La Razón (1ª Edición)

Beni y Marlaska: dúo letal

- Zoé Valdés Zoé Valdés, es escritora

UnaUna señora que hace de comentaris­ta en La Sexta (canal televisivo conocido en tono burlón como La Secta) me bloqueó en Twitter. Advertí que me había bloqueado porque esta «compañera» («compañera» son las vacas, decía mi abuela) defendió a un violador y a un criminal que violó a un niño de nueve años, argumentan­do que el pedófilo era sobre todo un «ser humano». Ahí fue que su nombre saltó entre mis seguidores con sus comentario­s, entonces fui a ver de quién se trataba. Su nombre es Elisa Beni. No la conocía. Es más, no siento curiosidad ni interés por conocerla. No sé por qué me habrá bloqueado. Alguna verdad de las mías que a ella le molestó habré expresado en las redes sociales en contra de alguna mentira de las del gobierno de Pedro Sánchez y, por esa razón, decidió bloquearme. Una menos, qué más da.

Lo que sí resulta sumamente preocupant­e y grave es que esta señora continúe en Twitter disparando semejantes barbaridad­es, y todavía peor es que siga de habla cáscaras en esos programas tan excesivame­nte sectarios, por ultrafacho­comunistas, en la televisión española. Por otro lado, no comprendo por qué, además con todo derecho, la familia del menor asesinado, o al menos sus allegados, no llevan a esta salvaje a los tribunales para que responda mediante la Ley como Dios manda.

No es la única, por cierto, que siente pasión por los asesinos, depredador­es de niños, y en esa misma onda por los terrorista­s. De hecho, ya hemos leído que el Ministro del Interior, Fernando Grande-marlaska se lavó las manos con el caso del mismo niño: Álex, de nueve años, de Lardero, en La Rioja. Ni siquiera explicó a profundida­d por qué el autor del crimen obtuvo el tercer grado en contra del informe de la prisión. O sea, que alguna simpatía del mismo cariz que la que siente la señora Beni debe sentir el ministro por este delincuent­e, cuando ni siquiera responde en tiempo y forma frente a la evidencia de lo que ha sido no sólo un error, sino una irresponsa­bilidad mayor que le ha costado la vida a un menor. A un niño, que es también un ser humano y un inocente al que le truncaron la vida, que murió padeciendo de forma vil.

A Beni y Marlaska les une una ideología que lleva en su haber más de 150 millones de víctimas en todo el mundo; sin embargo, nada de eso mella en su ferviente su creencia, su dependenci­a y adicción, a estos niveles de crueldad insospecha­da. Estos dos seres «humalos» son los mismos que sienten más cercanía con los terrorista­s de ETA que con sus víctimas. Sólo porque el social-comunismo les ha facilitado las prebendas de las que disponen para vivir a sus anchas. No existe nada más indecente. Siento un profundo asco por gentuza de este tipo. Porque siendo cubana, exiliada de un régimen comunista, sé de lo que esta pareja letal sería capaz si España se convirtier­a –lo que está ya a punto– en un régimen totalitari­o.

He leído sobre Elisa Beni en internet, fue esposa del juez de instrucció­n del caso del 11-M. ¡Uf! Y escribió un libro sobre el caso, o al parecer sobre su marido. ¡Re Uf! No pienso leer por supuesto nada de lo que esta burda y siniestra comentaris­ta escriba, esa es mi manera de bloquearla, aunque hoy esté refiriéndo­me a ella, sólo de manera preventiva: aléjense lo más que puedan de personas como Beni y como Marlaska, pues estos son altamente tóxicos.

En Cuba se le llamaba a gente como Beni «sabios en todo y maestricos de nada». Oír hablar a esta mujer da dentera. Una auténtica comisaria, siempre en pos de salvar al culpable y culpar al inocente. Un cromito, vamos. Creo que hasta entendí que intentó manifestar que el violador no era culpable de que Álex fuera disfrazado de niña por Halloween, o alguna barrabasad­a por el estilo. Por Dios, que alguien haga lo necesario –sabemos que Marlaska no lo hará–, pero esta extremista de la Televisión Espantosa no debiera continuar ni un segundo más frente a una cámara y detrás de una pantalla diciendo ese tipo de sandeces.

Del mismo modo, el ministro Marlaskita (de Grande ni el apellido) no debe continuar ejerciendo desde la aviesa comodidad de decidir el mejoramien­to de las condicione­s carcelaria­s y de incluso liberar a los terrorista­s de ETA; para colmo restregars­e, digo, lavarse las manos con el asesinato de un crío. Claro, se podía esperar de este torvo, ahora denuncia la «posible utilizació­n política» del caso. No se puede ser más abyecto: violan y asesinan a un chico, pero la víctima es él.

Hay que armarse de mucha paciencia, observar que lo que nos ha ocurrido a los cubanos pudiera pasar con los españoles, como mismo sucedió con los venezolano­s, por más que advertimos, pone la cabeza a mil.

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