Noqueado antes de salir
Está bien esto de definirse a uno mismo como soso, serio y formal, como ha hecho Ángel Gabilondo, para ponerse la venda antes de la herida que Pedro Sánchez le está causando en esta campaña electoral. Como es soso, o lo que es lo mismo, ser, en nuestro rico vocabulario: insípido, insulso, insustancial, apático, vacuo, anodino, desaborido, sosaina, soseras, malaje, malasombra, monótono, apagado, no tiene que justificar ni explicar por qué le han relegado en unos comicios, a los cuales se presenta como candidato, pero del que nadie habla, es inexistente. La voz la lleva Sánchez.
Siguiendo con la riqueza de nuestro idioma ser inexistente equivale a ser irreal, imaginario, ilusorio, ficticio, supuesto, inefectivo, aparente, engañoso, hipotético y falso. Gabilondo no es que no exista en campaña, es que no ha existido en estos dos años de gobierno Ayuso. Vamos que como líder de la oposición no se le ha conocido acción alguna. Ha sido un fantasma pero eso si, soso, como si ser soso mitigara su inexistencia.
Y ahora se ha visto que, además de soso, es un mentiroso sin personalidad. Anuncia que mantendrá la fiscalidad madrileña, el hospital Zendal y la educación concertada y si, fuera serio y formal con el votante y consigo mismo, como a él le gusta definirse, digo yo que o bien se retiraría de la candidatura o al menos se rebelaría cuando Sánchez anuncia la mayor subida de impuestos de la historia.
Cómo se puede pretender ganar una elecciones en Madrid atacando a Madrid y a los madrileños. ¿O es que los votantes de izquierdas están deseosos de pagar más impuestos, en contra del ahorro y a favor de perder poder adquisitivo? Nunca había visto semejante despropósito ni a un candidato tan noqueado antes de subir al ring.