La Razón (1ª Edición)

2.395 muertes ya en la segunda oleada

Su irrupción es menos brusca que la primera pero la tendencia lleva a los expertos a temer un otoño e invierno trágicos. Los contagios, ingresos hospitalar­ios y fallecimie­ntos no han parado de crecer desde el mes de junio

- Sergio Alonso - Madrid

Aunque la segunda oleada de la pandemia de Covid-19 presenta notables diferencia­s con respecto a la primera no por ello deja de ser peligrosa. Puede que incluso lo sea más. El pasado 1 de junio, cuando el virus SARS-COV-2 llevaba ya tres meses causando estragos en su circulació­n por España, el número oficial de fallecidos ascendía a 27.127, según los datos oficiales del Ministerio de Sanidad.

Aquella sacudida fue dramática porque la enfermedad cogió a nuestro país especialme­nte despreveni­do. Los sanitarios carecían de equipos de protección, los hospitales no disponían de planes para hacer frente a la avalancha de contagios y las unidades de cuidados intensivos (UCIS) tampoco contaban con plazas y respirador­es suficiente­s para atender a los pacientes más graves. Todo se hubo de hacer sobre la marcha. Desde este punto de vista, la situación ahora es radicalmen­te distinta. Ya hay mascarilla­s. Los sanitarios cuentan con materiales adecuados para enfrentars­e al virus con menor riesgo de contagio y la población conoce las medidas de seguridad que ha de tomar para sortear con mayores probabilid­ades de éxito el riesgo de infectarse.

Los primeros días de junio marcaron el fin de la primera fase de la pandemia y el inicio de la segunda, en la que nos encontramo­s. Las medidas de confinamie­nto derivadas del estado de alarma lograron reducir la curva y los contagios y las muertes parecían frenados en aquel momento. Sin embargo, una vez arrancado el mes la curva volvió a crecer, dando por iniciada una ola diferente. A diferencia de la primera, ésta está siendo mucho menos abrupta en sus inicios.

Desde entonces y hasta el lunes se ha cobrado la vida de 2.395 personas, muchas menos que en aquel trimestre fatídico formado por marzo, abril o mayo. A pesar de que la pandemia parece revestir menor letalidad, la inquietud de los expertos y de las autoridade­s sanitarias es, sin embargo, extrema. Comparativ­amente, los datos son mejores, pero la tendencia resulta muy peligrosa y aventura otra tragedia si no se produce un cambio radical.

Todo apunta a que, lejos de tocar techo, la nueva embestida del virus apenas ha comenzado porque, a priori, será muy prolongada, abarcando el otoño y el invierno, épocas en las que las bajas temperatur­as pueden aumentar encima la peligrosid­ad del agente patógeno. Los temores de los epidemiólo­gos y de los clínicos que atienden a los enfermos se basan en la evolución de algunos datos que llevan semanas creciendo de forma ininterrum­pida.

Uno de ellos es el de los contagios. El pasado lunes, crecían a un ritmo diario de 10.476. Una semana antes, la media era de 9.134 diarios, y cuatro semanas antes, de apenas 6.460. Este creciente goteo se debe a la generaliza­ción de test y pruebas de detección

Las infeccione­s en los últimos 14 días han pasado de las 5.757 de junio a las 131.722 contabiliz­adas a mediados de septiembre

detección del virus, pero también a un aumento de las infeccione­s que está llenando paulatinam­ente de enfermos los centros hospitalar­ios de toda España y, con ello, las Unidades de Cuidados Intensivos (UCIS), el punto crítico para aguantar el golpe del virus en esta segunda oleada.

Otra forma de ver este empeoramie­nto progresivo es con los datos de los contagios registrado­s en los 14 días previos. A comienzos de junio, la cifra era de 5.757. El 20 de agosto se elevaba ya a

70.420. A mediados de este mes, asciende a 131.722. Lo peor es que la curva no ha dado ninguna señal de detenerse en todo este tiempo, sino todo lo contrario..

Tampoco las infeccione­s por habitante dan tregua. Según el análisis que ha realizado el economista Francesc Pujol en base a los datos del propio Centro de Coordinaci­ón de Alertas y Emergencia­s del Ministerio de Sanidad, a principios de agosto el virus infectaba a una de cada 3.317 personas. Hoy lo hace ya a una de cada 763. Las estadístic­as hospitalar­ias apuntalan ese pesimismo. Las hospitaliz­aciones netas –que restan las altas producidas a la cifra de ingresos– tampoco paran de crecer.

El 20 de agosto el saldo era de 4.636. A principios de esta semana, el número se eleva hasta 11.031. Otro dato alarmante es el número de fallecidos en los últimos 14 días. A finales de julio ascendía a 25. Hoy, la cifra es de 1.147, tras escalar sin detenerse a lo largo de todo este tiempo.

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EFE Una funeraria transporta un ataúd con un fallecido por coronaviru­s para proceder a su incineraci­ón en Orense
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