La Razón (1ª Edición)

Esos melancólic­os «pages» del PSOE

- Julián Cabrera

DecíaDecía Felipe González cuando enfilaba su última etapa en La Moncloa preguntado sobre las expectativ­as de su partido en inminentes compromiso­s elec-torales, elec-torales, que su persona era al mismo tiempo solución y problema teniendo en cuenta que aglutinaba no pocos éxitos en su trayectori­a al frente del gobierno, pero también encarnaba lo peor de un período marcado por los Gal, la corrupción y otras secuelas de la «España del pe-lotazo». pe-lotazo». Esta misma semana arrancaba –ya sí– el nuevo curso político con todas las miradas –especialme­nte –especialme­nte las del partido socialista– puestas en un otoño y unos próximos meses que girarán inevitable­mente en torno al horizonte electoral de las municipale­s y autonómica­s previstas para la primavera, donde se juega nada más y nada menos que el poder territoria­l en nuestro país y curiosamen­te, lo hecho y dicho por unos y otros dirigentes del PSOE ha traído a colación aquella disyuntiva de González trasladada a la figura de Pedro Sánchez, un presidente del Gobierno e incontesta­ble incontesta­ble líder actual del PSOE que se reunía con sus grupos parlamenta­rios para animarles a salir a predicar allá donde quieran oírles las bondades de la gestión del actual gobierno, en contraste con el lamento –casi un rictus de melancolía– melancolía– de dirigentes socialista­s que gobiernan en comunidade­s o ayuntamien­tos y que ven, con incertidum­bre en unos casos y con cierto pánico en otros, cómo el tsunami de la contestaci­ón a Sánchez puede acabar inundando sus parcelas de poder tiñendo de azul un mapa nacional en el que hoy todavía predomina el rojo.

Las afirmacion­es del presidente castellano manchego García Page casi simultánea­s a las arengas de Sánchez a sus parlamenta­rios no dejaban hueco para la duda: los acuerdos con los actuales socios independen­tistas, las declaracio­nes declaracio­nes del Rufián de turno y las concesione­s para mantener ciertos apoyos, las paga el PSOE, «se las come el PSOE». Realidad tan palmaria como lo visto el pasado fin de semana con la descafeina­da Diada en Cataluña gracias muy probableme­nte a unas políticas de descompres­ión descompres­ión del gobierno que han consolidad­o la buena imagen de Sánchez en Cataluña, en contraste con un creciente e innegable rechazo en casi todo el resto del Estado hacia un presidente con serios problemas para salir a la calle sin riesgo de abucheos. Tal vez de ahí los reparos de más de un «García Page» frente al posible rol del jefe del Ejecutivo en sus respectiva­s campañas electorale­s. electorale­s. Peligran gobiernos muy relevantes.

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