La Razón (1ª Edición)

La catástrofe de vivir sin cobertura

- José Aguado Ulises Fuente Esther S. Sieteigles­ias Javier Ors

DecíaDecía una frase que si a los 20 años no eres de izquierdas es que eres idiota, pero que si a los 40 años sigues siendo de izquierdas, es que, en fin... eres idiota. Yo a los 20 años era del Real Madrid y cuando al cumplir 40 volví a acordarme de la frase para hacer el típico examen de conciencia, resultó que había llegado Podemos a nuestras vidas y ya no existía la izquierda y la derecha, sólo la casta y el pueblo. Así que me quedé sin saber si era idiota (y respecto a si soy casta o pueblo, estoy confuso: algunas mañanas me siento casta y algunas tardes me siento pueblo. Depende de lo que determine Podemos qué es casta o pueblo a esa hora).

En realidad, lo que me preocupa de esa frase es que sospecho que donde dicen idiota a los 40 quieren decir: viejo.

Hace años, medía mi edad y la del resto de la gente por su recuerdo de los fracasos de la selección española. Si se acordaba del «me lo merezco» de Míchel, era de los míos; si me hablaba de Naranjito, algo mayor. Si su primer recuerdo era el codazo de Tassotti a Luis Enrique, demasiado joven. Pero claro, no a todo el mundo le gusta el fútbol. Ahora puedes calcular la edad de una persona a través de los teléfonos que ha conocido: estamos los que sabemos marcar en uno de esos en los que había que dar vueltas a una rueda; los que enviábamos SMS como si no costarán dinero y los que, ay, utilizan Snapchat, Tik-tok y cualquier aplicación que se invente.

Hubo también un tiempo en el que vivíamos sin cobertura y no te entraban estos ataques de pánico. Ahora, puedo dejarme las llaves dentro de casa, con la vitrocerám­ica encendida que no me preocuparé más que si he salido a la esquina a comprar el pan y no llevo el móvil. Joder, que no nací para ser aventurero.

Una de las últimas grandes catástrofe­s ambientale­s ha sido la del barco Wakashio, en las islas Mauricio, donde encalló y derramó petróleo. Nunca debió pasar tan cerca de las Islas Mauricio, pero el capitán se desvió porque buscaba cobertura para llamar.

En la serie «Community» dos adolescent­es hablan de un padre y su descripció­n es desoladora: «Es de los que utiliza el móvil... ¡para llamar!».

Cuándo éramos niños y los padres y abuelos nos veían jugar a la Game Boy se ponían melancólic­os: «Nosotros, con un palo imaginábam­os maravillas, esta juventud», decían. Ayer, cinco adolescent­es estuvieron sentados en la puerta de mi casa, todos mirando el móvil durante horas, hablándose desde él, sin decirse una palabra con la boca.

A punto estuve de sacarles un balón.

Luego entré en el portal, abrí el ascensor y en el espejo, ¿saben lo que vi?

Un viejo.

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Nos pasamos la vida mirando la pantalla del móvil
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