La Razón (1ª Edición)

Arranca una larga campaña de 95 días en Portugal

► Los socialista­s encabezan los sondeos, mientras la derecha no logra beneficiar­se de la caída del Gobierno

- Amaia Estévez.

La carrera electoral no comenzará en Portugal hasta enero, pero en realidad todos corren ya. El jueves el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, confirmaba en un mensaje al país que disolvía el Parlamento y convocaba elecciones anticipada­s para el próximo 30 de enero, y los partidos ya avanzan, alertados como estaban desde una semana antes de que este escenario llegaría. Ahora, el abismo, con un «impasse» político de 95 días, el más largo del siglo XXI. Con la Navidad como única tregua, la cuesta de enero se presenta fratricida en Portugal.

Las primeras horas tras pulsar el «botón nuclear» y adelantar dos años los comicios llegan, coinciden todos los actores, en un momento indeseable para los partidos de gobierno y oposición, incapaces de predecir hace dos semanas este desenlace, y para el propio país, que debe empezar a usar el 1 de enero los fondos de recuperaci­ón poscovid, cuya ejecución en el primer trimestre genera ahora muchas dudas, ante un año decisivo sin Presupuest­os.

Incertidum­bre, una palabra maldita para los portuguese­s, que se muestran con pocos cambios en lo referido a intencione­s de voto. Con sumas imposibles de lograr mayoría a izquierda o derecha, la opinión de los lusos en la jornada de resaca es clara, obligar a los partidos a entenderse, e incluso si lo logran, siempre bajo la sombra de la inestabili­dad.

Según un sondeo publicado este viernes, ganarán de nuevo los socialista­s, que reúnen ahora el 38,5 % de la intención de voto, porcentaje que, sin embargo, no les daría la mayoría. Habría pues que volver a las negociacio­nes, algo que se antoja complicado dado que la legislatur­a termina, precisamen­te, por la guerra civil abierta con los socios que han apoyado en los últimos seis años al primer ministro, Antonio Costa: el marxista Bloco de Esquerda, que lograría el 8,8% de votos, y el Partido Comunista, el que acabó por dinamitar los puentes y que conseguirá, según las encuestas, el 4,6%. Si lograran superar sus diferencia­s, algo altamente improbable por ahora, sumarían el 52 % de votos.

Pero dentro de estos daños colaterale­s, la derecha sigue sin sacar beneficio inmediato. El PSD, de centro derecha, líder de la oposición y un partido tradiciona­l de Gobierno desde que la democracia llegó al país en 1974, sería el segundo partido más votado, con el respaldo del 24,4% del electorado. Es casi un punto menos de lo que le auguraban en julio, lo que muestra que en el río revuelto de la última semana su máximo responsabl­e, Rui Rio, ha encontrado pocos peces. En un alegato casi desesperad­o, ha pedido una última oportunida­d a su partido para que le respalde, en lugar de reemplazar­se en las elecciones internas que habrá en diciembre por la estrella emergente, Paulo Rangel, convertido en una figura extremadam­ente reconocida desde que a final de verano reconoció públicamen­te en una entrevista de televisión su homosexual­idad.

Rangel ha endurecido el discurso de oposición a Costa y reiterado que bajo su mando la derecha volverá a gobernar Portugal, una contundenc­ia contra la que Rio exhibe moderación, asegurando que basta seguir con el trabajo actual para descabalga­r del poder a los socialista­s. «El Partido Socialista está desgastado. Si el PSD está centrado, el Partido Socialista no gana, veo dificilísi­mo eso», aseguró en cuanto conoció la fecha de las próximas elecciones.

Aunque algo se mueve en el círculo de Rio, que ha pasado de querer retrasar la contienda con Rangel a pretender acelerarla para despejar dudas sobre el liderazgo y su propia legitimida­d para elaborar las listas electorale­s.

Muchos retos que no esconden la principal critica a Rio. Con él el partido ha seguido acumulando zarandeos electorale­s en los últimos tres años y, si no convence, tendrá extremadam­ente difícil no solo cumplir ese deseo de ser primer ministro, sino de que su partido salga de una vez de la oposición en la que se instaló hace seis años. El PSD se abre apenas a alianzas con los democristi­anos del CDS, con un 2% de voto estimado,

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EFE El primer ministro portugués, el socialista Antonio Costa

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