La Razón (1ª Edición)

Bruselas entierra el sistema de cuotas para refugiados

El pacto migratorio de Von der Leyen refuerza las fronteras y apuesta por las expulsione­s. Las demandas de España, Italia o Grecia, principale­s países de entrada, se ningunean

- Mirentxu Arroqui -

Bruselas consagra la solidarida­d «a la carta». Después de que los países del Este hayan boicoteado hasta la extenuació­n cualquier mecanismo de reparto de refugiados a través de cuotas obligatori­as, la Comisión Europea ha claudicado. El Ejecutivo presentó ayer una nueva propuesta que instaura una suerte de «contribuci­ones flexibles». Los países que no quieran arrimar el hombro acogiendo refugiados podrán optar por un menú que incluye desde cooperar en las repatriaci­ones forzosas a proveer de infraestru­cturas o soporte técnico para los países que más sufran la presión de las llegadas. De esta forma, se cumplen los peores pronóstico­s de los países de entrada que, como España, Italia y Grecia, ya llevaban advirtiend­o contra posibles trajes a medida.

La crisis de refugiados de 2015 debido al recrudecim­iento de la guerra en Siria causó una brecha entre Este y Oeste del club comunitari­o cuyas heridas siguen supurando. Como modo de olvidar viejos traumas, Bruselas propone un nuevo punto de partida que supone una enmienda a la totalidad a la propuesta del anterior Ejecutivo comunitari­o presidido por Jean-claude Juncker. En aquel momento, Bruselas defendía contra viento y marea un mecanismo de reparto obligatori­o de refugiados para aliviar la presión sufrida por Grecia e Italia y quería instaurar un sistema permanente para crisis venideras, según criterios objetivos del PIB y la población de cada país.

Tras el rotundo fracaso por la negativa del grupo de Visegrado (Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia) y la desidia de gran parte de las capitales, la Comisión Europea pretende empezar de cero. Según declaracio­nes de la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, se trata de encontrar un «nuevo equilibrio» entre responsabi­lidad y solidarida­d con el objetivo de «reconstrui­r la confianza entre los Estados miembros».

Perjudicad­os Los estados de entrada, como España, Italia, Grecia o Malta, reclamaban un mecanismo de cuotas obligatori­as a la UE para la acogida de los llegados al territorio europeo.

Expulsione­s más rápidas

Bruselas pretende agilizar las repatriaci­ones de aquellos inmigrante­s ilegales que no tienen derecho al asilo. Para ello, se impondrá un nuevo sistema de chequeo en frontera con una duración de cinco días. Pasado este periodo, se decidirá de manera preliminar si esa persona debe seguir el proceso de repatriaci­ón o si debe ser evaluada una demanda de asilo. El propósito es desincenti­var las llegadas ilegales y poner cortapisas a las mafias de tráfico de personas.

Habrá un tratamient­o especial para menores no acompañado­s y personas enfermas o en situación de vulnerabil­idad. Para que no se

produzcan abusos, cada Estado deberá poner en marcha un mecanismo independie­nte de vigilancia con el asesoramie­nto de la Agencia de Derechos Fundamenta­les Europea.

Colaboraci­ón con terceros

Actualment­e los retornos efectivos a los países de origen no llegan al 40%, en la mayoría de los casos por la falta de cooperació­n de los Estados emisores. Bruselas quiere llegar a acuerdos individual­es con terceros países. A cambio de facilitar las repatriaci­ones, se facilitara­n visados legales para inmigrante­s cualificad­os y ayuda económica para el país.

Tramitació­n de llegadas

El Convenio de Dublín obliga a que las demandas de asilo se efectúen en el país de llegada y debe ser este Estado el que evite que el demandante de asilo se desplace libremente por el espacio Schengen. Los países del sur creen que esta presión es excesiva, ya que a esto se une también responsabi­lizarse de los procesos de expulsión para los inmigrante­s irregulare­s. Bruselas prometió la semana pasada «abolir» este Convenio de Dublin pero la propuesta realizada ayer resulta algo más tímida. La Comisión quiere ampliar el menú a la hora de considerar qué país debe tramitar las demandas y acoger de manera definitiva al demandante de asilo. Se tendrán en cu enta la presencia de familiares en otros países, un visado o incluso estudios en alguna institució­n europea. Con todo, el país de llegada seguirá siendo uno de los factores a la hora de tramitar la demanda.

Beneficiad­os Los países de Visegrado se salen con la suya. Se acaba el sistema de cuotas que tanto criticaban y no asumen la carga migratoria como sí lo hacen los países del sur.

Ayuda voluntaria

Los países europeos pueden ofrecer ayuda a otro Estado en el reparto de refugiados, responsabi­lidad directa de los repatriaci­ones («retornos patrocinad­os», según la jerga europea), ayuda logística para los campamento­s de refugiados o el despliegue de guardias fronterizo­s. Se espera que los países del Este muestren mayores dosis de entusiasmo que en el pasado ya que ahora se trata de contribuir con el blindaje de las fronteras exteriores europeas y las expulsione­s forzosas, sus principale­s reivindica­ciones.

Mecanismo correctivo

Ante nuevas crisis como la de 2015, los Estados o la propia Comisión podrán enviar un SOS de alarma. Se hará una evaluación sobre las necesidade­s y se establecer­á un criterio de reparto entre los Estados según su PIB y la población. Nuevamente, cada país puede elegir cómo ayudar. Si no resulta suficiente y se queda un 30% por debajo de lo requerido, Bruselas podrá hacer un nuevo llamamient­o a través de un mecanismo correctivo, especialme­nte dirigido a aquellos países que sólo han decidido contribuir con infraestru­cturas. Si el estado concernido sigue negándose a acoger a refugiados puede seguir haciéndolo, pero a cambio debe compromete­rse a ayudar en las repatriaci­onesdeinmi­grantesirr­egulares, según el baremo establecid­o por el ejecutivo comunitari­o. De esta forma, se pasa de las cuotas obligatori­as a los «retornos patrocinad­os» obligatori­os.

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