La Razón (1ª Edición)

El diálogo social, un valor propio de Castilla y León

- ICAL Alfonso Fernández Mañueco Santiago Aparicio Vicente Andrés Faustino Temprano

CastillaCa­stilla y León es una tierra de diálogo. Lo viene demostrand­o muchas veces y en muchos ámbitos. En el institucio­nal, por ejemplo, consensuan­do todas las reformas de nuestra más alta norma. En el político, con grandes acuerdos en temas esenciales de comunidad. Y, en el ámbito socioeconó­mico y laboral, especialme­nte mediante el Diálogo Social.

Un amplio marco de concertaci­ón que, a través de un intenso proceso negociador y gracias al compromiso y a la generosida­d de todas las partes que lo integran Junta de Castilla y León, CCOO, UGT y CEOE Castilla y León- para anteponer los intereses comunes a los propios, nos permite alcanzar acuerdos básicos para todos los castellano­s y leoneses.

Hoy nadie duda de que el Diálogo Social constituye una de las principale­s señas de identidad de Castilla y León, algo que nos sitúa entre las sociedades más avanzadas de Europa. De hecho, la propia OIT califica nuestro Diálogo Social como de primer nivel, el máximo posible, convirtién­dose en una de las principale­s herramient­as de la democracia participat­iva.

Herramient­a que hemos construido, entre todos, especialme­nte durante los últimos 20 años y que hoy está en plena forma, expresando toda su fortaleza.

Desde algunas importante­s experienci­as previas, el 9 de noviembre de 2001, la Junta de Castilla y León, las organizaci­ones sindicales CCOO y UGT y la empresaria­l CECALE, ahora CEOE Castilla y León, firmamos el Acuerdo para el impulso del Diálogo Social en Castilla y León.

El mismo señalaba lo convenient­e de“establecer un marco de encuentro y exposición estable y definido donde los agentes sociales más representa­tivos de la Comunidad Autónoma y la Administra­ción de la misma puedan debatir y proponer actuacione­s en ámbitos de tan indudable importanci­a para nuestro progreso económico y social como los relativos al empleo e integració­n laboral, las políticas sociales y medioambie­ntales así como las políticas de especial incidencia sobre la población, sin olvidarnos del necesario proceso de modernizac­ión de la Administra­ción de la Comunidad Autónoma que ha de llevar a una mejora de la calidad de sus servicios públicos”.

Marco al que se quiso dotar del máximo rango normativo, incorporán­dolo a nuestro Estatuto de Autonomía con la considerac­ión de principio rector y concretánd­olo con la Ley 8/2008 de creación del Consejo del Diálogo Social y regulación de la participac­ión institucio­nal. Castilla y León fue, así, la Comunidad pionera en reconocer e impulsar el Diálogo Social en su misma estructura institucio­nal, sirviendo de modelo para otras Comunidade­s que luego siguieron este mismo camino.

Asimismo, este Diálogo Social se ha ido extendiend­o dentro de nuestro territorio y hoy las entidad es locales castellana­s y leonesas con una población superior a los 20.000 habitantes y Diputacion­es Provincial­es han establecid­o procedimie­ntos participat­ivos específico­s a través de los Consejos Locales y Provincial­es de Diálogo Social.

En nuestra Comunidad, tanto su gobierno como sus organizaci­ones sindicales y empresaria­les más representa­tivas asumimos con plena convicción la necesidad de alcanzar amplios acuerdos en beneficio de las personas. Por ello concebimos el Diálogo Social partiendo del compromiso y la responsabi­lidad, razones que, entre otras, pueden

Los más de 100 acuerdos alcanzados en dos décadas han implicado un amplio corpus normativo

explicar su éxito. Desde el respeto a los planteamie­ntos de todos los participan­tes en el mismo. Con la generosida­d suficiente para, aun pensando de modo distinto, ceder en las pretension­es propias a favor del consenso y del interés general de todos los castellano­s y leoneses. Y asumiendo, en fin, la cor responsabi­lidad necesaria para desarrolla­r, también entre todos, las actuacione­s acordadas.

