Una sociedad descristianizada
UnUn informe de la Conferen-cia Conferen-cia Episcopal Española, refleja con cifras lo que la experiencia ya muestra, es decir, la acentuada caída de la práctica religiosa en nuestra sociedad, que no es ajena a una realidad ya evidente en Europa con carácter gene-ral gene-ral y, con intensidad variable, también común a todo el Occidente cristiano. En España, el acusado descenso en el número de bodas celebradas según el sa-cramento sa-cramento de la Iglesia, las coloca muy por debajo de la mitad del total que se cele-bran cele-bran en España. Si en 1996 las bodas por la Iglesia superaban en más que el triple a las civiles, en 2019, último año previo a la pandemia, la relación entre unas y otras se ha invertido, lo que refleja un vuelco total de 180º. En coherencia con este dato, las cifras de bautizos respecto a los nacimientos producidos muestran una situación no menos significativa. En 10 años, de 2009 al mismo año previo a la pandemia 2019, hemos pasado de ser bautizados dos de cada tres niños naci-dos naci-dos a serlo apenas uno de cada dos. Po-dríamos Po-dríamos seguir con más cifras pero todas convergen en la misma dirección: la rea-lidad rea-lidad de una creciente descristianización de la sociedad española, víctima también de un laicismo cada vez más acentuado y agresivo desde el poder político. Ante esta realidad sociológica es evidente que caben muchas opiniones sobre las causas causas y consecuencias de la misma, pero lo cierto es que la identidad histórica de España es indisociable del cristianismo, como han reconocido eminentes historiadores historiadores de todo el espectro ideológico, ajenos a la ley Bildu de memoria, claro está. Desde Menéndez Pidal a Sánchez Albornoz, afirman que es un hecho que se desprende de un mero conocimiento objetivo y riguroso de nuestra Historia, por lo que la descristianización supone supone para nosotros una debilitación de nuestra identidad nacional y la pérdida pérdida de una ética y una moral nacidos del cristianismo, lo que afecta fuertemente a nuestra convivencia y cohesión social. Ya San Juan Pablo II afirmó hace 20 años en su exhortación postsinodal «Ecclesia in Europa», que una apostasía silenciosa recorría Europa... Hoy la apostasía ya no es solo silenciosa, aunque la pérdida de la Fe ya está profetizada por el mismo Jesucristo Jesucristo en los Evangelios: «cuando vuelva el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe en la Tierra?» Benedicto XVI, bastantes años atrás, aludió a esta situación exhortando a no desanimarse ni perder la paz, pronosticando pronosticando un tiempo futuro en el cual los cristianos formarían pequeñas comunidades comunidades en la sociedad, siendo menores en número pero más auténticos en la fe y la vida cristianas. Como levadura en la masa social.