La Razón (1ª Edición)

Quién gana en la batalla del PP

- Jorge Vilches

LaLa batalla dentro del PP, cómo se está aireando en los medios de comunica-ción comunica-ción y, lo peor, las cosas que se cuen-tan, cuen-tan, solo beneficia a Pedro Sánchez y a los nacionalis­tas. Mientras tanto, el electora-do electora-do del centro-derecha, desde los conservado-res conservado-res a los democristi­anos, vive entre la perpleji-dad, perpleji-dad, el cansancio ante el cainismo y la sensación de ocasión frustrada.

Contaba Edmund Fawcett que una de las pesadillas de los liberales es vivir como los gru-púsculos gru-púsculos ideológico­s de la izquierda: a tortas por personalis­mos y dogmatismo­s que no in-teresan in-teresan a nadie. Es cierto. Los liberales, tanto los consciente­s como los durmientes, quieren que su alternativ­a política, el partido que pue-da pue-da vencer al PSOE, apueste por tres cosas en esta España nuestra.

La primera necesidad es la garantía de los derechos individual­es; es decir, poner punto final a la injerencia del gobierno socialista en las costumbres privadas. Es lo que contaba Julen Freund: si se preserva el ámbito privado, sobrevivir­á la libertad. No se trata de ser «centrista» «centrista» aceptando parte de la ingeniería social «progresist­a», sino de entender que el principio que da sentido a una democracia es que esos derechos sean intocables e iguales para todos. Legitimar el intervenci­onismo estatista por un supuesto «bien general» que coincide con la ideología socialista no es ser liberal.

La segunda bandera de un partido que se precie de ser alternativ­a al socialismo es la lucha lucha por la separación efectiva de los poderes. Hasta la Unión Europea, institució­n intervenci­onista intervenci­onista y progresist­a por excelencia, llama la atención al respecto. Ceder en esta cuestión en aras a una supuesta armonía entre partidos o dar la imagen de moderado, es un flaco favor a la esencia de la democracia. Kelsen advertía que un poder judicial independie­nte es el freno al giro autoritari­o de un legislativ­o y un ejecutivo ejecutivo que trabajan unidos. La aplicación al sanchismo sanchismo desde 2020 es evidente.

La bajada de impuestos, la tercera bandera, no es un dogma ni una manía, ni siquiera la manifestac­ión del egoísmo. Es el instrument­o del crecimient­o económico que beneficia al conjunto de la sociedad. No es «dumping» fiscal fiscal desleal, tal y como dice Urkullu. Rebajar los impuestos es devolver a los ciudadanos la iniciativa iniciativa y la responsabi­lidad sobre sus vidas, con su propio patrimonio y el resultado de su trabajo. trabajo. Es dejar en evidencia el complejo de ingeniero ingeniero social y pedagogo que tiene todo socialista socialista y nacionalis­ta, y ponerse al servicio de los ciudadanos, no al revés.

Esto es lo único que debería estar ahora trascendie­ndo trascendie­ndo del PP a la sociedad. Las portadas y los informativ­os hay que llenarlos con iniciativa­s iniciativa­s y temas que marquen el debate político y generen esperanza. De nada sirven al elector del centro-derecha unas peleas organizati­vas que ni entiende, ni desea.

Las batallas internas en un partido solo benefician benefician a su adversario. Cuando entre 2015 y 2017 el PSOE era el epítome del cainismo con la expulsión de Sánchez, la gestora y las primarias primarias posteriore­s, sacaron rendimient­o el PP, Ciudadanos y Podemos. Los líos socialista­s permitiero­n la transferen­cia de voto del PSOE a estas organizaci­ones por la falta de credibilid­ad credibilid­ad y confianza, y, además, impidió el crecimient­o crecimient­o del partido socialista.

Ahora es el PSOE de Pedro Sánchez quien disfruta viendo los problemas internos de sus adversario­s. La lucha de Yolanda Díaz con Ione Belarra e Irene Montero debilita a Podemos. Podemos. Poca gente duda hoy de que la formación podemita si no está muerta la están matando. El gran beneficiad­o es el PSOE, que se convierte convierte en el refugio del voto izquierdis­ta contra la derecha.

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