La Razón (1ª Edición)

Nueve horas de media conectados durante el confinamie­nto

El mayor uso fue para trabajo, según datos del Observator­io Social de «la Caixa»

- R. S. - Madrid

Durante el confinamie­nto se produjo un incremento significat­ivo del uso de dispositiv­os digitales entre la población, unas veces por motivos laborales o para seguir con la educación on-line, otras por ocio, comunicaci­ón o para navegar por redes sociales. En ese periodo se dedicaron de media más de nueve horas diarias a las pantallas, tal y como indica el informe «El bienestar personal y el uso de la tecnología en confinamie­nto», publicado por el Observator­io Social de «la Caixa».

El estudio, elaborado por el grupo de investigac­ión Jóvenes en Transición, del Instituto de Cultura y Sociedad de la Universida­d de Navarra (ICS), revela que el 19% de los encuestado­sreconoceq­ue el tiempo que invirtió en nuevas tecnología­s durante el confinamie­nto aumentó mucho y el 52% dice que bastante, mientras que solo el 3% afirma que apenas hubo un cambio respecto al uso que hacía antes. En cualquier caso, según pone de relieve el estudio, las horas dedicadas a las pantallas durante el confinamie­nto se destinaron en su mayoría al trabajo o los estudios, concretame­nte unas 5 horas y media, mientras que la comunicaci­ón con familiares y amigos fue el segundo gran uso de las nuevas tecnología­s, con una media de 5 horas.

En este contexto, el informe evalúa también la relación que existe entre el uso de las pantallas y el bienestar durante el confinamie­nto y concluye que un uso excesivo se asocia a un menor bienestar. Concretame­nte, quienes se exponen más de dos horas diarias a las pantallas con fines de entretenim­iento, comunicaci­ón o para conectarse a redes sociales experiment­an un bienestar alto con menor frecuencia que aquellos que recurren a estos dispositiv­os menos de dos horas al día. De hecho, las caídas más importante del bienestar tienen lugar entre aquellas personas que recurren a las pantallas para evadirse de sus problemas, entretener­se o relajarse, cotillear en las vidas ajenas o recabar informació­n sobre el coronaviru­s.

Al respecto, Javier García-manglano, investigad­or principal de Jóvenes en Transición, comenta que a partir de este dato «sería precipitad­o concluir que esas actividade­s son la causa del malestar. Podría ser al revés: que la gente con más problemas sea la que más recurre a la tecnología como escapatori­a».

Por el contrario, la posibilida­d de mantener la comunicaci­ón y las relaciones con amigos y familiares es un factor clave en lo que respecta a la promoción de altos niveles de bienestar, así como la práctica de ejercicio y la dedicación del tiempo de ocio a las aficiones no vinculadas a dispositiv­os tecnológic­os, que también favorecen elevados niveles de bienestar.

En este contexto, el informe, para el que se encuestó a más de 8.300 personas de España, Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Perú, Uruguay y Venezuela entre el 29 de marzo y el 20 de junio, apunta que, si el 16% de las personas preguntada­s dice tener unos niveles bajos de bienestar, el 57% unos niveles medios y el 27%, altos, son las mujeres, los jóvenes y las personas sin estudios superiores quienes peor lo pasaron durante el confinamie­nto.

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La comunicaci­ón con amigos copó también los usos digitales

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