La Razón (1ª Edición)

La sonrisa de rupturista­s

- Jorge Vilches

NoNo debe utilizarse el verbo «ceder» para hablar de la alianza de Sánchez con los separatist­as. Uno cede a disgus-to, disgus-to, pero el presidente lo hace con satisfacci­ón. No hay cesión por-que por-que Sánchez no valora nada que no sea el poder. La Constituci­ón, su contenido y espíritu no im-portan im-portan frente a la certeza de con-servar con-servar el Gobierno.

El debate sobre el estado de la nación tuvo esa misión: mostrar la capacidad del presidente para mantener la unión con ERC y Bildu. Su estilo es dar a cada so-cio so-cio lo que quiere, menos a Pode-mos, Pode-mos, cuyo voto quiere absorber. Las elecciones andaluzas abrie-ron abrie-ron una vía de superviven­cia al sanchismo. El desplome no fue absoluto porque el PSOE se con-virtió con-virtió en el partido refugio del izquierdis­mo. Perdió por el cen-tro, cen-tro, pero ganó por la izquierda.

No hay mayor regalo para Sánchez que decir que se ha po-demizado po-demizado porque ese es su plan. De ahí la cara de disgusto de Yo-landa Yo-landa Díaz en el debate. La mi-nistra mi-nistra quería tener una platafor-ma platafor-ma basada en el corazón izquierdis­ta con la que presen-tarse presen-tarse en solitario o pasarse al PSOE. Esa era su fuerza, la ima-gen. ima-gen. Si Sánchez asume ese sen-timentalis­mo, sen-timentalis­mo, Díaz se debilita.

Cuanto mayor sea el circo que monte Podemos, y cuantas más puñaladas haya entre sus diri-gentes, diri-gentes, más ideologiza­do estará Sánchez para absorber su voto. Hará promesas imposibles, de-magogia de-magogia chusca, anticapita­lis-mo anticapita­lis-mo del barato, ya, pero efectivo para captar al electorado fanáti-co fanáti-co de la izquierda. A estas alturas ya no se trata de vencer al PP, sino de sumar más diputados con Bildu y ERC. Por eso los ali-menta ali-menta sin cesar, dándoles fuerza en sus regiones.

Sánchez cuenta con perder las elecciones frente a Feijóo, que conquista el centro a costa de Cs y de la socialdemo­cracia anti--sanchista. anti--sanchista. Su solución es que la «coalición progresist­a» se mantenga, mantenga, con unos nacionalis­tas de izquierdas al alza. Esto obliga a hacer algunos cambios.

Lo primero es sustituir al PNV por Bildu. Los peneuvista­s siempre siempre están en venta. Nadie olvida su traición a Rajoy en 2018, y que ahora, despechado­s, se acercan a Feijóo. Por contraste Bildu es pura ideología, que es el dominio dominio de Sánchez. De ahí que estén con la cantinela de que Bildu es progresist­a y ETA no mata. Es una alianza rentable para el PSOE, aunque reviente la vieja guardia, porque los bilduetarr­as pueden abrir las puertas de Ajuria Ajuria Enea a los socialista­s.

Lo segundo es contentar a ERC presentand­o la satisfacci­ón del independen­tismo como «diálogo». La reunión de Sánchez Sánchez con Aragonés tiene este sentido. Quieren retirar la presión presión judicial sobre los delincuent­es delincuent­es de ERC, cambiar a los miembros del Tribunal de Cuentas Cuentas que sancionaro­n los robos, traer a Puigdemont y reformar el Código Penal para reincidir.

A esto se suma un aspecto al gusto de Sánchez, como es la colonizaci­ón del Estado y la anulación anulación de la separación de poderes. poderes. Sánchez y Aragonés han hablado de la creación de un Consejo Autonómico del Poder Judicial para Cataluña, de manera manera que sus jueces sean nombrados nombrados por el Ejecutivo catalán. Es el sueño del independen­tismo: delinquir con respaldo judicial.

El control de los jueces y del Tribunal Constituci­onal es esencial esencial para cumplir el plan de Sánchez. Sánchez. Sin esto no puede satisfacer satisfacer a los nacionalis­tas. Solo así puede salir adelante una modificaci­ón modificaci­ón de la ley de referéndum que permita consultas independen­tistas independen­tistas que vulneren la Constituci­ón. Constituci­ón. Este es el sentido del ultimátum al CGPJ, el interés en que Conde Pumpido presida el TC y del cambio de la Ley Orgánica Orgánica del Poder Judicial. El debate debate lo ganó Sánchez, sin duda, porque su solución no es vencer en las urnas, sino en las institucio­nes, institucio­nes, ya sea en las Cortes o en las magistratu­ras. Sabe que su popularida­d está por los suelos, pero que es suficiente conseguir la sonrisa de los rupturista­s.

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