FUNDIDO EN NEGRO
AhíAhí las tienen. Por lo visto, hay que tragar con la apertura del islam. Algunos de los regímenes amigos de Occidente, sometidos por alguna guerra o sencillamente aliados de intereses comunes en la mesa de la geoestrategia mundial en la que se reparte el pastel, nos regalan de vez en cuando imágenes «aperturistas» para tranquilizar las conciencias. En Arabia Saudí, mu(afganistán) jeres enfundadas en «sudarios» en alguna grada perdida de un estadio de fútbol fantasma, o al volante de un vehículo por un calle sin nombre en algún rincón remoto de algo que nos debemos creer que es el centro económico y comercial de Riad. Y es entonces cuando convencen a unos pocos interesados en que la dinastía Saúd quiere abandonar el medievo. Que se rebanen cabezas en plazas públicas, se corten manos o se den latigazos son detalles que ya se pulirán. Con las parias de la tierra de ese gimnasio de tramoya en Kandahar asistimos a otra viñeta de la misma y miserable historieta. ¿Hay que felicitarse acaso porque se las permite con indumentaria tan atlética sudar en la bicicleta elíptica? ¿Habrá que estar agradecido a sus dueños y señores por concederles ese tiempo de esparcimiento? ¿Quién puede asegurar que subieron para la foto y luego no retornaron a su cautiverio? Nadie. La propaganda es así. En este país sabemos mucho de ello. Ahora bien, tanta feminista y defensora de los derechos de la mujer y que poco interés por aquellas que padecen la tortura y la opresión bajo las leyes del islam. Con ellas la ideología de género se funde en una oscuridad tan negra como el del niqab.