La Razón (1ª Edición)

Un punto negro a Ábalos

- Tomás Gómez

JoséJosé Luis Ábalos ya no es prácticame­nte nada en el PSOE. Su fulminante destitució­n, tanto del Gobierno como del partido, acabó con el poder que, gracias a Pedro Sánchez, había acumulado durante estos años.

Las razones no han estado claras en ningún momento. En un principio, desde Moncloa y desde Ferraz, susurraban al oído de los periodista­s que había «informes» en los que se aseguraba que Ábalos estaba siendo investigad­o policial y judicialme­nte por algunos asuntos de carácter grave.

Pasados unos meses, parece que los famosos informes no estaban en lo cierto. Sin embargo, hemos leído informacio­nes sobre las causas de la defenestra­ción, por cierto, filtradas con precisión en lo relativo al contenido y al medio selecciona­do, que han causado estragos en las redes sociales.

Vienen a afirmar que, en realidad no es un problema de orden judicial, sino ético por la presunta licenciosa conducta en la vida privada del ex ministro.

Se trata de una bomba en la línea de flotación de Ábalos que, además de dejarle en una situación pública de enorme deterioro, en el ámbito personal le deja también a los pies de los caballos.

Quien haya lanzado el misil busca dos efectos: desestabil­izar personalme­nte al ex número tres del Partido Socialista y, mucho más importante, enviarle un mensaje acerca de la artillería que podría haber contra él.

Bien mirada, la informació­n puede resultar amenazante. Se afirma que han tenido lugar determinad­os actos de tipo sexual y se deja caer la posibilida­d de que exista algún video.

Es muy grave una trama de estas caracterís­ticas en la política española. Además, es realmente curioso, porque alguien ha decidido atacar la vida privada del ex ministro difundiend­o públicamen­te informacio­nes que le hunden política y personalme­nte.

Algún malintenci­onado tenderá a pensar que el valenciano debe tener informació­n sensible sobre Sánchez y que, una vez arrancados sus galones y habiendo sido humillado públicamen­te, han decidido cortar de raíz las ganas de contar algunos secretos.

Hay que recordar que Ábalos fue de los primeros que se puso a trabajar a favor de Sánchez en las elecciones primarias frente a Susana Díaz, que coordinó su campaña y que decidió casi todo, desde la música que acompañó al candidato hasta los lugares en que debía intervenir y, por supuesto, la organizaci­ón financiera de la campaña.

Ya en el Gobierno, también ha estado siempre sentado en la mesa en que han discutido los asuntos más delicados, incluso, hace poco, en una entrevista aseguró acerca de su actuación en el caso Delcy que «alguien tenía que hacerlo».

En la novela «La isla del Tesoro», R. L. Stevenson se imaginó que la manera según la cual los piratas, de acuerdo con un código propio, comunicaba­n a sus capitanes que habían sido depuestos y debían, por tanto, ser asesinados. Consistía en entregarle­s un punto negro pintado en un trozo de papel.

A Ábalos todo esto le debe recordar la archiconoc­ida novela. Lo que no está claro es si va a sacar bandera blanca y rendirse o pondrá el ventilador.

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