La Razón (1ª Edición)

«The Boys»: la última súper-vuelta de tuerca a un género casi quemado

La ficción de Amazon estrena su segunda temporada y arrasa entre los más jóvenes

- Matías G. Rebolledo-madrid

Vivimos en una sociedad. Esta evidencia, desde lo más sesudo a lo más garrulo, ha sido la piedra angular del tebeo desde que algunos comenzaron a definirlo como novela gráfica a finales de los ochenta. Haya priapismo o no en sus tesis, lo cierto es que la madurez temática insufló vida al medio y vieron la luz clásicos incontesta­bles como el venerado «Watchmen», la obra maestra de Alan Moore y Dave Gibbons.

En su oscuro estudio de la psique superheroi­ca, guionista y dibujante imaginaron un mundo en el que los humanos con poderes se envidiaban, se sindicaban y eran plenamente consciente­s de su poder transforma­dor en la cultura popular. Además de salvar el mundo, los protagonis­tas intentaban salvarse a sí mismos, a sus sentimient­os y, de paso, encontrar luz entre la obscenidad más misántropa. Si la primera etapa del héroe le idealizaba, haciéndole un altar por su privilegio, la crisis cultural del reaganismo reaganismo le puso los pies en la tierra, lo convirtió en un paria por su evidente responsabi­lidad. En una tercera fase, más próxima a nuestros días, el estudio gamberro del súper hombre (y, en la serie, uno todavía más fino de la súper mujer) es el gran tema de «The Boys».

Mallas con derechos de imagen

Amazon produce y adapta el cómic original de Garth Ennis y Darick Robertson, la última vuelta de tuerca a un género que ha pasado de lo marginal a lo hegemónico al ritmo de Disney, y lo estrena a razón de un capítulo por semana en su plataforma.

Recién desenvolvi­endo la todavía más fresca segunda temporada, la serie no se escapa (ni quiere) de los excesos viscerales y sexuales del material original, pero les imprime una pátina de posmoderni­smo nada buenista. No hay que ser muy listo para darse cuenta de que el tebeo es una reacción a las atrocidade­s y torturas filtradas de los militares estadounid­enses en Irak, y la serie, en cambio, es hija de una escuela de pensamient­o mucho más inclusiva y cínica donde el olor a cerrado está consciente­mente evitado. Más útil: aunque la muy recomendab­le adaptación televisiva comparta el gusto por el impacto, se encarga de mirar a la luna y no al dedo que constantem­ente señala el cómic. Pero, ¿no estábamos hartos ya de mallas, mundos en peligro y debates morales con la profundida­d de una salina? «The Boys» también, aunque juegue a que el espectador se deje llevar por las apariencia­s. Primero mirábamos a los superhéroe­s, luego nos devolvían la mirada y ahora, oferta indecente mediante, asistimos a cómo se embolsan millones de dólares en derechos de imagen. La serie de Eric Kripke pasa del intelectua­lismo con el que nos hemos acercado siempre al primus inter pares y acaba ofreciendo un producto mucho más inteligent­e que ese que domina la taquilla a golpe de látigo de relaciones públicas.

PLATAFORMA: AMAZON PRIME VIDEO

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