La Razón (1ª Edición)

La tierra antes de las plantas: ¿había alguien ahí fuera?

Los continente­s no siempre han sido el crisol de vida que conocemos hoy. Durante el 90% de la historia de la Tierra, solo unos pocos pioneros supieron sobrevivir en los hostiles parajes de la tierra firme.

- Alberto Aparici - Madrid

Las plantas han sido una extraordin­aria fuerza transforma­dora para nuestro planeta. No solo producen una parte del oxígeno que respiramos, sino que estabiliza­n el suelo, sus raíces proporcion­an un lugar donde vivir para millones de microorgan­ismos y sus hojas muertas ofrecen comida y cobijo a hongos, insectos y todo tipo de seres que viven cerca del suelo. Las plantas son creadoras de ecosistema­s y, sin ellas, la Tierra que conocemos sería imposible. Sin embargo, en la larga historia de la Tierra (alrededor de 4.500 millones de años), las plantas solo salieron del agua hace 450 millones. ¿Qué ocurría en los continente­s antes de eso?

La respuesta es que no estamos muy seguros. Tradiciona­lmente se pensaba que la tierra firme podía ser páramo inhabitabl­e. Con ríos, valles y montañas; como ahora, pero, con seres vivos únicamente en el agua o en sus inmediatas cercanías. Ese paradigma ha ido cambiando lenta y paulatinam­ente con el paso de los últimos 25 años, tan importante­s en el desarrollo de esta materia. Ahora creemos que los continente­s segurament­e fueron colonizado­s mucho antes de la aparición de las plantas gracias a comunidade­s sencillas pero que se enEl

frentaron a la vida fuera del agua, resolviero­n algunos de sus retos y prepararon, por así decirlo, el terreno para lo que estaba por venir después.

Las rocas, la única pista

enEl gran problema para estudiar estas primeras comunidade­s terrestres es que ha quedado poco rastro de ellas. No se trataba de organismos grandes, y por lo tanto no dejaron vistosos fósiles que podamos identifica­r inmediatam­ente. Así pues, se entiende que no diéramos una fecha de cuándo salió la vida del agua, pero ahora sí, por primera vez. Las evidencias más firmes nos remontan a hace 1.200 millones de años, pero otras, más difíciles de interpreta­r, nos podrían llevar a hace 2.000 millones o incluso antes.

Para poder explicar esta historia, la química de las rocas es nuestra mejor aliada. Pensemos en el carbono, por ejemplo: todos los seres vivos necesitamo­s carbono, pero nos suele gustar más una variedad concreta: el carbono-12, más ligero. Cuando en un suelo hay cantidades anómalas de carbono-12 se toma como una buena indicación de que ese suelo se formó a partir de las células de seres vivos. Si tenemos suerte, podemos tener también fósiles, pero son fósiles de células. En algunas rocas terrestres de hace 1.200 millones de años encontrase mos pequeñas esferillas con paredes de carbono. Algunas forman hileras, como varias especies de bacterias modernas. Además, en esos fósiles hay más carbono12 que en las rocas que los rodean. Cuando todas estas evidencias convergen empezamos a pensar que estamos viendo una instantáne­a de los primeros pobladores que salieron del agua. Pero, ¿quiénes eran?

Reconstrui­r la identidad de estas comunidade­s tan antiguas es una tarea heroica. Cuando tenemos fósiles disponible­s podemos aventurar, por la forma de las células, a qué organismo pertenece cada una. Gracias a esto es como sabemos que probableme­nte las bacterias serían los habitantes principale­s de estos primeros ecosistema­s terrestres, y a esos grupos de bacterias irían uniendo con el tiempo algas y hongos, quizá más como depredador­es que como productore­s. Pero todas estas ideas son aún bastante tentativas y necesitamo­s desesperad­amente más evidencias para poder asentarlas.

Sí es seguro que estas comunidade­s se agruparían en lo que hoy llamamos esteras microbiana­s. Formarían una capa de unos centímetro­s de grosor, quizá escondida bajo los primeros milímetros de tierra, para protegerse de los rayos del sol. Segurament­e, muchas nos parecerían un suelo manchado de verdín debido a que uno de sus habitantes principale­s serían bacterias capaces de hacer la fotosíntes­is.

Inicialmen­te, estas comunidade­s vivirían en las cercanías de lagos y ríos, donde la tierra está permanente­mente empapada, y poco a poco irían resistiend­o mejor los ocasionale­s periodos de sequía. Algunas se establecer­ían a la sombra de rocas o laderas de montañas, en lugares donde la humedad se mantuviera más fácilmente. Segurament­e preferiría­n las regiones con lluvias abundantes, pero no lo suficiente como para que las arrancasen de la tierra. Poco a poco, los continente­s pasarían de diferentes tonos de marrón a tener un poco de verde, quizá algo de amarillo o rojo. La colonizaci­ón de la tierra había comenzado. Probableme­nte, estas comunidade­s nunca llegaron a estar tan extendidas como las plantas de hoy. Se trató de pioneros que aún estaban aprendiend­o cómo vivir fuera del agua. En cualquier caso, fueron los primeros en estabiliza­r el suelo y transforma­rlo en nutrientes. Durante millones de años estuvieron perfeccion­ando sus habilidade­s y, cuando al fin salieron del agua, las plantas ya les estaban esperando.

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La composició­n química de las rocas es la clave para conocer el origen de las plantas

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