La Razón (1ª Edición)

El dólar, el dinero y el cerebro

► La moneda americana se mantiene como la divisa de referencia y el que haya llegado a la paridad con el euro puede avivar la inflación en la Unión Europea porque el petróleo se paga en dólares

- Jesús Rivasés

RiRi c h a r d N. G a r d n e r (1927-2019) colocó al principio de su obra, ya clásica, « La diplomacia del dólar y la esterlina» lo que él considerab­a un «ingenioso y pe-queño pe-queño verso»: « En Washington, Lord Halifax/susurró una vez a Lord Keynes :/ es cierto que ellos tienen el dinero/ pero nosotros tenemos los cerebros».

Esas palabras, según

Gardner –fue embajador en España, 1993-1997–, figuraban en «un amari-llento amari-llento trozo de papel ol-vidado ol-vidado en las primeras conversaci­ones anglo-norteameri­canas anglo-norteameri­canas sobre el sistema monetario tras la II Guerra Mundial.

Lord Halifax, Edward Frederick Lindley Wood , primer conde de Halifax, fue el embajador del Reino Unido en Esta-dos Esta-dos Unidos (1941-1946) admitía así el predomi-nio predomi-nio económico america-no. america-no. Todo se consolidó, semanas más tarde, en los acuerdos de Bretton

Woods (julio 1944), que diseñaron el orden eco-nómico eco-nómico y monetario mundial. Había dos po-siciones, po-siciones, la estadouni-dense estadouni-dense y la británica. Se impuso la americana, propuesta por el secre-tario secre-tario de Estado Harr y

Dexter White , frente a la británica, defendida nada menos que por John Maynard Keynes. El dólar, a partir de enton-ces, enton-ces, fue la moneda de referencia mundial, vinculado al oro a un precio de 35 dólares por onza. El resto de divisas ajustaban sus cambios con el dólar según la evo-lución evo-lución de sus economías. Todo aquello funcionó hasta 1970 cuan-do cuan-do Richard Nixon –ignoro tam-bién tam-bién en economía y– rompió el sistema por las presiones sobre el dólar por las políticas expansivas de Johnson y por la financiaci­ón de la guerra de Vietnam. Ya no hubo cambios fijos, pero el dólar mantuvo su posición dominante.

Casi ochenta años después de Bretton Woods y más de cincuenta cincuenta de la decisión de Nixon, el dólar es menos importante y poderoso pero todavía es la primera moneda mundial. El euro nació como futura alternativ­a alternativ­a al billete verde y ocupa un lugar privilegia­do, privilegia­do, pero todavía a distancia distancia de la moneda americana. americana. El valor del euro ha oscilado desde sus orígenes, orígenes, pero casi siempre ha sido superior, incluso muy superior, al de dólar. En algunos momentos, en marzo de 2008, un euro llegó a costar hasta 1,60 dólares. Ahora, ambas monedas se cambian a la par e incluso, en algunos momentos de la semana pasada, la divisa americana americana cotizó por encima de la europea. Y es probable que vuelva a suceder, incluso incluso que se consolide esa situación. No hay nada misterioso. La inflación está desbocada en Estados Estados Unidos –el 9,1% en junio, la más alta en 40 años– y la Reserva Federal, Federal, el banco central americano, americano, que preside Jerome Jerome Powell, inició hace algunos meses una serie de subidas de los tipos de interés. Al mismo tiempo, el Banco Central Europeo (BCE), que encabeza Christine Lagarde pensaba que la inflación era transitori­a transitori­a y mantuvo en cero –y en algunos casos en negativo; de hecho hecho todavía está en el menos 0,5%– el precio del dinero. El jueves tiene previsto subir los tipos de interés hasta el 0,25%, también para luchar luchar contra el alza de inflación –8,6% previsto en junio–, pero puede ser poco y tarde.

Los responsabl­es del BCE quieren quieren combinar algo que algunos expertos consideran imposible, luchar contra la subida de precios sin perjudicar al crecimient­o económico. económico. La historia demuestra que es un sudoku casi insoluble, pero ningún Gobierno quiere oír hablar de medidas –subidas de tipos de interés– que puedan lastrar lastrar al PIB. Si el BCE sube los tipos de interés lo necesario para controlar controlar de verdad la inflación y, además, además, reduce su balance –destruye parte del dinero creado los últimos años– podría conducir a la eurozona eurozona a una recesión que, de forma casi inevitable, haría que las primas primas de riesgo de los llamados países países periférico­s, España incluida, se dispararía­n, aunque quizá no tanto tanto como hace ahora diez años, cuando Draghi pronunció su histórico histórico «el BCE hará lo que tenga que hacer». Además Lagarde, su vicepresid­ente Luis de Guindos y sus colegas del BCE, se enfrentan al problema adicional –no menor– menor– de que la pujanza del dólar puede avivar la inflación en la Unión Europea y también en España, España, aunque aquí habría que añadir el factor de las políticas expansivas expansivas de Pedro Sánchez que complican las cosas todavía más. Un dólar que cotiza más alto, añade añade un encarecimi­ento adicional al petróleo, al gas y a todas las importacio­nes importacio­nes desde Estados Unidos. Favorece la venta de productos europeos al otro lado del Atlántico, pero no es suficiente. El BCE, antes o después, tendrá que subir los tipos de interés más de lo previsto ahora y será doloroso y quizá más si tarda demasiado. Lord Halifax quizá tuvo razón hace casi ochenta ochenta años, pero entonces se impuso la economía americana y ahora vuelve a ir por delante. El dólar, el dinero y el cerebro, mientras en España Sánchez gasta y gasta.

El Banco Central Europeo es bastante probable que, antes o después, tenga que subir los tipos de interés más de lo previsto inicialmen­te y será doloroso

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