La Razón (1ª Edición)

El embudo nacionalis­ta

- Vicente Vallés

NoNo está confirmado que –según define la Real Academia Española el verbo conmover– se haya producido un «deseo de llorar» ante la emoción provocada al escuchar a un líder nacionalis­ta pedir que se armonicen en algo las comunidade­s autónomas. Sin embargo, es cierto que se trata de un hecho singular, porque lo común es que quienes promueven la centrifuga­ción de competenci­as –en el intento de disolver el país– exijan, de repente, que el Gobierno de la nación fuerce un movimiento centrípeto para evitar que otro haga de su capa un sayo con aquellas políticas cuya gestión les es propia. Ejemplo: cuando el lendakari se queja de que el gobierno autonómico madrileño baje los impuestos en el margen asignado a las comunidade­s.

Es interesant­e el debate sobre si, ante determinad­as coyunturas, es mejor subir impuestos o bajarlos. Pero no es este el asunto planteado por Íñigo Urkullu cuando acusa a Madrid de «dumping fiscal». El nacionalis­mo vasco se ha entregado con pasión a la misma tarea que los independen­tistas independen­tistas catalanes o los socialista­s valenciano­s: la de impedir que Madrid se consolide como un ejemplo de prosperida­d y que eso ocurra bajando impuestos, al contrario de lo que se hace en otras regiones. La corrección política no dispone que bajar impuestos sea una mala opción, dispone que ni siquiera puede ser una opción.

Asistimos, sí, a un conmovedor evento en el que ERC, Junts o PNV, tan celosos de sus competenci­as, exigen uniformida­d fiscal española, de la que los independen­tistas –que para esto sí son españolist­as– se ofrecen como garantes. Ni se le ocurra a usted, gobierno central, tocar una sola de mis competenci­as, pero prohíba que Madrid ejerza las suyas para bajar los impuestos.

El tiempo dirá si la nueva rebaja fiscal anunciada por la presidenta de la Comunidad de Madrid promueve el crecimient­o económico y la creación de empleo o si, por el contrario, deja a la región sin servicios públicos de calidad. Lo que sí se ha demostrado, una vez más, es lo mucho que gusta al nacionalis­mo la ley del embudo: lo ancho para mí, lo estrecho para los demás.

«ERC, Junts o PNV, tan celosos de sus competenci­as, exigen uniformida­d fiscal española»

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