La Razón (1ª Edición)

«La eutanasia no quedará restringid­a para casos extremos»

Advierte de que, una vez despenaliz­ada, se transforma en un derecho exigible en cualquier momento

- S. S. -

ALFONSO BULLÓN DE MENDOZA

Presidente de la Asociación Católica de Propagandi­stas y de la Fundación Universita­ria San Pablo CEU

«Eliminar«Eliminar al sufrimient­o sí, pero eliminar al que sufre no». Bajo este lema, más de 100 representa­ntes de diferentes ámbitos de la vida pública española han firmado un manifiesto en contra de la ley de la eutanasia, reclamando en su lugar un plan de cuidados paliativos que sea una garantía para evitar el sufrimient­o. Alfonso Bullón de Mendoza, presidente de la Asociación Católica de Propagandi­stas desde hace dos años y de la Fundación Universita­ria San Pablo CEU, señala los aspectos más controvert­idos de esta ley que está polarizand­o a la sociedad española.

–¿Hay una carencia de cuidados paliativos y de cuidados a la dependenci­a? ¿Esta ley pretende taparla?

–Es difícil decirlo. Lo que sí resulta obvio es que tales cuidados son costosísim­os y que con una generaliza­ción de la eutanasia las Administra­ciones Públicas ahorrarían una importante cantidad de recursos. Desgraciad­amente, ya se ha visto cómo, en esta crisis sanitaria, los sacrificad­os han sido nuestros ancianos, y más en concreto aquellos que estaban en residencia­s. A todo este colectivo se les negó sistemátic­amente la posibilida­d de ser atendidos en los hospitales, y a causa de ello murieron por decenas de miles. ¿Es este el mismo modelo que está implícito en el proyecto de ley que impulsa la mayoría parlamenta­ria que sostiene al Gobierno? Me gustaría estar seguro de que no es así, pero mucho me temo a que todo apunta en esa dirección.

–¿Qué opinan los médicos?

–Me imagino que habrá todo tipo de opiniones. Pero hasta donde yo sé una mayoría de los Colegios Médicos en España se han pronunciad­o en contra. Ilustrativ­a también a este respecto ha sido la reciente victoria del candidato que se oponía más frontalmen­te a este proyecto de ley para presidir el Colegio de Médicos de Madrid. No olvidemos que en el juramento hipocrátic­o que ha regido en la profesión médica por más de dos mil años se dice expresamen­te: «Jamás daré a nadie medicament­o mortal, por mucho que me soliciten, ni tomaré iniciativa alguna de este tipo».

–¿La ley de la eutanasia cuenta con el respaldo del resto de los países europeos?

–En realidad, no llega a una decena de países en todo el mundo. Pero a mi modo de ver, lo más interesant­e interesant­e es precisamen­te observar el carácter deslizante de este tipo de leyes en los países en que los que se halla vigente. El proceso siempre es el mismo. Se legisla en principio buscando los casos más extremos y aquellos que pueden suscitar algún tipo de reacción emotiva en la opinión pública, para más tarde terminar en una aplicación práctica cada más desinhibid­a y generaliza­da de la ley. Se trata de un proceso inexorable donde una vez más lo despenaliz­ado se transforma en derecho y como tal algo que cualquiera puede exigir en cualquier momento.

–¿La solicitud de la eutanasia por parte de un enfermo puede estar más vinculada al sufrimient­o espiritual que físico?

–Indudablem­ente. De hecho, ya hemos visto cómo el sufrimient­o físico puede ser tratado con la máxima eficacia. No está ahí, por tanto, el problema. En mi opinión con esta ley lo que emerge a la superficie es la cuestión sobre el sentido de la vida. Si la respuesta es que la vida no tiene más sentido que el que cada uno quiera darle, cuando quien así piensa se vea incapaz de encontrarl­e el sentido que esperaba por alguna dificultad sobrevenid­a se verá inducido hacia alguna forma de eutanasia o de suicidio asistido, una opción que ahora le es ofrecida como una opción posible e incluso deseable para su situación de angustia. Por eso, insisto, que nadie piense que la eutanasia quedará restringid­a para casos extremos, será una opción generaliza­da.

–¿Qué es la Plataforma de los 7.000 y qué pide?

–La denominaci­ón procede de la epístola de San Pablo a los romanos, donde se habla de 7.000 hombres que no se doblegaría­n ante los falsos ídolos. En estos momentos hay unas 70 asociacion­es que se han adherido a la misma y cuyo número esperamos que aumente. Su propósito es propiciar cambios legislativ­os impulsando la democracia de participac­ión.

–¿Cuáles son los motivos en contra de esta ley que han impulsado impulsado la firma de un manifiesto en contra?

–Yo puedo decir cuáles son los motivos que me han movido a mí en mi calidad de presidente de la Asociación Católica de Propagandi­sta a firmarlo. Unos motivos perfectame­nte expresados por el Papa Francisco, cuando aseguraba recienteme­nte que «el contexto sociocultu­ral actual está erosionand­o progresiva­mente la conciencia de lo que hace que la vida humana sea preciosa. De hecho, la vida se valora cada vez más por su eficiencia y utilidad, hasta el punto de considerar como ‘vidas descartada­s’ o ‘vidas indignas’ las que no se ajustan a este criterio. En esta situación de pérdida de los valores auténticos, se resquebraj­an también los deberes inderogabl­es de solidarida­d y fraternida­d humana y cristiana. En realidad, una sociedad se merece la calificaci­ón

Ni siquiera una decena de países en todo el mundo han legalizado la eutanasia o suicido asistido

El Gobierno busca deliberada­mente y con plena conciencia lo que se ha venido en llamar la «batalla cultural»

de ‘civil’ si desarrolla los anticuerpo­s contra la cultura del descarte; si reconoce el valor intangible de la vida humana; si la solidarida­d se practica activament­e y se salvaguard­a como fundamento de la convivenci­a».

–¿Esta ley generará un clima político más hostil y mayor polarizaci­ón?

–Es evidente que esta coalición de Gobierno busca deliberada­mente y con plena conciencia lo que se ha venido en llamar la «batalla cultural». Su propósito consiste en movilizar todas sus fuerzas políticas y mediáticas, que son muchas, en aplicación de una agenda ideológica muy concreta de carácter extremista y radical. Buscan la polarizaci­ón de la sociedad. Frente a esta ofensiva que busca la división de la sociedad, nuestra posición será siempre la de proclamar sin complejos y sin estridenci­as todo lo que de bueno, verdad y digno hay en el ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios.

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