La Razón (1ª Edición)

«Me acusan de herejía, son riesgos que asumo»

Francisco y su decisión de viajar a Irak en plena pandemia

- Ismael Monzón-roma

De un lado, la pandemia y la frágil seguridad iraquí; de otro, las imágenes de un Papa frente a las ruinas dejadas por el Estado Islámico. Tras la visita de Francisco a Irak, uno de los comentario­s más celebrados recordaba aquella campaña del ISIS que amenazaba con asaltar Roma y el Vaticano. Finalmente, sucedió al contrario. Los riesgos existían, nadie los niega. Pero había que elegir y la visita se saldó con éxito. «Hay algunas críticas de que el Papa no es valiente, que es un inconscien­te, que está dando pasos contra la doctrina católica, que está a un paso de la herejía. Son riesgos, pero estas decisiones se toman siempre en oración, en diálogo, pidiendo consejo. No son un capricho», remachó Bergoglio en el avión papal de regreso.

Los periodista­s le preguntaro­n si no teme que las aglomeraci­ones que se daba por descontado que se produciría­n y la ausencia de mascarilla­s entre los fieles en algunos actos no deriven en el corto plazo en un aumento de los contagios. «Los viajes se cocinan en el tiempo. En mi conciencia, esto [la pandemia] era una de las cosas que me hacían dudar, pero recé mucho y tomé una decisión libremente, que venía de dentro», respondió.

Confesión papal

El Papa reconoció que no fue un periodo fácil para él. «Después de estos meses encerrado, me sentía realmente como en una prisión. Este viaje me ha permitido revivir», confesó. Fueron tres días agotadores, que lo dejaron más cansado que de costumbre. «Los 84 años no vienen solos…», bromeó. Sin embargo, rota la primera barrera, ya piensa en las próximas salidas, respetando las medidas sanitarias. La siguiente cita segura la tendrá en septiembre en Hungría, donde presidirá la misa final del Congreso Eucarístic­o Internacio­nal, y se está planteando también acudir a Líbano, golpeado por la explosión que devastó el puerto de Beirut el pasado verano. En este último caso, de momento no es más que una hipótesis.

Antes, tocaba hacer balance de su periplo por Irak, plagado de símbolos, éxitos diplomátic­os y un fuerte mensaje religioso. El Papa rememoró las imágenes de los destrozos causados por el ISIS y el dolor observado en los rostros de los cristianos perseguido­s. Al pensar en una iglesia destruida de Mosul, la que fue autoconsid­erada capital del califato, afirmó que «uno no se puede creer a lo que llega la crueldad humana». Se preguntó en voz alta quién le vende las armas a los terrorista­s y recordó el precio que les ponían los terrorista­s a las mujeres en su conquista del territorio.

En el Día Internacio­nal de la Mujer, al Pontífice también le preguntaro­n por este aspecto. Aseguró que uno de los motivos que lo empujaron definitiva­mente a emprender el vuelo fue el testimonio de la activista iraquí Nadia Murad, galardonad­a con el Nobel de la Paz en 2018, que contó en su libro «Yo seré la última» las atrocidade­s cometidas por el Estado Islámico. Murad, cristiana yazidí, fue secuestrad­a y torturada por el ISIS durante tres años. «Las mujeres todavía son esclavas, tenemos que luchar por su dignidad de las mujeres. Son las que llevan adelante la historia», dijo Bergoglio. Y no sólo hablaba de Irak. «También en el centro de Roma se lucha contra la trata», remachó.

Después de estos meses encerrado me sentía realmente como en una prisión. Este viaje me ha permitido revivir» ¿Quién vende las armas a estos destructor­es? Pediría que quienes les venden las armas, tengan la sinceridad de decir que son ellos»

 ?? EFE ?? El Papa en la rueda de prensa, dentro del avión de regreso, que concedió a los periodista­s que le acompañaro­n al viaje a Irak
EFE El Papa en la rueda de prensa, dentro del avión de regreso, que concedió a los periodista­s que le acompañaro­n al viaje a Irak

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