Ortega profundiza la deriva autoritaria en Iberoamérica
► Ni EE UU ni la UE reconocerán los resultados de las presidenciales y aumentarán la presión al régimen
«Los centros de votación están vacíos. Las únicas personas que están acudiendo son los fanáticos del régimen. He pasado por tres Juntas Receptoras de Votos en tres escuelas de populosos barrios de la capital como son El Riguero, Máximo Jerez y Andrés Castro. Lucen desiertos. Después fui a dos escuelas más. Votantes a cuenta gotas. Muy pocos son jóvenes. En las redes circulan fotos de rostros desencajados a la espera de votantes». El periodista nicaragüense Fernando Espinoza, nombre ficticio para mantener su seguridad, cuenta a LA RAZÓN que el régimen no ha logrado su gran objetivo: conseguir imágenes de filas frente a las urnas.
«La gente está siguiendo la petición de la oposición de quedarse en casa para evidenciar la farsa electoral de Ortega». Pese a las 21 detenciones y «decenas de hostigamientos» desde el viernes hasta la madrugada del domingo, «Managua está como un domingo normal y no como un domingo electoral», relata a este diario.
Las elecciones presidenciales de Nicaragua, marcadas por el encarcelamiento o exilio de siete candidatos y las 318 muertes «por la opresión» desde 2018, suponen un paso más en el autoritarismo impuesto por el presidente Daniel Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo. «Se están aislando voluntariamente y conscientemente. Ellos confían en el flujo de dinero que les viene de Venezuela. O asumen que les van a seguir lloviendo créditos del Bando Mundial u otras instituciones», instituciones», asegura Espinoza. «Es uno de los puntos más polémicos de los organismos internacionales. Estados Unidos ha exigido respuestas: ¿cómo es posible que le otorguen 400 millones de dólares de ayuda para la pandemia estando el país en estas condiciones?», se pregunta el reportero.
La UE, EE UU y la Organización de Estados Americanos (OEA) no reconocen las elecciones y exigen «la libertad de los presos políticos» El ministro de Exteriores, Denis Moncada, afirmba ayer que «no vamos a intimidarnos con sus sanciones, con sus amenazas de desconocimiento de las elecciones».
Espinoza recuerda los domingos electorales antes del regreso de Ortega al poder en 2007: «Había filas de 500 metros. Igual ocurrió cuando ganó Ortega en las elecciones de 2006. Desde entonces, nunca más se ha visto». Espinoza rememora unas de las grandes jornadas electorales nicaragüenses: «Había colas de millares de votantes a las cuatro de la madrugada antes de abrir las urnas en las elecciones de 1990 que ganó Violeta Chamorro».
4,4 millones de nicaragüenses fueron llamados ayer a votar presidente, 90 diputados a la Asamblea Nacional y 20 representantes del Parlamento Centroamericano. Al cierre de esta edición, el régimen no había logrado las ansiadas filas en los centros de votación. «El Gobierno eliminó 1.500 centros de votación desde 2016 pese al aumento de población. A pesar de ello, no hay filas», subraya .
Mientras se abrían las urnas en Managua, los nicaragüenses exiliados en Costa Rica se han manifestado en San José para reclamar «el fin de la dictadura». Los rostros de las decenas de estudiantes asesinados por la Policía y los paramilitares en 2018 eran recordados en la Plaza de la Merced. Pese a que sus mascarillas les tapan casi toda la cara, muchos no quieren responder al compañero de La Prensa, medio nicaragüense perseguido por el orteguismo: «Sus familias están dentro. Hay mucho temor».
El Gobierno levantó el sábado la prohibición de vender alcohol el fin de semana de elecciones: «Se dieron cuenta de que estaba favoreciendo la estrategia de la oposición de vaciar las calles. La Policía llamó desesperada a un amigo para que abriese su bar el domingo. No podía, ya había dado libre a sus camareros».
La plataforma informativa de la oposición, Urnas Abiertas, ha denunciado que alcaldes sandinistas han realizado amenazas «contra población y comercios» para que acudan a votar: «Este tipo de acciones fueron reportadas desde los departamentos de Managua, Chinandega, Carazo, Río San Juan, Jinotega, Masaya y Granada».
Masaya es una de las regiones más castigadas por la represión por las masivas protestas en 2018. Berta Valle y Victoria Cárdenas, esposas de los candidatos encarcelados Félix Madariaga y Juan Sebastián Chamorro, han acudido este domingo a la marcha de exiliados en Washington. La oposición ha organizado marchas por la democracia en 50 ciudades de 20 países, entre ellas Madrid y Roma. El 68% ha reconocido que votaría a cualquiera de los candidatos encarcelados o en el exilio.
«No me sorprendería que anunciarán un 90% de participación» remarca Espinoza. El aislamiento del régimen Ortega-murillo amenaza con provocar escasez de productos en los próximos meses: «La gente está temerosa de que se repita la falta de alimentos de los años 80 por las sanciones. La gente dice: ¿qué hago? Tengo que salir del país».