Con la música a otra parte
Dirección y guión: Terrence Malick. Intérpretes: Ryan Gosling, Rooney Mara, Michael Fassbender, Natalie Portman, Cate Blanchett. USA, 2017. Duración: 121 minutos. Drama.
Esta secuela inconfesa de «Knight of Cups» es el anti «Nashville», aunque esté situada en la escena musical de Austin y su difusa narrativa navegue entre multitud de personajes, atrapados entre los misterios del amor y las servidumbres de la fama. Es una película monumentalmente intimista dedicada a una preposición. Una de sus virtudes es su construcción polifónica, como si Malick no necesitara ninguna canción diegética porque la propia estructura del filme -de rondó (des) amoroso- articula una melodía, a veces armónica, casi siempre arrítmica. El peor de sus defectos es su grandilocuencia poética, esa desesperación por aspirar a un Absoluto. Tal vez la intuición de un relato suaviza un poco el efecto redundancia de un estilo abrumado de planos hermosos, asfixiado por ese gran angular que quiere captar el cosmos en su épico ensimismamiento y habitado por unas cuantas estrellas que intentan relacionarse con el espacio-cualquiera como si tuvieran miedo de caer al vacío.
Lo mejor
El modo en que una voz le pasa el testigo a otra, creando una polifonía de rimas
Lo peor
Se parece peligrosamente a «Knight of Cups» en su discurso sobre la fama