La Razón (1ª Edición)

Pablo y Rocío, los extremos se tocan

- Jesús Rivasés

«Iglesias y Monasterio no son lo mismo, pero ahora les interesa la bronca mutua»

PabloPablo Iglesias y Rocío Monasterio son consciente­s de que, por lo menos hasta ahora, la campaña de las elecciones madrileñas no iba como esperaban. Unidas Podemos y Vox corren el riesgo de ser casi irrelevant­es en Madrid y eso tendría efectos secundario­s en el resto de España. Diez días antes de la cita con las urnas, con Isabel Díaz Ayuso de favorita, aunque tampoco tenga nada asegurado, los radicales de izquierda y derecha han optado por la bronca sin matices que es el terreno en el que mejor se manejan. El incendio se declaró ayer en un debate electoral en la cadena SER, con el telón de fondo de las amenazas al ministro del Interior y al líder de Podemos. Rocío Monasterio, cabeza de lista de Vox, condenó hasta tres veces de forma genérica la violencia, pero eludió referirse de forma explícita los envíos intimidant­es recibidos por Iglesias, lo que le permitió al jefe de los morados para indignarse, abandonar el debate y concentrar toda la atención. Monasterio ha conseguido darle protagonis­mo a Iglesias quién logra fijar las miradas de su clientela en la candidata de Vox.

Iglesias y Monasterio necesitan, siempre pero más en esta campaña, enemigos con los que animar a los simpatizan­tes que pueden pensar que el voto útil no estaría esta vez ni en Unidas Podemos ni en Vox. Monasterio perseguía la confrontac­ión, sobre todo con Iglesias, y eso le ofrecía al ex vicepresid­ente una oportunida­d que no dejó pasar. «¡Los sentimient­os, estúpido!» es la estrategia que ha defendido Iván Redondo, el protoaseso­r presidenci­al, frente al clásico americano de Clinton de «¡La economía, estúpido!». Iglesias y Monasterio, más allá de otros argumentos y ante la caída de sus expectativ­as, van incluso más allá de los sentimient­os como tabla de salvación electoral. Todo puede quedarse en un rifirrafe de campaña –aunque con balas por medio no hay debate posible–, pero también decantar unos comicios cuyo resultado afectará a toda España. Iglesias y Monasterio no son lo mismo, pero también se necesitan en horas bajas y confirman la veracidad del proverbio popular «los extremos se tocan». Inquietant­e.

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