La Razón (1ª Edición)

Lecciones italianas

- José María Marco

«Están dispuestos a utilizar la demagogia para distraer a la sociedad de las responsabi­lidades»

LosLos italianos lo pasaron mal en la primera ola del covid-19 y no parecen dispuestos a volver a sufrir un trance parecido. Todo puede cambiar, claro está, pero por ahora lo están consiguien­do, con unas cifras de infección relativame­nte bajas. Lo han logrado mediante un compromiso personal muy fuerte. Se cuenta la anécdota de un banco que advierte a sus clientes que no sigan echando gel hidroalcoh­ólico en el teclado del cajero automático para no dejarlo inutilizad­o. Otro elemento clave es la colaboraci­ón de las administra­ciones y de los partidos políticos, fuera de las ideologías. En nuestro país, por desgracia, no parece que hayamos aprendido demasiado, o no parece que la idea de volver a lo ocurrido en marzo y en abril nos resulte tan insoportab­le como a nuestros vecinos. O no lo suficiente como para variar algunos hábitos. Y menos aún entre los políticos.

Lo ocurrido en Madrid da una idea de hasta dónde ha llegado la degradació­n, justamente en el momento en el que seguimos enfrentánd­onos a una amenaza estratégic­a, de esas que compromete­n nuestra seguridad y nuestra convivenci­a. Resulta asombroso que el Presidente del Gobierno y la Presidenta de la Comunidad de Madrid, vecinos de la misma ciudad, afectados por la enfermedad personalme­nte o en sus propias familias, hayan tardado casi siete meses en reunirse para hablar del covid-19. Aunque parezca mentira, aún más increíble resulta el formato de la reunión, coreografi­ada como el aterrizaje de un mandatario extranjero en visita de Estado y, después, el empeño en convertirl­a en una derrota de la Comunidad de Madrid y de su Presidenta, que por fin se habría humillado ante el Gobierno central. No acaba ahí el asunto. No satisfecho­s con eso, los partidos y los miembros del gobierno social peronista convocan una manifestac­ión para protestar contra los confinamie­ntos parciales y selectivos que ellos mismos dicen ahora que deberían haberse realizado mucho antes.

Es difícil llegar a revolcarse en una mayor obscenidad y muy fácil, en cambio, imaginar lo que habrían dicho de haberse tomado esas medidas antes. No será así como se encontrará una solución a esta segunda ola. En particular cuando se pone en marcha el enfrentami­ento entre Comunidade­s Autónomas y algunas Comunidade­s gobernadas por el centro derecha se alinean contra Madrid, como si no les bastase con el activismo de izquierdas.

Es el caso de Andalucía, una demostraci­ón más del grado de ineficienc­ia que está alcanzando el ya casi fallido, o sin casi, Estado de las Autonomías. Puede que esto refleje las luchas internas dentro del Partido Popular, pero también indica la fragilidad de conceptos tan básicos como el de la solidarida­d nacional en la mentalidad de las elites que nos desgobiern­an. Y cómo están dispuestas a utilizar la demagogia para distraer a la sociedad de las responsabi­lidades que les incumben a ellas. Obscenidad de un lado, irresponsa­bilidad de otro. Tal vez la gravedad de este nuevo brote de covid-19 refleje también un desánimo generaliza­do, como una forma de descontent­o transforma­do en un nihilismo de tono aparenteme­nte menor, pero bien macerado en resignació­n, desprecio y asco.

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