Odio a muerte a un narrador
Bábel fue detenido el 16 de mayo de 1939. Hoy puede saberse algo más de la persecución sufrida por el escritor gracias a la documentación que se guarda sobre su persecución y muerte en los archivos de la KGB. De esta manera se ha podido concretar que fue Stalin personalmente quien siempre le tuvo en el punto de mira. Las autoridades soviéticas acusaron a Bábel de ser un trotskista, además de haber trabajado como espía para Francia y Austria. El 1 de septiembre de 1939, sabiendo que su suerte está prácticamente echada, no dudó en escribir una larga carta al todopoderoso y temido Beria, el comisario del Pueblo de Interior de la URSS y ejecutor de la represión stalinista. En ese texto, su «Autocrítica», intentaba convencer a Beria de que todo había sido un error: «La Revolución me reveló el camino de la creación, un camino de trabajo feliz y útil. El individualismo, enraizado en mí, mis erróneas opiniones literarias, la influencia de los troskistas, en la cual caí a comienzos de mi labor literaria, me hicieron desviarme de ese camino». No pudo ablandar al sanguinario Beria. Stalin firmó una lista de 346 ejecutados añadiendo «a favor» como nota. Bábel era el número 12 de la lista. Fue asesinado el 27 de enero de 1940. Tras su muerte, Stalin ordenó la destrucción de todos los manuscritos del escritor. Isaak Bábel era rehabilitado por la Unión Soviética el 18 de diciembre de 1954. Fue exonerado de toda culpa.