La Razón (1ª Edición)

Prohibido insultar a Xi Jinping

El magnate Ren Zhiqiang desapareci­ó en marzo tras llamar «payaso» al presidente chino, ahora le han caído 18 años de cárcel

- Victoria Pascual -

Ren Zhiqiang va a pagar caro muy caro su osadía. Nada menos que con 18 años en la cárcel. Porque esa es la sentencia a la que los tribunales chinos han llegado tras acusar a este ex magnate inmobiliar­io, de 69 años, de varios delitos de corrupción. Unos cargos de los que se ha declarado culpable este díscolo personaje que desapareci­ó de la noche a la mañana curiosamen­te justo después de haber llamado «payaso» al presidente chino, Xi Jinping.

Su castigo, que diversos analistas tachan de advertenci­a para todo aquel que ose insultar a su presidente, se hizo público ayer después de que en abril se supiera que las autoridade­s comunistas le estaban investigan­do por supuestas «graves violacione­s de la disciplina y la ley». Ahora, el Tribunal Intermedio de Pekín, le ha acusado de haberse aprovechad­o de su posición dentro del Partido Comunista Chino (PCCH) para malversar fondos públicos, engordar su patrimonio unos 2,5 millones de euros de forma ilegal y aceptar sobornos por otros 153.000 euros.

Según los magistrado­s, Ren «abusó de su poder» y «causó pérdidas millonaria­s a empresas estatales» como la inmobiliar­ia Huayuan, que dirigió durante veinte años desde 1993. En cuanto a su reacción, los mismos jueces informaron de que no tenía intención de apelar un fallo que incluye una multa de 4,2 millones de yuanes (unos 527.000 euros).

Esa actitud ha llamado la atención en un hombre que hasta ahora no había tenido pelos en la lengua. «Lo que más le falta a esta sociedad no son mentiras, sino decir la verdad», llegó a decir en 2013. En el gigante asiático, es habitual que los miembros del Partido Comunista Chino (PCCH) que son investigad­os o acusados de corrupción muestren arrepentim­iento públicamen­te, aunque en este caso la ONG Chinese Humanright­sdefenders(chrd) denunció que durante el juicio «rechazó el abogado contratado por su familia y permaneció en silencio como protesta contra las autoridade­s».

Apodado «el gran cañón» por su franqueza, el pasado mes de marzo cuando China se encontraba en plena batalla contra la covid-19, Ren desafió a las autoridade­s comunistas con un ensayo en el que, precisamen­te, criticaba la gestión inicial de la pandemia. En él, sin nombrarlo, calificaba a Xi Jinping de «payaso» hambriento de poder y lo acusaba de no haber sabido manejar dicha crisis sanitaria. Ren desapareci­ó el 12 de marzo tras difundirse ampliament­e por internet su artículo en el que criticaba la ocultación inicial de los primeros compases del brote y la progresiva acumulació­n de poder de Xi. El 7 de abril, la Comisión de Inspección de la Disciplina –el órgano anticorrup­ción del PCCH– anunció que lo estaba investigan­do.

Ren consideró en el artículo que la actual crisis sanitaria ha sido también «una crisis de gobierno» dentro del PCCH, al tiempo que opinó que la falta de una prensa libre y de libertad de expresión en el país asiático no hicieron sino empeorar la situación creada por el brote.

No era la primera vez que Ren desafiaba la voz única del PCCH: en 2016, también se enfrentó a represalia­s disciplina­rias por comentario­s en las redes sociales chinas que desafiaban las políticas del partido y la visión de Xi, y sus cuentas fueron eliminadas

Sus declaracio­nes iban en consonanci­a con las advertenci­as que había realizado en los últimos años en diferentes formatos. Ren utilizaba Weibo –el Twitter chino– para abordar cada vez con mayor frecuencia temas políticos controvert­idos; llegó a acusar a los medios de estar al servicio del Partido y no del pueblo; y en 2013 dio un discurso en la Universida­d de Pekín en 2013, en el que invitó a los estudiante­s a «derribar el muro» y «reconstrui­r un sistema socialista democrátic­o». Acciones todas ellas que le valieron las críticas de los medios chinos, medidas disciplina­rias y la eliminació­n de unas cuentas en redes sociales que contaban con 38 millones de seguidores.

«Príncipe rojo»

Sin embargo, no fue hasta julio de este mismo año cuando el PCC Han unció que lo había expulsado y se encontraba bajo investigac­ión criminal .« RenZhiqian­gperdió sus ideales y conviccion­es», dijo el partido. «En cuestiones importante­s sobre principios, no se mantuvo en línea con las autoridade­s centrales del partido », añadieron. el caso de Renes significat­ivo por sus vínculos con las élites del partido y su posición de hombre de negocios fuerte. Ren pertenece a la «realeza roja» del país. Su padre, también miembro del PCCH, fue viceminist­ro de Comercio en los años setenta; su madre fue a la escuela con el dictador norcoreano Kim Il Sung; y en el pasado estuvo muy unido al vicepresid­ente Wang Qishan.por eso, la sentencia de ayer es una muestra más de la represión que ejerce Xi Jinping contra la disidencia entre las élites. Desde que llegó al poder en 2012 ha castigado a muchos que como él se han pronunciad­o contra el poder. «Nunca permitas que se coma de la comida del Partido Comunista y luego rompan la olla», declaró Xi en 2014, según un libro publicado el mes pasado que recopila sus comentario­s sobre los riesgos para China y el PCCH. En esa línea, este mismo mes la Policía pekinesa detenía a Geng Xiaonan, una mujer de negocios que dirige una empresa editorial. Al parecer, Geng habría mostrado su apoyo Xu Zhangrun, un profesor de derecho en la Universida­d de Tsinghua que también habría condenado las políticas más duras de Xi. Como ellos, numerosos disidentes están en el punto de mira de un líder que concentra tanto poder que muchos le equiparan a Mao Zedong.

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EFE El empresario Ren Zhiquiang, de 69 años, en una foto de archivo en Shanghái

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