Díaz Ayuso, convertida para la izquierda en epítome de todo mal. Sin embargo, hay un límite que no es legítimo traspasar y es el que afecta directamen­te al bien común, como es la salud y el bienestar de los ciudadanos. Porque no es sólo una manifestac­ión sectaria, sino que representa un peligro cierto para el conjunto de la población de Madrid y aún de España. Un exceso de confianza en el Gobierno de la nación, que trasmitió una falsa sensación de victoria sobre el virus y aceleró el proceso de desconfina­miento y vuelta a la normalidad, ha hecho que la pandemia retorne con fuerza. Ahora, sólo queda actuar en consecuenc­ia.

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