(VETO AL REY) «QUIEN TENÍA QUE TOMAR ESA DECISIÓN LA HA TOMADO»
ElEl ministro de Justicia no se apeó ni una coma del argumentario que extendieron en Moncloa para bandearse por las comparecencias públicas a propósito del tumultuoso asunto de la expulsión del Rey de la entrega de los despachos a la nueva nueva promoción de la escuela judicial en Barcelona. El guión consistía en a toda costa que no saliera de la boca de Campo y sus compañeros una declaración que explícitamente confirmara que Pedro Sánchez era la mano que movió el veto de Don Felipe. Lo cierto es que el ovillo de circunloquios con que nos castigaron todos los hombres y las mujeres del presidente resultó un ejercicio entre dantesco y ridículo. Más aún cuando todos sabemos que únicamente Pedro Sánchez podía haber despachado la presencia de la Corona en un acto especialmente reservado para ella dado que los togados administran justicia en nombre de su majestad, según la Constitución. De su majestad, sí, y no en nombre del presidente del Gobierno. Y eso debe doler. En todo caso, para ese trabajo sucio ya nos endosó a empellones a su ministra como fiscal general del Estado. Y bien que se está aplicando para hacer del Ministerio Público una delegación de servicios jurídicos de La Moncloa. Para Juan Carlos Campo, «tenemos que dar normalidad a las cosas, quien tenía que tomar esa decisión la ha tomado, y se habrá hecho sopesando muchas variables». Y remachó: «Montamos incendios sobre temas que no digo que no tengan trascendencia». En qué quedamos. Nos habría venido al pelo un experto en desencriptar el verbo de los políticos obedientes cuando andan metidos en faena viscosa y retórica esquiva. Este Gobierno no entiende aún, porque anda quejado de permanente sobredosis de soberbia y arrogancia, que la transparencia no es una gracia discrecional del servidor publico, sino un deber. Que un presidente democrático no es un cacique condescendiente, sino el eventual depositario de la confianza del ciudadano. Y que el poder en un régimen liberal no es vitalicio, que se rinden cuentas más tarde o más temprano.