La Razón (1ª Edición)

Un punto para la serenidad

► El Sevilla encadena en Copenhague un segundo partido consecutiv­o sin derrota y aparca su crisis aunque malogra una oportunida­d para meterse en la lucha por estar en los octavos

- Lucas Haurie.

No es gran cosa, pero es mucho más que nada el empate que se trae de Dinamarca un Sevilla que ya sabe lo que tiene que hacer para seguir vivo en Europa en 2023: ganarle ganarle en el Sánchez-pizjuán al

Copenhague para asegurarse la tercera plaza y el «descenso» a la segunda competició­n continenta­l. continenta­l. Visto el estado calamitoso en el que se ha sumido en el arranque de temporada, ya es algo que celebrar, celebrar, lo mismo que la primera «portería a cero» a la séptima comparecen­cia comparecen­cia oficial.

Con Dmitrovic en la puerta, pero una alineación muy parecida a la de Cornellá, confianza renovada renovada en los canteranos Kike Salas y José Ángel Carmona, quiso mandar mandar de salida el equipo de Lopetegui. Lopetegui. Quiso y lo logró. Rakitic e Isco se asociaban bien con Lamela y pusieron en ventaja a sus dos laterales laterales profundos en los primeros minutos, aunque sus centros no entrañaron peligro. Al contrario que el disparo del veterano croata poco después, que se marchó alto por muy poco. El Sevilla tenía acogotado acogotado a un rival que solo daba señales de vida cuando Daramy progresaba por la izquierda. En una de sus acometidas, Kristensen se quedó solo ante el portero.

Con el paso de los minutos, la contienda se fue igualando y aunque aunque el Sevilla tenía más posesión, solo generaba peligro cuando Isco enhebraba pases como el que habilitó habilitó a José Ángel, que dudó entre chutar y ceder a En-nesyri sin hacer hacer ni una cosa ni la otra. Al filo del descanso, el Copenhague tuvo su ocasión con una falta cercana de Stamenic que atajó bien el portero sevillista junto a su palo.

Se esperaba mucho de una segunda segunda parte que al final no fue casi nada, lo que deja un incuestion­able incuestion­able poso de decepción, porque a estos muchachos escandinav­os había que meterles mano, blanditos blanditos como eran, pero también tranquiliz­a tranquiliz­a porque el Sevilla no se ahogó en el mar de angustia en el que ahora chapotea: malos segundos segundos tiempos lo hicieron perder en Almería y por poco le malogran la victoria que el destino le había regalado regalado en Cornellá. No creó apenas apenas el Sevilla a la vuelta del camerino camerino ni tampoco su rival, uno de esos modestos que celebra cada punto que consigue en la Champions, Champions, aunque le valga de poco. Son una genuina «cenicienta».

Es verdad que Lopetegui demostró demostró con los cambios su voluntad voluntad de vencer. Cuatro de los cinco relevistas –Joan Jordán fue el otro para incidir en su horroroso momento momento de forma– fueron el lustroso lustroso arsenal ofensivo que tenía en el banquillo, al menos en cuanto a nombres. Salieron sucesivame­nte Papu Gómez, Dolberg, Suso y Januzaj, todos ellos prestigios­os, pero también, ay, lejos de su mejor forma. Alguna vez, pensaría el técnico técnico guipuzcoan­o, alguno de éstos me hará ganar un partido. Y si no, podremos decir que parte de la culpa de que los resultados no llegue llegue nes del (¿ido?) ojo clínico de Monchi.

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EUROPA PRESS El Sevilla fue incapaz de marcar en el Parken

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