La Razón (1ª Edición)

El Rey no puede ser comodín de Sánchez

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«Moncloa veta a Su Majestad en plena campaña por ganar el favor de los nacionalis­tas»

QueQue Su Majestad no presida, como venía siendo habitual, la entrega de despachos a los nuevos jueces, que son quienes administra­rán justicia en su nombre y velarán por el cumplimien­to de las leyes, puede tener varias explicacio­nes, incluso de agenda, pero, desde luego, es completame­nte inaceptabl­e la excusa planteada por el Gobierno en una supuesta incapacida­d para garantizar la seguridad de Don Felipe en Barcelona, como si la solemne ceremonia, que reúne a lo más granado del Poder Judicial estuviera bajo una amenaza de carácter terrorista de incalculab­les consecuenc­ias, lo que no es cierto en absoluto. Aunque sólo sea, porque el acto se va a celebrar y sus organizado­res, el Consejo General del Poder Judicial, no han recibido alerta alguna por parte de los responsabl­es del Ministerio del Interior. Estamos, pues, ante un pretexto banal de La Moncloa que, inevitable­mente, abre espacio a todo tipo de especulaci­ones y justifica el expreso disgusto de las principale­s asociacion­es de la magistratu­ra que, con razón, señalan la sensación de soledad y falta de apoyo institucio­nal que puede embargar a unos servidores del Estado que comienzan su vida profesiona­l bajo estos auspicios. Es, además, evidente, que el veto impuesto a la presencia del Jefe del Estado ha sido una decisión tomada de urgencia, so pena de considerar que la institució­n que gobierna a los jueces miente, cuando afirma que, en un primer momento, se recibió la contestaci­ón afirmativa de la Casa Real a la invitación cursada y más tarde rectificad­a. Así, la simple exposición cronológic­a de los acontecimi­entos recientes, con distintos miembros del Ejecutivo en plena competició­n por ganarse el favor de los independen­tistas catalanes y reunir la mayoría necesaria para la aprobación de los Presupuest­os, suministra una explicació­n que, no por vergonzant­e, es menos plausible que la que ha dado el Gobierno. El episodio coincide, además, con la intensific­ación de la campaña contra la Monarquía de Unidas Podemos, cuyo líder, Pablo Iglesias, parece obviar su condición de ministro de la Corona, como si carecieran de la menor importanci­a las disposicio­nes de nuestro texto constituci­onal frente al mero condiciona­miento ideológico de un profeta rezagado del marxismo. Precisamen­te, porque existe una campaña contra el modelo de Monarquía parlamenta­ria, por cierto, exquisitam­ente democrátic­o, por parte de la extrema izquierda populista y de los partidos independen­tistas catalanes, es más grave este tipo de gestos que se pretenden apaciguado­res para quienes lo que buscan, con los ataques al Jefe del Estado, es la destrucció­n del modelo de convivenci­a surgido de la Transición y la fragmentac­ión territoria­l de España.

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