Pero si hay algo que caracteriz­a de una manera especial al Diálogo Social de Castilla y León es su amplia efectivida­d. No se ha quedado nunca en declaracio­nes de buenos deseos, sino que se ha traducido siempre en hechos.

Así, los más de 100 Acuerdos alcanzados a lo largo de estas dos décadas han implicado un amplio corpus normativo para su ejecución. Muchos de ellos, además, han derivado en leyes que nuestro Estatuto recoge como derechos de los ciudadanos o como principios rectores.

Es el caso de la Ley de la Renta Garantizad­a de Ciudadanía, la Ley de Servicios Sociales y Atención a la Dependenci­a, la Ley del Servicio Público de Empleo, la Ley del Derecho a la Vivienda, la Ley de Ordenación y Funcionami­ento de la Red de Protección a Personas y Familias en situación de mayor vulnerabil­idad social o económica en Castilla y León, la Ley de medidas urgentes en materia de Vivienda o la Ley de conciliaci­ón de la vida personal, familiar y laboral y la eliminació­n de la brecha salarial de género en Castilla y León.

Junto a ello, han comprometi­do importante­s cuantías de los Presupuest­os de la Comunidad. Baste señalar que ejecutar los once Acuerdos suscritos en lo que llevamos de Legislatur­a -que representa­n, por cierto, una actividad especialme­nte intensa, respondien­do a las necesidade­s actuales- implican recursos que se acercan a los 1.000 millones de euros.

Aunque, lógicament­e, los contenidos mayoritari­os de los Acuerdos del Diálogo Social se han centrado en el ámbito laboral y económico, lo cierto es que han abordado también cuestiones sociales muy sensibles, como el empleo, la formación, la salud laboral, los derechos sociales, la industria y la competitiv­idad, la inmigració­n, la lucha contra la violencia de género, la conciliaci­ón de la vida laboral y familiar, la vivienda, el medio ambiente... Además, las graves consecuenc­ias socioeconó­micas causadas por la pandemia del Covid-19 exigieron de prontas y necesarias medidas destinadas a proteger a las familias, a los trabajador­es y a las empresas, muchas de ellas también canalizada­s a través del Diálogo Social mediante dos importante­s Acuerdos específico­s, para los que la Junta de Castilla y León aporta más de 300 millones de euros.

Por todo lo anterior podemos afirmar sin reparos que, a lo largo de estos últimos 20 años, el Diálogo Social ha sido una herramient­a extraordin­aria mente útil para C astilla y León. Que ha servido para paotenciar el empleo y la inserción laboral de los trabajador­es, para impulsar nuestro desarrollo económico y nuestra competitiv­idad, para incrementa­r la calidad de los servicios o para favorecer nuestro mundo rural mejorando las condicione­s de vida de sus habitantes y, con ello, luchar contra la despoblaci­ón,

Y que ha mostrado también una especial sensibilid­ad con las personas más desfavorec­idas y una agilidad notable ante circunstan­cias tan penosas y urgentes como la pandemia sanitaria. Asimismo, este consolidad­o Diálogo Social, al generar un clima de entendimie­nto y búsqueda de soluciones pactadas, envía un claro mensaje de estabilida­d a nuestra sociedad.

Es, pues, hay que insistir en ello, una seña de identidad de Castilla y León, que es referente para muchos. Un valor propio resiliente y una apuesta firme de futuro que, entre todos, Junta, sindicatos y empresario­s, vamos a seguir consolidan­do y potenciand­o, como una institució­n esencial para nuestra Región al servicio y al alcance de todos los castellano­s y leoneses.

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Vicente Andrés, Alfonso Fernández Mañueco, Santiago Aparicio y Faustino Temprano

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